Regresar a Roma para cerrar un ciclo: Así ha sido la experiencia de una estudiante erasmus

Carla Vega REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Candela Del Nero frente al Vaticano
Candela Del Nero frente al Vaticano

Así ha vivido la asturiana Candela Del Nero la vuelta a la capital italiana para recoger todas las cosas que tenía en la ciudad y que tuvo que dejar allí a causa del covid-19

08 jul 2020 . Actualizado a las 08:36 h.

Ahora que parece que la pandemia del coronavirus en Europa está más estabilizada, muchos estudiantes erasmus regresan a la ciudad que les acogió durante varios meses para terminar esta experiencia, despedirse de la ciudad, y recoger sus cosas para que la vuelta sea definitiva.

Con la urgencia de regresar a casa, y con la pandemia azotando duramente Italia, Candela Del Nero preparó una maleta para unos días y regresó a Oviedo, donde reside con su familia. Como otros muchos, esperaba poder retomar sus estudios en el extranjero lo antes posible para disfrutar de nuevo al 100% de esta enriquecedora experiencia, pero la situación era más difícil de lo esperado.

Ahora, tres meses después, Del Nero ha podido encontrar la forma de regresar a Roma, y el viaje ha sido similar a una película de ciencia ficción. La ovetense salió en autobús de Oviedo hasta el aeropuerto de Barajas a las seis y cuarto de la mañana, llegando a las doce y media a Madrid. Esta era la única opción de viaje posible para esa jornada. «En el autobús la medida fue que llevásemos mascarilla. Iba lleno, sin ningún asiento vacío, y todos llevábamos la mascarilla a excepción de dos personas», explica la joven.

Una vez en el aeropuerto de Barajas, recibían a los viajeros a la puerta, ya que sin billete de avión no puedes acceder a las instalaciones. Allí esperó Del Nero gran parte del día, ya que su vuelo no salía de Madrid hacia Roma hasta las ocho y media de la tarde. «Estuve en la zona de facturación hasta las cuatro y pico que me dejaron facturar. Esperando había muy poca gente para lo que suele ser Barajas, y allí si que separaban los asientos. En uno podías sentarte, y el de al lado estaba precintado», cuenta la joven.

Tras facturar y poder acceder a la zona de salidas, a la asturiana le sorprendió la quietud del aeropuerto. «Estaba todo cerrado, solo estaban disponibles una cafetería y el Duty Free», cuenta. Posteriormente, al subirse al avión, la joven no notó mucha diferencia a la de un vuelo normal a la hora ni del embarque ni del propio viaje, tan solo el uso de mascarillas. «Tenías que poner el billete tu misma para que la máquina lo leyese, no hacía falta que te lo mirase nadie. El DNI tenías que enseñarlo a través de una pantalla que nos separaba del resto. No nos tomaban la temperatura y no había distancias entre viajeros», explica.

Una vez en Roma, en el aeropuerto de Ciampino, la ovetense si que notó algo más de diferencia. Al llegar, les tomaron la temperatura, y tenían que realizar un recorrido concreto para llegar a la única salida habilitada. En ese punto, con la ayuda de una cámara para agilizar el proceso, tomaban la temperatura corporal de los pasajeros, y asegurarse así que todo estaba en orden. Ahora, ya en Roma, Candela Del Nero despedirá de forma agridulce su experiencia Erasmus, recogiendo sus pertenencias y despidiéndose de la ciudad donde esperaba poder almacenar aún más recuerdos que los que pudo atesorar.