La diva pop se pone vaquera

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Un viaje a Nashville inspiró a la australiana para darle un toque country a «Golden», su nuevo disco. Se trata de un sonido explorado hace años con éxito por Taylor Swift

19 abr 2018 . Actualizado a las 11:26 h.

Cuando en el 2001 Kylie Minogue se consagró como la pop-star definitiva cantando I Can’t Get Out Of My Head se creó una cima insuperable. Ese pop blanco y de cabellos rubios, bailable y para todos los públicos, alcanzó en esa pieza una expresión plástica irresistible y una perfección equiparable a lo que en su momento fue el Be My Baby de The Ronettes o el Dancing Queen de Abba. Desde entonces, nadie la pudo siquiera rozar. Hubo que esperar al 2014, cuando Taylor Swift editó 1989 para encontrar algo equiparable. Sí, canciones como Shake It Off o Blank Space poseían ese mismo brillo de diamante. Y, en cierto modo, se constataba que la americana ocupaba su lugar.

Por ello resulta curioso el giro dado por Kylie Minogue en Golden. La artista acudió en el 2017 a Nashville y se dejó empapar de su fragancia country. Igual que le ocurrió a Justin Timberlake con The Woods respecto al folk, en esa escapada sonora la australiana encontró un modo de no repetirse sin salirse mucho de su estilo. Ella mismo lo dice. No es Dolly Parton. Más bien es Dolly Parton bajo la bola de espejos deslumbrada por los juegos de luces. La cuestión es que, si tiramos del hilo de Taylor Swift y vamos a su pasado, llegamos a algo similar en sus inicios: un pop luminoso y almibarado bañado de country.

Aventurarse en afirmar si ahí radica la inspiración del giro sería dar fuerza motriz a una posible coincidencia. Pero, en esos niveles de la industria pop, rara vez se da una puntada sin hilo y se examina a la competencia constantemente. Sea lo que sea, el ya 14.º álbum de Kylie Minogue no pasará a la historia de sus grandes discos. Tampoco de sus grandes singles. Y ahí es donde radica el problema: un trabajo suyo sin un par de canciones para el greatest hits se queda cojo. Dancing, el single de adelanto, se quedará en la pieza country correcta de Kylie, del mismo modo que 2 hearts fue la pieza roquera correcta cuando salió en el 2010. Pero nada más.

Las otras canciones que la pueden suceder como sencillos (Stop Me From Falling o Golden, por ejemplo) seguramente pasen el corte de mínimos, pero quedan distantes de su mejor nivel. Es en temas menos obvios y más alejados del híbrido entre banjos y beats donde destaca. Por ejemplo Shelby 68 (acercándose a la actual Taylor Swift, por cierto) o Music’s Too Sad Without You (bonita balada junto a Jack Savoretti). Al final ahí (y en alguna inmersión campestre como A Lifetime to Repair o un ejercicio de pop saltarín como Every Little Part Of Me) se encuentra lo mejor de Golden. Todo mientras esperamos su gran disco de madurez.