Hablar de carreras de montaña es hablar de Javi Peláez, corredor y organizador del Desafío Somiedo. Con él hablamos de naturaleza y de sostenibilidad

  • «En Somiedo fuimos pioneros de no poner vasos ni soportes desechables en los avituallamientos, y al principio generó algo de polémica»

  • «El contacto con la naturaleza es fundamental en la vida. Que te dé el aire, el frío, el calor, forma parte del ser humano. Y ese contacto lo estamos perdiendo»

Javi Peláez (Carbayín, Siero, 1972) es corredor de montaña y uno de los promotores del Desafío Somiedo, que organiza dos carreras entre los meses de mayo y julio en el Parque Natural de Somiedo. Entre sus méritos está haber participado en todas las ediciones de una de las carreras más prestigiosas de Asturias, la Travesera de los Picos de Europa. Actualmente vive en La Foz de Morcín con su mujer y su hijo.

—¿Cómo nace su afición por las carreras de montaña?

Empecé con el grupo de montaña Picu Fariu, en Pola de Siero, con José Manuel Piniella, que es un monstruo en esto de la montaña, y la gente del grupo Los Pepitas. Son unos comienzos en grupos de montaña tradicionales. Yo recomendaría a todo el mundo empezar de esa manera. Ahí es donde aprendes realmente esos intangibles con la gente veterana. Ahora eso no se estila. Ahora se estila ir a una macrotienda, comprar los últimos bastones, lo último de lo último, y salir cada uno por su cuenta y llamar al helicóptero del Principado que te saque del marrón. Eso con los grupos de montaña también pasaba, por supuesto, porque los accidentes ocurren al fin y al cabo, pero mucho menos. Te enseñan a desenvolverte en la montaña de otra manera.

—Los montañeros, por tradición, siempre han hablado mucho con la gente que vive en la montaña. ¿Sigue en pie esa costumbre?

Con los corredores de montaña eso no funciona así. La gente va a hacer un entrenamiento pensando en una competición que tiene y, si se encuentra con un pastor, es raro que se pare, aunque habrá gente más habladora que quizá lo haga. Cuando ibas en los grupos de montaña, al propio grupo le interesaba hablar con los pastores y preguntarles por los caminos y las rutas. Había mucha más comunicación. Era otra historia. La sociedad no va por esos derroteros y el deporte, tampoco. Es más individual. Cada uno va a lo suyo y se pierde un poco el contacto.

—¿Cómo dio el salto a las carreras de montaña?

Empezamos a correr por el monte, a ponernos el dorsal. Yo empecé con amigos con los que coincidía en el grupo de montaña. Se creó un club que ya era solo de corredores. En el año 2003-2004 aproximadamente empezamos a correr. Aquí en Asturias había muy pocas pruebas. Fuera de Asturias sí que había en el País Vasco o en los Pirineos, y aquí prácticamente la subida al Picu Pienzu, en Arriondas, y se empezó a hacer la ahora mítica Travesera de los Picos de Europa. En el calendario prácticamente no había nada más. Y a partir de ahí fue una vorágine. Ahora mismo hay fines de semana en Asturias en los que hay dos y tres carreras por montaña en el calendario. Alguno incluso más.

—Es una forma distinta de ir por la montaña. A veces muy extrema. Hay quien dice que tiene algo de chifladura.

Es como todo. Sí que es verdad que, en los primeros años, en este tipo de carreras por montaña lo que había eran montañeros que corrían. Con el paso de los años empezó a incorporarse gente que de verdad eran corredores, atletas que hacían asfalto y que se pasaban a correr por montaña, porque vas disfrutando más del entorno. Y fue un boom, una eclosión que hoy en día sigue. Que sea una chifladura o no depende de cómo se lo tome cada uno. Yo, que iba en el pelotón del medio y ahora voy en el de cola, veo que en ciertas posiciones hacia atrás la gente se lo toma como un disfrute, ir a hacer un recorrido, conocer una zona nueva, parar en los avituallamientos, hablar con los que están allí. Los que van por delante van a ganar, van más a saco. Pero es como todo en la vida. Habrá quién vaya a jugar al pádel y se lo tome como una hora para hacer deporte, jugar con los amigos y luego tomarse algo y charlar, y habrá quien vaya con el cuchillo entre los dientes y acabe a palazos.

 

—¿Contribuyen al cuidado del medio las carreras? Hay quien dice lo contrario.

Como en todo, cuanta más gente vaya a la naturaleza, va a haber un porcentaje de gente que no es respetuosa. Igual que los que van por la ciudad y tiran los desperdicios a la papelera y los que lo tiran en el suelo. Antes había gente que comía una lata de sardinas y la tiraba. Ahora habrá quién va corriendo y tire el gel. Eso no lo vamos a poder evitar. Pero las carreras de montaña tienen otra faceta que a lo mejor mucha gente no aprecia. Gracias a estas competiciones se recuperan sendas, se recuperan caminos. Este mismo en el que estamos en la Foz de Morcín estaba completamente perdido. Por aquí no pasa ninguna carrera pero es una zona que utilizan muchos corredores de tránsito para entrenar en la zona del Monsacro. Pues este camino se recuperó y se mantiene. En nuestra carrera en Somiedo se han recuperado cuatro caminos que estaban en desuso porque la ganadería va a menos, los pueblos se están quedando vacíos y los caminos no se utilizan y se pierden. Estamos en un sitio donde la vegetación progresa mucho. Entonces, o hay un evento que facilite que ese camino se pueda limpiar y que luego pase gente y se mantenga o se pierde. Y la gente que viene a participar en estos eventos, que nunca corrió por el monte, al estar en contacto con la naturaleza va a aprender esos códigos. Costará más o menos pero va a respetarla más si está en ella que si está en un centro comercial y la ve como algo ajeno. Me parece que es algo bueno que la gente se acerque al medio natural.

—¿Tienen algún tipo de protocolo especial para la gestión de los residuos?

Sí. Empezamos hace unos cuantos años en Somiedo, cosa que generó un poco de polémica. Los avituallamientos que se colocan en el recorrido, antiguamente tenías vasos de plástico o platos de plástico con la comida. Aquí fuimos pioneros de no poner vasos ni soportes desechables, que la gente tuviese que llevar su propio vaso plegable. No poner agua en botellas de plástico sino llevarla en depósitos. Hacer una recogida selectiva de los residuos: unos contenedores para el orgánico (plátanos, naranjas o lo que sea), otros para los geles, productos, pastillas que lleve la gente que va compitiendo, y luego todo eso se lleva a reciclar igual que hacemos en la vida normal. El marcaje, por ejemplo, se hace con elementos que se retiran y se aprovechan y que no generan residuos. Y después, la organización hace una revisión exhaustiva del recorrido por el que discurre la carrera. Porque a veces no es que tiren las cosas, puede que lo tengan en el bolsillo y se les caiga. Se trata de que el medio quede exactamente igual que antes de pasar la prueba.

—¿Y tienen acuerdos con la Administración para todas estas acciones?

Sí. Los permisos que se tramitan van a la Consejería de Medio Rural, que te exige que si hay una carrera aquí dentro de una semana, lo que no puede ser es que quince días antes haya cintas, marcas etcétera por el monte. Lo tienes que poner el día antes y lo tienes que recoger el mismo día. No puedes pintar en la piedra, en árboles. Te ponen unas condiciones y, si no las cumples, te expones a tener una sanción y a que no te vuelvan a conceder el permiso. La Administración sí que vela por que haya una prueba en el medio natural y que el medio natural se respete.

—¿Cómo gestiona los residuos en su casa?

Nosotros reciclamos. Yo creo que las campañas de comunicación incidiendo en que hay que adoptar esos comportamientos ayudan. Nosotros en casa lo hacemos por convencimiento. Y es un engorro como para todo el mundo. Tienes que tirar uno aquí, otro allí, las cocinas de ahora no son como las de antes, son pequeñas y tienes que tener tres o cuatro recipientes. Pero es una vida un poco acorde con los hobbies que tienes. A mí me gusta mucho andar por el monte. Se lo intento inculcar al crío. Aquí donde estamos ahora lo traigo muchas veces a merendar, que le de un poco el aire, que despeje. Si no, estás entre cuatro paredes siempre, en el trabajo, vas al gimnasio a hacer deporte, estás rodeado de pantallas de televisión, de máquinas, de teléfonos, etcétera. A mí me parece que el contacto con la naturaleza es fundamental en la vida. Que te dé el aire, el frío, el calor, forma parte del ser humano. Y ese contacto con la naturaleza lo estamos perdiendo. Nos abrigamos, nos ponemos gorros, guantes, y si llueve un poco no salgo. Correr, salir al monte, a caminar, a dar un paseo, te reconcilia con la vida y es muy satisfactorio.

—Para usted, ayudará el hecho de vivir en un pueblo pequeño, de montaña.

Por supuesto. Al final, en mi caso también es buscado. Al estar cerca de la naturaleza aprendes esos códigos. Si vives alejado es imposible. Aquí te encuentras con un paisano que te explica esto y lo otro. Lo que no sabes, lo aprendes de la gente de aquí. Si vas caminando y ves algo tirado por el suelo, basura, etcétera, te ofende un poco.

—¿Con cuál de las tres «erres» se queda, Reducir, Reutilizar o Reciclar?

Reutilizar y reciclar. Reducir, puedes llevar una vida de ermitaño y prescindir de las comodidades de la vida moderna, pero yo pienso que los tiros no van por ahí. Se trata de aprovechar el progreso pero reutilizar y reciclar lo que se pueda para perjudicar lo menos posible el entorno y el medio ambiente.

con la colaboración de