Metabolómica nutricional para entender las enfermedades oculares neurodegenerativas y promover un envejecimiento saludable
OFRECIDO POR FICYTINNOVACIÓN
El grupo Analytical NutriAgeing, liderado desde el IPLA-CSIC, combina talento multidisciplinar y colaboración público-privada para abordar los retos del envejecimiento ocular con el apoyo del Gobierno del Principado de Asturias - Consejería de Ciencia, Industria y empleo- y la Agencia SEKUENS con la colaboración técnica de FICYT
13 jun 2025 . Actualizado a las 11:07 h.Asturias cuenta con una red de grupos científicos que, gracias al apoyo de FICYT, desarrollan investigaciones con vocación aplicada y profunda conexión con las necesidades sociales del territorio. Uno de esos grupos es Analytical NutriAgeing, liderado por el Dr. Héctor González-Iglesias desde el Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA-CSIC), y que centra sus esfuerzos en comprender y frenar los efectos del envejecimiento sobre la salud visual.
El proyecto, beneficiario de la convocatoria autonómica de ayudas a grupos de investigación para el período 2025-2026, combina disciplinas como la química analítica, la nutrición, la biología molecular o la oftalmología clínica, con el objetivo de encontrar claves moleculares que permitan avanzar en el diagnóstico precoz y en la prevención de enfermedades visuales asociadas a la edad a través de la alimentación. Pero más allá de sus líneas de investigación, lo que destaca es su modelo de trabajo: un ejemplo de colaboración científica interinstitucional que pone en valor el papel de la ciencia como herramienta de impacto directo en la calidad de vida.
«Nuestra colaboración se fundamenta en la generosidad, predisposición y visión compartida de todas las instituciones implicadas», señala González-Iglesias. El grupo opera bajo un protocolo marco firmado entre el IPLA-CSIC, la Fundación de Investigación Oftalmológica (FIO) y el Instituto Oftalmológico Fernández-Vega (IOFV), al que se suman la Universidad de Oviedo y el CIB-CSIC. «El presente y el futuro de la investigación pasan por una colaboración público-privada eficiente, con una clara orientación hacia la aplicación clínica», añade.
Gracias a esta alianza, los investigadores disponen no solo de equipamiento puntero y acceso a muestras clínicas, sino también de una red de profesionales que permite abordar los problemas desde una perspectiva integral. La metabolómica nutricional, el análisis de metabolitos relacionados con la dieta, se convierte así en una vía concreta para desarrollar soluciones aplicables, pero no sería posible sin un ecosistema colaborativo como el que se ha consolidado en este proyecto.
Una de las claves tecnológicas del grupo es el uso de plataformas de espectrometría de masas de alta resolución como la unidad de metabolómica del IPLA-CSIC, una herramienta que permite detectar y cuantificar miles de compuestos presentes en fluidos biológicos en concentraciones mínimas. Estas plataformas son esenciales, por ejemplo, para analizar lágrimas, un tipo de muestra muy valiosa pero extremadamente limitada en volumen.
De hecho, uno de los mayores desafíos que ha enfrentado el equipo ha sido precisamente ese: adaptar tecnologías analíticas de alto rendimiento al análisis de muestras biológicas de volumen extremadamente reducido, sin comprometer la calidad de los resultados. «Analizar una lágrima o un cultivo celular exige llevar al límite la sensibilidad del sistema. A esto se suma la dificultad de integrar datos procedentes de disciplinas tan diversas como la biología, la química y la clínica. Requiere coordinación, comunicación constante y un esfuerzo humano notable», afirma González- Iglesias.
El equipo humano es otro de los pilares del grupo, tanto en lo científico como en lo personal. «Contamos con especialistas en espectrometría de masas, biología molecular y celular, oftalmología, bioinformática y genética, y también con técnicos y personal predoctoral que sostienen el trabajo diario con una implicación admirable», destaca el investigador. Jóvenes como Marcos Bouza —Científico Titular del IPLA-CSIC y ex-Ramón y Cajal— o investigadoras como Lydia Álvarez, Montserrat García, Beatriz Fernández-Vega o Maribel López representan una nueva generación comprometida con la ciencia hecha desde Asturias y para Asturias.
Ese compromiso territorial no es menor. Según González-Iglesias, el envejecimiento demográfico de la comunidad ha sido un impulso para enfocar la investigación en problemas visuales relacionados con la edad. Pero más allá del laboratorio, el grupo también trabaja en la divulgación de la importancia de la nutrición en la prevención de este tipo de enfermedades. «Queremos transmitir que la salud visual también se cuida desde el plato», apunta.
En el horizonte, el grupo se plantea avanzar en la miniaturización de tecnologías analíticas, explorar nuevos nutracéuticos con potencial terapéutico y aplicar inteligencia artificial para manejar grandes volúmenes de datos. «Nos gustaría investigar más a fondo el desarrollo de metodologías aún más robustas que nos permitan detectar y cuantificar un mayor número de moléculas en muestras biológicas muy complejas, incluso en volúmenes extremadamente reducidos», detalla González-Iglesias.
La transferencia del conocimiento forma parte de esa hoja de ruta. El grupo mantiene contacto con el sector farmacéutico y nutracéutico, y trabaja para reforzar su conexión con el Instituto de Investigación Sanitaria del Principado de Asturias (ISPA), una pieza clave para llevar los avances científicos al sistema de salud. «Estamos especialmente interesados en estrechar lazos con actores clave del ecosistema sanitario asturiano, porque queremos que nuestros resultados repercutan de forma real en la vida de las personas», subraya.
En definitiva, el caso de Analytical NutriAgeing es una muestra del valor que tiene la ciencia cuando se articula desde el territorio, se conecta con la sociedad y se apoya en redes de colaboración estables. FICYT actúa aquí como puente entre talento, tecnología y necesidades sociales, en una apuesta firme por una investigación con impacto real.