Babe, la cerdita que no pudo salvarse dos veces de la muerte

Mónica Pérez
M. Pérez REDACCIÓN / LA VOZ

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Convertida en mascota por una familia durante varios años, terminó siendo sacrificada por la mujer a la que le habían encargado cuidarla tras mudarse

10 abr 2019 . Actualizado a las 20:18 h.

Esta es una historia que podría haber sido contada en un libro, como el célebre Rudi, el cerdito de carreras, de Uwe Timm, (que ha hecho las delicias de millones de adolescentes en las últimas décadas), o en una película, la de Babe, el cerdito valiente, basado también en un libro infantil. Los dos cerdos dejaron una vida condenada al sacrificio y ha convertirse en alimento, para dedicarse a las carreras y al pastoreo de ovejas, unas actividades poco comunes entre los de su especie. Y tuvieron final feliz, parecido al del gallego Quinín, que se salvó del San Martiño y terminó muriendo de viejo a los 14 años en su retiro dorado de Carral.

Pero la de Babe, como así se llama el protagonista del un polémico juicio celebrado en Francia hace unos meses y del que ya se conoce la sentencia, es una historia cargada de buena intención que terminó con el peor de los finales. Babe, una hembra de cerdo de apenas dos meses, fue salvada de su cruel destino por una familia y domesticada para ser una mascota más de la familia Sourdon, que vivía en una localidad de la Bretaña francesa llamada Saint-Jacut-les-Pins. «Acogimos a Babe cuando tenía dos meses. Era pequeñita. Era un cerdo de granja, pero la domesticamos como un animal de compañía», recordaba aún sin poder creerse lo ocurrido Laurence Sourdon al periódico Ouest France. La vida cómoda y plácida de Babe en compañía de su familia cambió de forma brusca cuando tuvieron que trasladarse a otra ciudad y no pudieron llevarse a la cerda con ellos. Así que comenzaron a buscar un lugar para que pudiesen acogerla. 

Encontraron a una mujer que tenía en su casa sitio para Babe y, suponían, la cuidaría perfectamente. «Hicimos un contrato de cuidado con ella», con la posibilidad de ir visitarla e incluso recuperarla si era necesario. Durante un tiempo la relación entre las dos partes fue normal, y la familia de Babe recibía puntualmente noticias de cómo le iba a la cerda en su nuevo hogar. «Hasta me dijo que se escapó dos veces y que había reforzado el corral», añadió Laurence Sourdon.

Pero todo se complicó cuando la familia quiso visitar a su antigua mascota, que por aquel entonces pesaba sobre unos 100 kilos. Tras varios intentos infructuosos de ir a ver a Babe, la familia finalmente se enteró de que había sido sacrificada y sus restos estaban almacenados en la vivienda para su consumo. La policía francesa halló grandes cantidades de carne de cerdo en la casa y la cuidadora terminó confesando el triste final de Babe. 

Ella alegó que el animal comía demasiado y además ya se le había escapado en varias ocasiones, así que decidió entregarselo a su exmarido para que lo matase. El hombre, sin embargo, asegura que desde un principio las intenciones de la mujer que acogió a Babe fueron comérsela. 

La indignación de la familia Sourdon fue tal que inició una recogida de firmas para pedir justicia para Babe. En ella explicaba que el contrato que había firmado con su cuidadora prohibía expresamente su sacrificio o venta. Y finalmente obtuvieron la justicia que demandaban, en un juicio bastante esperpéntico, finalmente, lograron que se condenase a la mujer que cuidaba a Babe a tres meses de cárcel (que no tendrá que cumplir) y a una multa de 500 euros.