El reciclaje es necesario, pero no es el único camino para conseguir una economía eficiente tanto para las personas como para el planeta

No todo es reciclaje en el camino para hacer nuestro modelo de producción y consumo más circular. Hay muchos otros aspectos y posibilidades, algunos todavía en sus inicios en España, aunque en otros países ya funcionan con éxito desde hace muchos años. La llamada servitización de la economía da paso a nuevos modelos de negocio que quieren ofrecer soluciones para unos consumidores con nuevos hábitos que combinan un mayor compromiso ambiental y una creciente preocupación por el ahorro.

Son tiempos líquidos. Buscando un poco, ya es posible ir un poco más allá del alquiler tradicional y usar por un tiempo flexible, corto o largo, productos tan diversos como un lugar de trabajo o vivienda, un vehículo eléctrico, una herramienta y hasta incluso una cocina.

Es el caso, por ejemplo, de los espacios coworking. ¿Qué quiere decir esto? Nos lo explica Ángel Domínguez-Gil, quien con su socio Gaspar Fernández fundaron hace más de un año y medio El Camaleón de Rubik, uno de estos negocios. 

Se trata, básicamente, de un lugar de trabajo que cualquier persona puede utilizar «pagando por lo que usa realmente», es decir, por horas. Es una oficina moderna con todos los recursos que no requiere un alquiler fijo. El usuario contrata un lugar de trabajo o una sala de reuniones solo cuando lo necesita.

«De esta forma, todo es mucho más sostenible, puesto que se puede dar uso continuo a recursos como las pantallas o la calefacción» que en una oficina convencional con escasa actividad estarían infrautilizados durante muchas horas al día.

Domínguez-Gil asegura que su empresa «nació con el objetivo de la sostenibilidad; no es un postureo, es parte del valor añadido que ofrecemos. No solo el coworking como método de trabajo, sino el mismo espacio físico tiene esa filosofía: procuramos que nuestros proveedores sean cercanos; tenemos muebles de madera reciclada hechos en Asturias, plantas de una proveedora local, suelos de corcho sostenible…»

Fuera de España es corriente usar un espacio coworking, por eso en el perfil de sus usuarios abundan los extranjeros freelance y también los profesionales con pequeñas empresas startups.

En Asturias hay, en este sentido, mucha tradición, numerosas iniciativas tanto públicas tanto como privadas. En Oviedo, por ejemplo, está el espacio coworking del Talud de la Ería, en Langreo el del centro de empresas de Valnalón (primero de este tipo en esa localidad), o en Gijón el anunciado recientemente en el Centro Municipal de Empresas, por citar solo algunos.

En ellos podemos ver trabajar a los llamados nómadas digitales internacionales, pero también a autónomos que requieren en algún momento de una sala de reuniones o que visitan la ciudad por trabajo y aprovechan la jornada.

El negocio de ofrecer el uso en vez de la propiedad

Comprar herramientas y costosa maquinaria, tanto los profesionales autónomos, como los particulares y las pequeñas (incluso grandes) empresas, resulta caro e ineficiente. Por eso, cada vez más optan por alquilar los equipos, usarlos para su proyecto y después olvidarse. Aunque participe una empresa privada, es plenamente Es un negocio colaborativo porque se pueden compartir las máquinas tienen un uso intensivo durante toda su vida útil, en lugar de ser producidas con un alto coste medioambiental, ser escasamente utilizadas hasta su pérdida de valor y después quedar olvidadas en un rincón.

¿Qué dicen las instituciones de esto? La Estrategia Española de Economía Circular habla del concepto de dar impulso a la servitización, es decir, el paso de la propiedad de un producto al acceso a un servicio: «la economía circular pretende concentrar los esfuerzos en el inicio de la cadena: en la fase de diseño para lograr la durabilidad del producto combatiendo la obsolescencia programada e impulsando la servitización, su reutilización, reforma, reciclado y reprocesamiento de los componentes».

También la Estrategia de Economía Circular del Principado de Asturias recoge este concepto para «repensar los modelos de negocio: sistemas de retorno, remanufactura, servitización (…)».

La empresa asturiana GO España es un ejemplo de estos nuevos usos de los productos, en este caso herramientas. Lo explica su CEO, Gloria Gómez Embil: «Nosotros ofrecemos el alquiler de máquinas desde un taladro a una excavadora de nueve toneladas».

El alquiler es relativamente nuevo, nace en los 60 en Europa, dice, «pero nosotros somos pioneros. La compra es una tendencia a extinguir, la ocupación no es la adecuada ni sostenible». De esta forma, los usuarios, profesionales o aficionados, puedan evitar adquisiciones de máquinas para un solo uso o un uso muy esporádico.

«La gran variedad permite elegir la mejor máquina para cada trabajo en el momento adecuado; por ejemplo, en una excavación se irá utilizando desde el tamaño de más grande al más pequeño, se puede adaptar las necesidades que tienes al tipo más eficaz», dice Gómez Embil.

Una empresa de este tipo favorece, asegura, un material duradero y con buen mantenimiento, de forma que la vida útil de la máquina es la adecuada. Se exprime al máximo dentro de lo razonable y, cuando está obsoleta, se vende o se recicla.

¿Ni coche ni cocina?

La movilidad es uno de los procesos que más rápidamente está evolucionando en los últimos años. En parte por el encarecimiento de la energía y los propios vehículos, en parte porque a los jóvenes ya no les interesa tanto poseer uno. Quieren moverse de A a B, y ya está. Sin depender de talleres, seguros y aparcamientos. Es el signo de los tiempos.

Por eso surgieron -como una dura competencia con los taxis y empresas tradicionales de alquiler- algunas grandes compañías que promueven (Blablacar) o directamente ofrecen el uso de un vehículo (Uber).

En el ámbito regional y con una vocación mucho más amplia, la empresa Baldajos creó Hi! Mobility, lo que ellos llaman “la primera empresa de movilidad multimodal en Asturias” de vehículos 100% eléctricos. Se puede usar para acceder a coches, motos, furgonetas, patinetes e incluso bicicletas eléctricas a través de una app.

También está Guppy, que se define como «el primer servicio de carsharing en Asturias y Cantabria, un servicio de movilidad sostenible». Detrás de este proyecto están el centenario Grupo Junquera marítima y, entre otros profesionales, el joven Pablo Campos-Ansó, responsable de innovación y desarrollo. Ellos esperan captar a ese público que no quiere o no puede tener un coche en propiedad tradicional con todo lo que ello conlleva: gastos, mantenimiento, seguros aparcamiento...

En otro aspecto menos conocido, pero igualmente interesante, una pequeña empresa de Gijón, Kokomo Cocina, ofrece desde su web desde hace varios años cursos y también un espacio de cocinas que cualquiera puede alquilar para organizar su propio evento: dar clases, charlas, reuniones o simplemente organizar un encuentro de amigos en el que cocina uno mismo.

Las posibilidades para el futuro son inmensas: textiles, elementos tecnológicos, vivienda... un nuevo mundo en el que acercarse, cada vez más, a la sostenibilidad y la economía circular. Cogersa lleva años explicando, en actividades como la Semana de la Prevención de Residuos que volverá a celebrarse el próximo mes de noviembre, que el mejor residuo es el que no se genera, el que evitamos cuando pensamos antes de comprar y antes de tirar. El uso compartido es parte de este camino.

con la colaboración de