ARENA: ciencia y compromiso para proteger la vida acuática asturiana

OFRECIDO POR FICYT
Blanca Bustillo

ECONOMÍA SOCIAL

El Cantábrico y los ríos de Asturias guardan secretos que hablan de supervivencia, adaptación y futuro. El grupo ARENA trabaja para descifrarlos, proteger la biodiversidad acuática y anticiparse a las amenazas del cambio climático

13 jun 2025 . Actualizado a las 11:06 h.

El cambio climático no solo derrite glaciares o altera estaciones. También transforma el comportamiento de los peces, reduce el caudal de los ríos y abre la puerta a parásitos que antes no estaban. En medio de este escenario incierto, un equipo de investigadores asturianos intenta anticiparse y diseñar posibles respuestas desde la ciencia.

El grupo ARENA, vinculado a la Universidad de Oviedo, ha asumido un reto tan ambicioso como necesario: proteger los recursos acuáticos de Asturias frente al cambio global. Lo hacen desde una mirada multidisciplinar que conecta genética, ecología, oceanografía y también educación y participación ciudadana. Y lo hacen con el apoyo del Gobierno del Principado de Asturias -Consejería de Ciencia, Industria y empleo-  y la Agencia SEKUENS con la colaboración técnica de FICYT.

Un diagnóstico integral de los recursos acuáticos asturianos

El grupo de investigación ARENA trabaja para anticiparse a los efectos del cambio climático y proteger un patrimonio natural tan vital como frágil: los recursos acuáticos de la región.

Una de las líneas más activas del grupo, liderada por la catedrática Eva García Vázquez, estudia la biodiversidad y la salud medioambiental de los productos pesqueros asturianos.

¿Qué ocurre cuando el mar que también nos alimenta, arrastra metales pesados y microplásticos? El equipo ha comenzado a dar respuestas y aunque los niveles encontrados no son generalmente alarmantes, sí muestran una contaminación significativa que varía según las especies.

«Por ejemplo, las merluzas acumulan más microplásticos que las angulas, pero estas contienen más metales pesados que los salmones», explica la investigadora. Los contaminantes afectan a todas las especies estudiadas, alterando su genética y debilitando su estado físico, lo que compromete su capacidad de adaptación y reproducción.

Los investigadores trabajan con la premisa de entender cómo afecta el entorno cambiante a las especies para poder tomar decisiones eficaces, desde restaurar hábitats hasta ajustar los calendarios de pesca. Se trata de poner soluciones antes de que los daños sean irreversibles.

Cinco líneas, un mismo propósito

ARENA se estructura en cinco líneas de investigación que se refuerzan entre sí. Algunas aplican técnicas de ADN ambiental para detectar especies marinas en el Cantábrico, como tiburones y rayas. Otras rastrean especies clave en los ríos, como la anguila o el salmón, junto a sus amenazas biológicas.

La dimensión genómica es central en este proyecto. A través del estudio de los genes y sus cambios a lo largo del tiempo, el equipo busca respuestas sobre cómo sobreviven —o no— los peces migratorios vulnerables frente a contaminantes y otros factores de estrés como la temperatura.

Pero ARENA no se queda en el laboratorio. El grupo promueve una ciencia que pisa el terreno, que escucha a quienes conviven a diario con el medio acuático: pescadores, escolares, voluntarios o docentes.

En proyectos como «Cuidamos del Agua», decenas de estudiantes de primaria y secundaria, junto a asociaciones y ONGs medioambientales, colaboran activamente en la recogida de muestras y el análisis de la calidad del agua en los ríos asturianos. Lo hacen siguiendo protocolos científicos, con el apoyo del equipo investigador y aprendiendo a observar su entorno de forma crítica y comprometida. Y lo hacen con una sensibilidad sorprendente.

«Una niña de Lieres, viendo una imagen de plásticos en el agua, me preguntó si la gente come basura», recuerda Eva García Vázquez. «Entendía perfectamente que si un pez ha ingerido plástico, y luego lo comemos nosotros, también lo ingerimos».

Investigación útil, aplicada y con futuro

ARENA busca generar datos, sí. Pero sobre todo, busca que esos datos sirvan para algo. Para conservar lo que aún tenemos, para recuperar lo que se ha perdido, para que las decisiones de hoy tengan sentido mañana.

El grupo trabaja también en herramientas sociales que permitan implementar medidas realistas con el apoyo de los sectores implicados. «Los pescadores, los educadores o las asociaciones medioambientales aportan una visión empírica que enriquece enormemente la investigación», subraya García Vázquez.

El respaldo de FICYT ha sido clave para consolidar este enfoque de ciencia aplicada y cooperativa. Gracias a su financiación, el grupo ha ampliado líneas, incorporado nuevas especies y reforzado su capacidad de análisis.

«Entender y visibilizar la importancia y sostenibilidad de nuestros recursos naturales acuáticos» es, según Eva García, el gran valor de ARENA. Un valor que, visto el contexto, no es pequeño.