Exteriores protestará a Londres por el acoso en Gibraltar a un buque español

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

@v_diazdelrio

La Armada británica intentó impedir con bengalas el trabajo de un barco científico

22 nov 2016 . Actualizado a las 07:24 h.

Las aguas gibraltareñas han provocado un nuevo incidente que desembocará en otra queja formal del Gobierno español ante el británico. El detonante en esta ocasión ha sido la intervención de un buque de la Armada británica que el pasado viernes intentó intimidar a un barco oceanográfico español para que abandonara aguas que están en conflicto entre ambos países. El buque científico Ángeles Alvariño, con base en Vigo, realizaba unas tareas de medición cuando el barco de la Armada británica lanzó unas bengalas y le conminó a dejar su trabajo.

El incidente no pasó de ahí, pero las autoridades españolas han decidido presentar una queja diplomática por unos hechos que se repiten con demasiada frecuencia, aunque no siempre saltan a la luz pública. La razón estriba en la distinta interpretación que los Gobiernos español y británico hacen del Tratado de Utrecht, de 1713, por el que se cedió Gibraltar al Reino Unido. Sin embargo, España entiende que únicamente se cedió la ciudad y la fortaleza, incluido el puerto, pero no el istmo ni las aguas circundantes. Londres, en cambio, viene reclamando la soberanía sobre tres millas náuticas en aplicación del Convenio de la ONU sobre Derechos del Mar, de 1994, que incluye una cláusula unilateral en la que España se opone a esa interpretación.  

«Agresividad»

El Gobierno de Mariano Rajoy responderá con una nota verbal, que es el nivel más bajo de protesta diplomática, para señalar que «el buque español estaba ejerciendo una función que le es propia y estaba ubicado en aguas españolas». José Ignacio Landaluce, alcalde de Algeciras y presidente de la Comisión de Exteriores del Senado, manifestó ayer que, «una vez más, vuelve la agresividad a las aguas que circundan Gibraltar y, como siempre, vuelve por la reacción de las fuerzas de seguridad británicas hacia civiles españoles, en este caso científicos, que solo realizan su trabajo dentro de una investigación y sin suponer en ningún caso una amenaza para la Roca».

El Ministerio de Defensa británico, en línea con lo manifestado previamente por el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo, argumentó que se trató de «una incursión ilegal en las aguas territoriales británicas de Gibraltar».

«No pasó nada, solo fue un pequeño susto», dice uno de los oficiales del barco, con base en Vigo

«No pasó nada, solo fue un pequeño susto. Sin problemas». El segundo oficial del Ángeles Alvariño, con base en Vigo, no puede concretar más. Sus palabras cortas y telegráficas solo dan para explicar que todos los integrantes del buque están bien y que tanto él como el capitán y la mayoría de la tripulación del barco oceanográfico son gallegos. En esta ocasión, sin embargo, no hay investigadores de la comunidad en la misión geológica destinada a explorar los riesgos sísmicos asociados al cañón de Algeciras. El oficial no está autorizado a hablar, ni él ni ningún otro, al menos de momento, porque el Ministerio de Asuntos Exteriores teme que cualquier palabra pueda ser malinterpretada por el Gobierno británico en el litigio que mantiene con España por la jurisdicción en torno a las aguas cercanas a Gibraltar, que cada país mantiene que son suyas. 

En esta refriega diplomática los damnificados son a menudo los buques de investigación, a los que las patrulleras británicas intentan torpedear continuamente su trabajo. Lo ocurrido el pasado viernes no fue una excepción, ni tampoco el incidente más grave ocurrido hasta la fecha. La diferencia es que en esta ocasión, y después de las advertencias previas por radio, la embarcación HMS Sabre, de la Royal Navy, disparó al aire dos bengalas, aunque en ningún caso fueron dirigidas al Ángeles Alvariño. Los científicos, pese a ser molestados por este barco y por otras patrulleras, continuaron realizando su trabajo en la zona, que no abandonaron hasta la una de la tarde de ayer.  

Un suceso habitual

En otras ocasiones los momentos de tensión fueron peores. «Los buques de investigación llevan varias décadas trabajando sin incidentes en la zona. Pero los problemas empezaron hace tres o cuatro años y, desde entonces, la Armada británica se dedica de forma habitual a incordiar y a tratar de impedir el trabajo científico en unas aguas que Gibraltar considera suyas, pero España también», explica un portavoz del Instituto Español de Oceanografía (IEO). En esta larga lista de incidentes, lo habitual es que, tras los avisos de rigor en los que se insta a los barcos de investigación a abandonar la zona en litigio, las patrulleras inglesas envíen zódiacs para impactar contra el casco de las embarcaciones españolas o para tratar de impedir que se lancen al fondo las rosetas oceanográficas con las que los científicos recogen muestras del fondo marino.

Esto fue lo que pasó en uno de sucesos pasados, en los que se vieron momentos de gran tensión entre las tripulaciones. El vídeo en el que se recoge la escena fue divulgado el domingo en Twitter por el geólogo Víctor Díaz del Río. Y esto fue lo que hizo pensar que la confrontación vivida el viernes había sido mucho más violenta de lo que realmente fue. Pero las imágenes hacían alusión a un episodio anterior. «Dice la Royal Navy que les agredimos con una sonda. ¿Pero qué hacen intimidando con su artillería a científicos?», escribió Díaz del Río en uno de los mensajes que divulgó para denunciar las continuas agresiones. La del viernes fue otra más.