Treinta bandas de La Línea importan el 80 % del hachís que se fuma en Europa

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JAVIER ROMERO

Policía y Vigilancia Aduanera se ven superados en número y sistemas de telecomunicación

13 abr 2019 . Actualizado a las 15:48 h.

«A siete descargas por noche, 2.000 kilos en cada descarga durante unos 20 días al mes, por restar los que sopla el levante y no trabajan, nos da una media de 280.000 kilos, de los que nosotros podemos coger unos 9.000 o 10.000. Esa sería la cantidad aproximada de hachís que entra por La Línea de la Concepción cada mes». El mismo mando policial destinado en la zona, añade: «No son las cuentas de la lechera, son tan reales como jodidas, y solo muestran la parte visible del gran problema que suponen el narcotráfico y la corrupción en La Línea de la Concepción».

El municipio gaditano (63.146 habitantes) vivió su pico de máxima actualidad en febrero. Desde entonces, el ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, se desplaza con frecuencia (en la zona ya es broma común decir que «Zoido solo viene a inaugurar contenedores con coca»). Una veintena de encapuchados entraron el 6 de febrero en el Hospital de La Línea para recuperar a su jefe de filas, Samuel Crespo, del clan de los Crespo, que había sufrido un accidente de moto escapando de la Policía Nacional. Su guardia pretoriana entró armada en el complejo, intimidó a los agentes que custodiaban al preso y sacó a su líder para, luego, llevarlo en moto de agua hasta Marruecos para que reciba asistencia médica sin riesgo de ser detenido.

«La excepcionalidad del suceso dejó al descubierto el problema de La Línea, y el poco caso que se prestó a esta comarca. Y no será por los antecedentes que tenemos de contrabando. ¡Somos paso fronterizo con Gibraltar! Pero en Madrid se miró siempre para otro sitio hasta ahora, que empiezan a poner parches».

Parches de Interior

El agente hace referencia a los refuerzos que la semana pasada llegaron de Valladolid, Oviedo y Granada para tener más presencia en la calle. Dicha ayuda forma parte de las medidas aplicadas por el Ministerio del Interior para frenar el bombardeo continuo de alijos y la violencia en las calles. La comisaría de La Línea, por sí sola, no se basta para plantar cara a las cada vez más numerosas y violentas organizaciones dedicadas a importar hachís desde Marruecos.

«La gente implicada directamente en el narcotráfico posee negocios en La Línea que van muy bien. Hay dinero, tiendas de productos caros que despachan mucha mercancía. No se justifica tanto nivel de vida en un municipio con una tasa de paro global que supera el 30 %. El nivel de vida que se observa por los coches y la ropa es a todas luces injustificable. Para que se entienda, todo negocio que pueda existir para blanquear dinero, existe en La Línea de la Concepción», explica el comisario de la Policía Nacional en este municipio, Francisco López.

Fuentes oficiales elevan a 30 los grupos que participan, de una u otra manera, en este negocio en La Línea. Las mismas organizaciones que importan el 80 % del hachís que se fuma en Europa, según reconocen diferentes profesionales de la lucha contra las drogas en la zona.

«Hasta que pasó el incidente del hospital no había más de seis agentes por la noche para encargarse de la seguridad ciudadana. Ahora, con los que llegaron de varias ciudades y se quedan un tiempo, creemos que solo se pone un parche. Estos compañeros están aquí haciendo horas extra y tendrán que regresar en algún momento a sus ciudades, aunque sea en verano. Y aquí volveremos a ser muy pocos con demasiado terreno por abarcar. Resulta frustrante, son más de 2.000 personas ayudándose entre ellos para alijar la mercancía y esconderse. A nosotros nos vigilan en todo momento, por no hablar de los teléfonos que tienen, mucho más avanzados que los nuestros en algunos casos».

Los hermanos Antonio e Isco Tejón, los Castaña, son los reyes del mambo en el atomizado escenario criminal de La Línea. Ambos están fugados y siguen manejando su imperio sin mayor problema.

«Son los mayores narcotransportistas de hachís de Europa», asegura un capitán de la Guardia Civil, que añade: «Yo he tenido que salir muchas veces de mi casa por el tejado para que no me vieran dos machacas que me vigilaban en la puerta principal».

«Los Castaña copan el 60 % de las descargas que se hacen en La Línea -añade otro mando policial-, el resto se lo reparten entre varios jefes de otras organizaciones afincadas aquí».

Poniente y levante

Los narcotransportistas dividen la costa por tramos para no pisarse. Unos trabajan en la zona de poniente, dentro de la bahía, y el resto en la de levante, mucho más grande, salvaje y arenosa. Pegadas al litoral existen cientos de viviendas que sirven para almacenar droga, lanchas y coches sin que nadie vea nunca nada.

«Dentro de la red de servicios que los narcos contratan para importar el hachís hay grupos que se dedican a vender coches robados en Sevilla, Málaga y Madrid para hacer las descargas (principalmente, Toyotas Land Cruiser y BMW X?5). Suelen ser búlgaros los que los roban y traen aquí para venderlos».

Una vez que la droga está almacenada entran en escena las personas dedicadas a custodiarla. Armados con rifles y pistolas, su objetivo es que nadie robe la mercancía, las planeadoras o los todoterrenos. El respaldo de los guetos sociales vuelve a ser crucial para mantener vivo el clientelismo y el miedo. «Hay barrios enteros con casas que funcionan de almacén y naves vacías en polígonos industriales que se utilizan para lo mismo. Pero nadie ve nunca nada, nunca, aunque hay gente en las calles las 24 horas del día, pero son los que nos vigilan. Por eso no sirve de nada».

Solo la población del casco urbano, cada vez más concentrada en esa zona de la ciudad por miedo a entrar en las barriadas perimetrales, reside con cierta calma. Aun así, en la plaza más céntrica, los tres quioscos municipales delatan la otra cruda e ilícita realidad de esta ciudad encorsetada por el mar Mediterráneo y el océano Atlántico: el contrabando de tabaco procedente de Gibraltar. Otra fuente de riqueza fácil para los jóvenes y no tan jóvenes. Un extra más para los quiosqueros de la plaza central que despachan esta mercancía ilegal desde una propiedad municipal sin que pase nada.