«Gran Hermano 17» da con la clave para levantar la audiencia

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La quinta gala frena la caída del «reality», que se convierte en la segunda opción para el espectador con un 20,2 % de cuota de pantalla

07 oct 2016 . Actualizado a las 18:09 h.

Gran Hermano 17 lo ha conseguido. Dos días después de que Mercedes Milá se lanzase a criticar el desplome de audiencia del que durante quince ediciones fue su programa, la quinta gala de la actual entrega del reality logró este jueves una espectacular remontada. El programa, presentado ahora por Jorge Javier Vázquez, se convirtió esta semana en la segunda opción para el espectador con un 20,2 % de cuota de pantalla, solo superado por el fútbol. Llevaba semanas en caída libre. Parecía que el público, cansado de más de lo mismo y poco convencido con el cambio de moderador, había decidido darle carpetazo al formato en su decimoséptima embestida. Y de repente, los números han dado un vuelco. ¿Cómo ha conseguido el concurso volver a meterse a los que un día fueron sus incondicionales en el bolsillo?

Con una fórmula vieja y manoseada en Gran Hermano, una maniobra que siempre le ha funciona al espacio de Telecinco y de la que -los más fieles del formato lo saben- la productora no ha dudado nunca en echar mano cuando las cosas se le han puesto más feas: los vínculos sentimentales entre sus concursantes, las relaciones afectivas. El amor, en definitiva. O el calentón, según el caso. Los vídeos de esta última semana han tenido básicamente seis protagonistas: Pol y Adara; Bea y Rodrigo; y Clara y Fernando. En este mismo orden, con esta misma disposición de los elementos.

Los dos primeros integran la primera y de momento única pareja oficial de la casa de Gran Hermano 17. En un par de semanas ya han atravesado por (casi) todas las fases posibles en una relación: tonteo, besos, roces y mimos, enfados, discusiones a grito pelado, decepción, celos, ruptura y reconciliación. Este martes, la audiencia decidió poner en la cuerda floja al 50 % de la historia y envió a Adara al apartamento de al lado. Dos días fueron suficientes para que se le ablandase la patata y ayer, desandando lo andado, optó por devolverla a los brazos de Pol. 

Similar situación se dio en el caso de Rodrigo y Bea, que, de momento, todavía no se han rozado. Solo lloran y se ríen, y se abrazan y se dicen lo guapos que están. A tres movimientos, en apariencia, de acabar convertidos en la segunda pareja de Gran Hermano 17, la valenciana y el madrileño llevan días deleitando a la audiencia con un quiero y no quiero, con un me muero de ganas pero no se si debo. Como a Adara, el martes el veredicto de los espectadores exilió a Bea a la casa de al lado dejando a Rodrigo sumido en la más absoluta tristeza. Hasta que llegaron las nuevas y le pusieron la sal que le faltaba al culebrón

Desde el adosado, Adara y Bea tuvieron la oportunidad de contemplar cómo lo pasaban Pol y Rodrigo en una fiesta que, inteligentemente, Gran Hermano 17 organizó la noche del miércoles. Frente al televisor, ambas concursantes derramaron lágrimas y afilaron las uñas. Y mientras, en sus casas, los seguidores del concurso se frotaban las manos. Llevaban semanas esperando la telenovela de esta edición y ahí estaba. 

Para coronar la noche, a Bea le tocó a su llegada al plató de Gran Hermano 17 una vida extra. Una de sus cajas -la que le había cedido Montse- contenía la salvación y, siguiendo las normas de esta edición, regresó pletórica, por donde vino, a la casa de la sierra madrileña. Lo que pasará a partir de ahora se intuye por la reacción en Guadalix cuando la expulsada semanal se reincorporó a la carrera por el maletín. Rodrigo se desmarcó del resto. Visiblemente emocionado fue el primero en abrazarla y, tras haber reflexionado minutos antes sobre los prejuicios, no se separó de ella el resto de la noche.  

El tercer y último romance que mantiene al alza los índices de audiencia de Gran Hermano 17 se libra entre Fernando y Clara. Él tiene novia fuera, ella está soltera. Y, aunque ambos defienden que son solo amigos, su relación es cada vez más estrecha. En el último capítulo, Clara le confesó al gaditano todos sus sentimientos, segura de que él, en determinada medida, también le correspondía. Y ahí están. En ese punto que tan bien conocen los espectadores del concurso. Ni para delante, ni para atrás. Pendientes de dar el paso o dejarlo todo en un arranque de ternura y confusión motivado por el encierro.