La aventura de un expatriado: de friegaplatos en Londres a analizar muestras en una base ártica

N.G.R. REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

El asturiano Victor Garcia en Copenhague
El asturiano Victor Garcia en Copenhague

El ovetense Víctor García es un estudiante de doctorado en Química Analítica en la Universidad de Pau, en Francia, y en la de Copenhague

25 ago 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Los emigrantes asturianos, cuando hacen la maleta, tienen muy claro que muchas veces lo que les deparará el destino es indescifrable y que una cosa son los planes a futuro y otra la realidad que se esconde tras estos deseos. Este es el caso del ovetense Víctor García que, cuando trabajaba de friegaplatos en Londres mientras mejoraba su inglés y buscaba un trabajo de lo suyo, no podría imaginar las vueltas que acabaría dando su periplo en el extranjero. Este joven pasó de su experiencia en la capital inglesa a analizar muestras de compuestos en una base ártica en Groenlandia, gracias a una beca de doctorado en Química Analítica por la Universidad de Pau, que cuenta con un convenio con la Universidad de Copenhague dentro de un programa de doble titulación.

Así pues, de la city pasó a una de las capitales mundiales de la bicicleta, modo de transporte que vertebra toda la vida en la ciudad danesa. Los velocípedos, incluso, han superado al uso del coche como principal forma de moverse en Copenhague, asegura este asturiano. Su llegada a este destino le descubrió un ambiente frío, pero muy cálido desde el punto de vista social. «Recuerdo que salía de casa siendo de noche y cuando salía de la Universidad, también era de noche. Sin embargo, todo el mundo fue muy abierto y amable conmigo en mi grupo de investigación. Me sentí como uno más desde el primer día», afirma. El ovetense se unió al fervor danés por la bicicleta y adquirió una a los dos días de llegar, y averiguó que la mejor forma de combatir el frío es dándole al pedal. El frío gélida obliga a llevar varias capas de ropa, y el ejercicio encima de la bici no hace sino que el que lo practica rompa a sudar. «A los diez minutos de pedalear, te mueres de calor bajo las capas de ropa», apunta.

La conciencia ecologista y de respeto al medioambiente es el aspecto que más ha marcado a Victor García, que ensalza la limpieza de la ciudad y el hecho de que en los nueve meses en los que lleva residiendo en Copenhague no haya visto ningún atasco. Gran parte de las razones que explican esta ausencia de masificaciones en el uso de vehículos se explica por la ya mencionada apuesta por la bicicleta como medio de transporte principal.  El reciclaje es otra de las patas que vertebran el buen hacer de los habitantes de este país en el cuidado del medio ambiente, como así lo demuestran los recursos destinados a este cometido. «Cada edificio tiene un cuarto con diferentes cubos. No solo papel, plástico y vidrio. Hay un cubo para aluminio, otro para aceites usados, cartón, papel, etc. Además, cada vez que compras una botella o lata en cualquier supermercado pagas un extra (entre 13 y 50 céntimos) que es devuelto cuando depositas estas botellas en las maquinas especiales que tienen en la mayoría los supermercados», explica el ovetense. 

La educación: joya de la corona

La apuesta de Copenhague por la movilidad sostenible y su efectividad en el reciclaje son dos muestras del compromiso de esta sociedad por la conservación del ecosistema. Sin embargo, la que se podría denominar como la joya de la corona del sistema social danés es su educación pública. Este expatriado considera esta concepción de la enseñanza universal y gratuita como el factor diferenciador clave de este país, incluso llegan a dedicar un sueldo a los propios estudiantes daneses para que puedan estudiar. No obstante, este tipo de ayudas no solo se circunscriben a los ciudadanos censados en Dinamarca, sino que cualquier europeo que se encuentre trabajando a tiempo parcial puede contar con esta ayuda, que el propio estudiante de doctorado asegura que «te permite pagar el piso y la comida de cada mes sin problemas».

Si este apoyo no fuese suficiente para decantarse por la formación, la propia oferta académica universitaria seguro que hace a más de uno replantearse el porqué no se cursan asignaturas igual de sorprendentes que las que ha llegado a realizar este asturiano en la Universidad de Copenhague. Una de estas materias, Arctic Pollution Research, llevó a doce estudiantes, entre ellos este ovetense, y tres profesores durante ocho días a Groenlandia a la estación ártica que la Universidad de Copenhague tiene en un remoto pueblo llamado Qeqertasuaq. En este lugar, en el que no se ponía el sol y disfrutaban de luz solar todo el día, recogían, analizaban y estudiabanla presencia de unos compuestos llamados PAHs, que son muy contaminantes, en sedimentos, musgo, mejillones y peces.

Las enormes diferencias en los modos de vida español y danés

El horario de comidas es una de las principales diferencias entre la cultura organizacional de su país natal y Dinamarca, así como la cantidad de comida que los daneses ingieren a mediodía. «Aquí se come a las doce y se cena a las entre las siete y las ocho de la tarde. Además, a la hora de comer, los daneses se preparan un sándwich y ya está», añade. Otros factores como el civismo en temas de movilidad y la edad de emancipación de los jóvenes reflejan distancias increíbles entre ambas culturas. «Todas las calles de la ciudad tienen un carril bici que está separado completamente de la carretera. Te sientes muy seguro en todo momento y en cualquier intersección todos los coches te respetan», comenta. Los jóvenes daneses, afirma este asturiano, al cumplir los 18 años y comenzar el trabajo o la universidad, lo normal es que se vayan de casa, mientras que en España lo más común es vivir en casa de los padres hasta, como mínimo, acabar los estudios universitarios.

Con su familia y el Real Oviedo siempre presente

La enorme distancia kilométrica entre su actual lugar de residencia y su Asturias natal no es un escollo para mantener la comunicación con familiares y amigos. Internet y las redes sociales permiten conversaciones al segundo y mantenerse informado de todo lo que ocurre en cualquier lugar del mundo. Además de sus seres queridos, el emigrante se mantiene al tanto de lo que pasa en el club de sus amores: el Real Oviedo. Los fines de semana, siempre que hay tiempo, toca ver al Real Oviedo, también por internet. «Tengo ganas de volver a sentarme en el Carlos Tartiere», señala.

Víctor García vuelve siempre que puede a la tierrina, y pese a las largas estancias fuera, a su vuelta siempre ve la misma comunidad. «Para mí Asturias nunca cambia, o al menos, yo no lo noto. Sales a la calle por Oviedo y ves casi siempre a muchas personas conocidas con su misma rutina de siempre. Cuando voy a algún bar al que acudía con frecuencia, lo mismo», sostiene. Este asturiano representa lo que muchos expatriados han vivido: una verdadera aventura en el extranjero.