«Vaya donde vaya, siempre me encuentro alguna bandera de Asturias»

Covadonga Del Nero REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Lorena Gómez en su puesto de trabajo
Lorena Gómez en su puesto de trabajo

El orgullo de ser asturiana en Gante

12 feb 2020 . Actualizado a las 12:50 h.

Lorena Gómez Rosellón nació en la capital asturiana hace 36 años. Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Oviedo, con un año de Erasmus en Furtwangen University en Alemania y un curso en la London School of Economics and Political Science (LSE) en el Reino Unido. Trabajó durante una década en Madrid y alzó el vuelo hacia su nueva experiencia en abril de 2017. Se fue a Bélgica, más concretamente a Gante, a trabajar en el departamento financiero de una empresa farmacéutica. Ha conocido a un par de asturianos que le recuerdan sus orígenes, pero, sin duda, es el «ver banderas de Asturias en cualquier evento al que vaya lo que me pone los pelos de punta». Asegura que siempre «vaya donde vaya, me encuentro alguna bandera del Principado». De hecho, a su Erasmus en Alemania, ella fue la primera en llevarse esta y no la española, así «todo el mundo conoce nuestra insignia».

Se mudó a Gante hace casi ya tres años, con la seguridad del puesto de trabajo. Todos esos trámites de traslado fueron muy sencillos, ya que la empresa belga se encargó de todo. «Llegué al aeropuerto y tenía un taxi esperándome, una casa temporal amueblada (aquí suelen estar sin amueblar), un coche, toda la mudanza, la búsqueda de una casa definitiva… Todo. Se encargaron de todo», explica la joven. Lo que no resultó tan fácil fue el idioma. A ella la contrataron en inglés, y trabaja en inglés, pero en lo que se refiere a la vida fuera de la empresa, en la ciudad, esto se complica. Sí es cierto que se trata de una ciudad muy internacionalizada, y con el inglés puede sobrevivir, pero «al principio me llegaban mucha correspondencia en holandés, y me sonaba todo a chino», cuenta entre risas la ovetense.

Así, decidió apuntarse a la Escuela de Idiomas, al curso de iniciación del idioma, donde «el profesor nos daba toda la clase en holandés, incluidas las explicaciones». Era bastante complicado de seguir. Durante ese primer año de trabajo, donde la joven empezó una nueva vida de cero, se le sumó que, dos días a la semana tenía este curso intensivo de 4 horas al día, lo que hacía que su día fuese «un caos, llegaba a casa agotada». Al principio, cuenta la ovetense, «pensé que nunca sería capaz de aprender el idioma después de una larga jornada laboral y todo lo que la integración en un nuevo país suponía. Es increíble lo que somos capaces de dar de nosotros mismos sin darnos cuenta». Actualmente desarrolla su vida en holandés sin ningún tipo de problema.

Lorena Gómez asegura que, como es de esperar, se trata de un país del norte, de cultura fría, distante. Su vida se resume en ir de casa al trabajo y del trabajo a casa, aunque son muy simpáticos y encantadores. «Son muy serviciales, pero al acabar la jornada laboral, ellos se marchan a sus hogares», cuenta la ovetense. Además, cuenta la joven, «nosotros decimos que venimos con un pan bajo el brazo, pero aquí se dice que los belgas vienen con un ladrillo bajo el brazo». Esto se debe a que el sueño de todo belga es, precisamente, comprarse una parcela y construir una casa, con arquitecto y todo. «Es curioso, pero ves cada casa… Algunas son impresionantes», fantasea la ovetense.

Su primera vez en Bélgica llegó de la mano de esta oportunidad, pues la joven desconocía el país flamenco. Le encanta viajar y conocía «bastantes» países del mundo, pero no sabía que sería uno de los nunca visitados el que le cambiaría la vida. Ahora, se siente orgullosa de haber escogido Gante. «Es una ciudad con mucha vida, del tamaño de Oviedo, donde hay muchísimos planes: cines, musicales, eventos, festivales, museos, castillos…. Al final, lo que me gusta es la diferencia de experiencias; hay muchísimo por descubrir», cuenta Lorena Gómez.

Todo es adaptarse, y en el trabajo no podría ser de otra manera. Lorena señala muchas diferencias, pero la que más le llama la atención y, a la vez, apoya es la facilidad que dan en Bélgica para conciliar la vida laboral con la personal. «Está totalmente aceptado trabajar desde casa, en los propios contratos ya está señalizado, porque entienden que hay ciertas responsabilidades, como que un día tenga que ir el fontanero o tengas que llevar a tus hijos al médico. Así, mientras cumplas, no les importa que sea desde casa», explica Gómez. Esto, cuenta, conlleva que los empleados estén más motivados y a la larga hagan mejor su trabajo.

Aunque en el tema laboral el país está a niveles más avanzados que España, la ovetense no descarta volver, pero no por el momento. «Está genial que otros países nos den esta oportunidad de irnos fuera para poder seguir creciendo profesional y personalmente, pero ese talento asturiano, y español, algún día tendrá la posibilidad de volver a casa y desarrollar todo lo que hemos aprendido fuera», explica la joven, que asegura que es una experiencia dura al principio, como todas las que te obligan a salir de tu zona de confort, pero muy gratificante.