A 2.000 metros bajo el mar Cantábrico, un equipo ROTV registra corales y esponjas centenarias sin perturbarlos. La escena la registra el Politolana, un vehículo dirigido a distancia, diseñado por el grupo ECOMARG, beneficiario de una ayuda a grupos de investigación del Principado de Asturias
22 sep 2025 . Actualizado a las 11:22 h.El grupo de investigación ECOMARG (IEO-CSIC), con sede en los Centros Oceanográficos de Gijón y Santander, lleva dos décadas estudiando la vida que habita en el fondo marino, los hábitats vulnerables y la conexión entre diferentes Áreas Marinas Protegidas (AMP).
Su trabajo se extiende desde las profundidades del Cantábrico hasta las aguas polares, con un propósito común: entender cómo funcionan los ecosistemas marinos y qué necesitan para sobrevivir.
«No se puede proteger lo que no se conoce», indica Pilar Ríos, investigadora principal del grupo. Y esa declaración no es un lema al uso, sino la frase que condensa la filosofía de ECOMARG: hacer de la investigación una herramienta directa al servicio de la conservación.
Ecosistemas conectados
Los integrantes de ECOMARG han estudiado desde el sistema de cañones de Avilés y El Cachucho hasta aguas de Canadá, Namibia, el canal de Mozambique, el Ártico o la Antártida.
En estos escenarios han identificado en los últimos años nuevas especies para la ciencia, como Tedania rappi o Biemna begonae. Y en breve publicarán la descripción de diez especies antárticas nunca catalogadas antes.
Para Ríos, el descubrimiento de nuevas especies no es un logro aislado. Es la base para entender cómo funcionan los ecosistemas y cómo se relacionan con la pesca, la genética o incluso la biomedicina.
Ese conocimiento va más allá de la clasificación de especies. Uno de los aprendizajes más claros del grupo es que proteger áreas marinas aisladas ya no basta. El futuro de los océanos depende de la conectividad: de cómo los individuos se desplazan entre regiones y de cómo las larvas encuentran un lugar donde fijarse y desarrollarse.
Un caso ilustrativo es el del estudio de la esponja Phakellia ventilabrum que reveló que las poblaciones del Cantábrico y el norte de Portugal están conectadas, mientras que no lo están con las de Francia o Canadá. Esto significa que, si desaparecieran en aguas ibéricas, su recuperación sería casi imposible y se verían afectadas también especies de peces comerciales que dependen de ellas como refugio.
Pilar Ríos subraya que la conectividad es, en realidad, la garantía de resiliencia de los ecosistemas; sin ella, las pérdidas locales se convierten en pérdidas irreversibles.
Tecnología que abre caminos
Comprender cómo se relacionan las especies es solo una parte del reto. Para llegar a ese conocimiento, el grupo ha tenido que apoyarse en nuevas herramientas tecnológicas que multiplican su alcance sin dañar el medio.
Aunque siguen empleando métodos clásicos para identificar ejemplares y mantener colecciones de referencia, ECOMARG se ha apoyado en nuevas herramientas tecnológicas que aceleran resultados y amplían el alcance de su trabajo.
Vehículos submarinos no invasivos, análisis de ADN ambiental y algoritmos de inteligencia artificial permiten hoy reconocer automáticamente especies tridimensionales de arrecifes de aguas frías y campos de esponjas.
«Son tecnologías que nos dan una imagen en directo del fondo marino y que permiten trabajar sin alterar su supervivencia», señala Ríos.
Este conocimiento tiene una aplicación directa en la monitorización del AMP El Cachucho. En 2011 se aprobaron las correspondientes medidas de conservación y desde entonces, el grupo monitoriza esta AMP y proporciona información clave a las administraciones para decidir medidas de conservación.
Microplásticos, un reto con impacto humano
Los microplásticos muestran hasta qué punto los problemas del océano son también nuestros. Y ahí es donde la investigación de ECOMARG trasciende la ciencia para conectar directamente con la vida cotidiana y con el futuro de todos.
Las ayudas del Principado de Asturias para el periodo 2025-2026, convocadas por la Consejería de Ciencia, Industria y Empleo a través la Agencia SEKUENS y gestionadas por FICYT, han permitido al grupo abrir una línea de investigación centrada en microplásticos en organismos filtradores, especialmente esponjas.
Gracias a este respaldo, el equipo puede contratar personal, actualizar metodologías y reforzar sus capacidades. Es un apoyo que garantiza la continuidad de un trabajo con gran proyección de futuro.
El objetivo es analizar muestras recogidas en el Área Marina Protegida de El Cachucho y comparar la evolución de esta contaminación en los últimos años.
«Sabemos que los microplásticos afectan a la salud de los organismos marinos y pueden llegar a impactar también en la de las personas», advierte Ríos.
El mar guarda respuestas que aún no conocemos, pero investigaciones como las de ECOMARG acercan esas respuestas a la sociedad y a quienes toman decisiones. Porque cada especie descubierta, cada hábitat cartografiado y cada dato compartido nos acerca a un océano más protegido y a una sociedad más consciente de lo que está en juego.