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La exfutbolista y segunda entrenadora de la Selección Española de Fútbol nos cuenta en esta entrevista cómo nació su pasión por el fútbol y por otros deportes más en sintonía con la naturaleza

  • «El fútbol femenino de hoy engancha al espectador, engancha a entrenadores, chicos y chicas de primera división, y hay que enseñarlo»

  • «Me gusta cuidar el entorno, la naturaleza. Y cuando estamos con niñas debemos educarlas desde pequeñas, hacer que nosotras seamos el mejor ejemplo»

Montse Tomé (Oviedo, 1982) es la segunda entrenadora de la Selección Española de fútbol femenino. Empezó a jugar al fútbol en Pola de Siero, primero en las calles y, cuando cumplió trece años, en el club El Romanón. Con el tiempo, llegaría a la élite del fútbol femenino español. Como jugadora, formó parte de la Selección Española, y militó en el F.C. Barcelona y el Levante U.D. Con este último equipo consiguió la Superliga en la temporada 2007-2008. Aficionada a la bicicleta, siente un gran amor por la naturaleza, y tiene claro que cuidar de nuestro entorno es una necesidad. 

¿De donde viene esa afición suya al fútbol?

—Empecé desde muy pequeña. Me gustaba mucho el fútbol, con muy poquitos años ya recuerdo momentos detrás del balón. Cuando tenía esa edad no podía jugar en equipos oficiales con chicos —ahora las chicas sí pueden participar en equipos mixtos— y jugué en la calle con amigos que me permitieron desarrollarme hasta los trece. A partir de ahí entré en El Romanón, de Pola de Siero. Posteriormente fui al Oviedo Moderno, al Levante y al Barsa, para volver otra vez y terminar mi carrera deportiva en el Oviedo. 

Cuando empezó a jugar era raro que las mujeres jugasen al fútbol. Viéndolo en perspectiva, ¿sintió apoyo, rechazo o las dos cosas?

—Yo lo viví con mucho respeto. Mis padres siempre respetaron que me gustara el balón, que quisiera estar con chicos. Recuerdo aquí por Pola de Siero rodearme siempre de compañeros, ex jugadores, como Javi Fuego, Javi Venta, todos estos futbolistas que consiguieron llegar a profesionales me aceptaron desde el primer momento y he tenido la suerte de crecer con ese cariño.

Ser una cría y acabar dedicándose necesitará mucho empeño. Imagino que habrá que ser un poco cabezota.

—Sí. Yo sobre todo lo hacía porque disfrutaba, porque el fútbol me encantaba, porque el deporte me apasiona y no pensaba mucho más allá del día a día, de venir y de jugar. Y sí que es verdad que tienes que tener un poco de cabezonería para seguir adelante, olvidarte un poco de lo que pueda pensar el resto. En mi caso tampoco encontré muchos comentarios que me perjudicaran, pero si los tuve no hice mucho caso porque tenía claro que lo que a mí me hacía sentir bien era jugar al fútbol.

 

¿Cuándo se dio cuenta de que podía pasar de una afición a poder dedicarse a esto? ¿Tuvo algún momento especial?

—Después de ir al Oviedo, que era un club más profesional de lo que había tenido, empecé a ir a las convocatorias con la selección asturiana, y lo que para mí significó un cambio de chip fue la primera convocatoria con la Selección Española. Empezar a viajar a Madrid, rodearme de las mejores futbolistas de España, ver que, en ese contexto, con las mejores podía competir me hizo sentirme bien y creer que podía llegar a ser futbolista profesional. Era difícil, porque realmente tampoco teníamos referentes femeninos. Era la liga masculina. Tuve la suerte de seguir dando pasos y tener el apoyo siempre en casa, de mi familia. Eso fue lo que me hizo ir creciendo. 

Hoy el fútbol femenino está bastante en alza y usted tuvo que sortear quizá más obstáculos, sobre todo los relacionados con la aceptación. ¿Se siente pionera?

—Sí que te sientes parte de lo que las futbolistas están viviendo a día de hoy. Es cierto que yo no tuve la suerte de tener esas condiciones. Tuve otras que no tuvieron las anteriores, que también en su día fueron pioneras. Y esto es una cadena que va haciendo que el fútbol femenino crezca. Siempre digo que nosotras hemos jugado al fútbol por nada. Las cosas nos han ido llegando porque hemos apostado fuerte y, sobre todo, sabiendo que íbamos a dar más de lo que íbamos a recibir. Y, a día de hoy, creo que estamos recogiendo los frutos y tenemos que seguir evolucionando.

Ahora el fútbol femenino llena estadios, ha crecido mucho. ¿Cree que seguirá creciendo de esa manera?

—Sí. Yo creo que el mundial de Francia fue un antes y un después en la Selección Española y todo lo que tiene que ver con la federación. Los medios de comunicación que nos siguieron en aquel mundial fueron 40. En el anterior, en Canadá, habían sido solo dos. La diferencia es abismal. Eso hace que el fútbol que realizan las chicas pueda llegar a los diferentes lugares de España y hace que las reconozcan. El fútbol femenino de hoy engancha al espectador, engancha a entrenadores, chicos y chicas de élite de primera división y eso hay que enseñarlo. Somos capaces de abrir estadios de primera división y llenarlos. Eso antes no pasaba. En la reciente Eurocopa los estadios estaban prácticamente llenos. Es algo que el espectador demanda y que los españoles y el resto del mundo queremos ver.

¿Y por qué cree que el fútbol femenino está actualmente donde está?

—El fútbol que hacen las chicas ahora es atractivo. Lo que ven en la televisión o cuando se desplazan a los partidos gusta y es algo que han conseguido ellas desde el trabajo. Entonces, es reconocido, reconocible y está claro que es una línea ascendente que tenemos que seguir cuidando y trabajando. 

A nadie se le escapa que la sostenibilidad es algo cada vez más necesario. ¿Cómo lo aborda usted personalmente?

—En mi caso, me gusta cuidar el entorno, la naturaleza. Y, cuando estamos con niñas, debemos educarlas desde pequeñas. Cuando estábamos aquí en el campus que realizamos en Pola de Siero o en Valdesoto, cuidamos que cada uno sepa llevar la basura a su lugar, que sean conscientes de que esto va ayudarnos a mejorar. Y hay otras acciones que tienen también esa dirección. Por ejemplo, en la selección utilizábamos mucho papel y ahora utilizamos pizarras de otro tipo. Y cuando vamos a la naturaleza, al monte, en las excursiones que hacemos, tratamos de hacerles sentir y vivir a las niñas que eso es parte nuestra. Es como que nos interesa educarlas a ellas y hacer que nosotros seamos el mejor ejemplo. A mi que me encanta la bicicleta, salir por el monte, la montaña. Cualquier tipo de basura que vemos nos parece mal. Lo sencillo es comerte el plátano y tirarlo pero tienes que ser consciente de que, con lo que vas, tienes que volver y siempre hay un lugar mejor donde depositar la basura. 

¿Cree que hay también esa conciencia en el deporte de élite?

—Sí. En la Federación tenemos baúles específicos para poder llevar la basura ahí y que sea sobre todo un hábito. Cada día tenemos que saber cómo hacer las cosas mejor.

 

El fútbol tiene otra ventaja, que es la de que los jugadores se convierten en modelos para muchos niños y niñas. Como modelo tienen esa oportunidad de transmitir esos valores de respeto al entorno.

—Sí. Para los jóvenes, para las jóvenes, tener referentes marca mucho su día a día y ver que esas jugadoras o jugadores de élite respetan el entorno es muy importante. Que cuando terminan un partido, dejan el vestuario limpio, ayudan y la basura que tengan la llevan a su respectivo lugar, si somos capaces de que lo vean, de ser referentes, aparte de en el juego en la manera de ser y en los hábitos, nos va a ayudar mucho en todos los sentidos, porque los niños y las niñas copian todo de la gente que idolatran. 

Reducir, reutilizar, reciclar. ¿Con qué se queda?

—Reciclar es bueno y reducir también porque te va a permitir utilizar menos y vas a ser capaz de tener menos desechos. Aunque las tres son importantes, me quedaría con esas dos.

con la colaboración de