Paula Vázquez: «Han pasado treinta años y tengo una relación menos dependiente de la tele»

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

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Paula Vázquez presenta «Celebrity Bake Off España»
Paula Vázquez presenta «Celebrity Bake Off España» Amazon Prime Video

La presentadora ferrolana regresa a la pantalla con «Celebrity Bake Off», un concurso de postres protagonizado por famosos de Amazon Prime

18 dic 2021 . Actualizado a las 18:52 h.

Paula Vázquez (Ferrol, 1974) pensó que un programa de postres sería un reto ligero, pero ha descubierto que una tarta jugosa es fruto de un preciso equilibrio de ingredientes y proporciones. La presentadora gallega asegura que su nuevo concurso Celebrity Bake Off España, que acaba de estrenar en Amazon Prime, es también el resultado de una combinación de habilidades culinarias, competitividad y humor desplegadas por doce participantes: Chenoa, Andrés Velencoso, Soraya, Adriana Torrebejano, Yolanda Ramos, Pablo Rivero, James Rhodes, Iturralde González, Paula Gonu, Joan Capdevila, Esperanza Aguirre y Esty Quesada. «Estoy muy contenta con el resultado final», afirma.

—¿Por qué eligió este concurso para su regreso a la pantalla?

—Fue un flechazo. En cuanto me hablaron del formato y me pasaron unos vídeos con ediciones de otros países, el británico me gustó mucho. No hablé ni de caché, dije que sí quería hacerlo. Ha sido muy gratificante y divertido.

—¿Es seguidora de los programas del género gastronómico?

—No especialmente. No lo elegí por el género culinario, sino por el formato en sí y por cómo se cuentan las historias. Es un tipo de edición muy dinámica y genera mucho contenido en poco tiempo. Me parece muy divertido. Me gustó más la tarta terminada, es joyería cómo el programa crece y cómo ellos se superan. Los dos miembros del jurado están increíbles y lo hacen genial. Frédéric Bau, que es francés y un genio de la pastelería y ha hecho ya muchos programas, me decía: «Nunca he estado haciendo ningún programa de este tipo en el que los famosos se lo hayan tomado tan en serio y hayan hecho las cosas tan bien». Nos sorprendimos muchísimo, porque en la edición británica, que me gustó mucho porque estaba contada con mucha gracia, hacían unos truños... Pero en nuestro caso hubo varios cocinillas que empezaron a retarse entre ellos y los demás vieron que si no se ponían las pilas iban a quedar muy mal, así que al final les han salido unos postres espectaculares. Como dice Ana Ansola, la directora, íbamos a hacer un programa de cocina y nos ha salido una comedia.

—Los concursos con famosos se benefician de sus tablas y experiencia en el medio, algo que los anónimos no ofrecen.

—Sin duda, el hecho de que los participantes sean gente vinculada con el mundo de la imagen hace que nos ayuden muchísimo y favorezcan mucho a cámara. No hablo de poses, sino de que generan mucho contenido, hablan mucho, cuentan sus historias personales, emulan sus recuerdos o unos árboles genealógicos que alucinas, como el que tiene Chenoa, que tiene un mestizaje enorme. Lo que aporta este programa es que conoces al personaje fuera de donde normalmente lo tienes encasillado. Pablo Rivero ha sido para mí un descubrimiento increíble. Todos los que lo hemos seguido en su carrera en Cuéntame conocemos una faceta que no tiene nada que ver con cómo es él de divertido, con su vis cómica. Y esto me ha pasado con muchos más. El casting ha sido fabuloso. Durante la grabación estuvimos viviendo en un antiguo monasterio los concursantes, los presentadores y ya. Normalmente estoy aislada con el resto del equipo, pero por primera vez me he tenido que quedar con los concursantes por el tema covid. Al final desayunas, comes y cenas con ellos y se crea una gran familiaridad. Y ellos a las 9.30 se levantaban de la cena para irse a estudiar la receta del día siguiente, porque la repostería es complejísima. Pensé que un programa de postres sería algo sencillo, pero he descubierto que es matemática pura. Como te vayas en un grado o un atemperado o un gramo de menos tienes que tirarlo todo. Es increíblemente delicado.

—Con dos presentadores gallegos, usted y Brays Efe, ¿hay tarta de Santiago o filloas en el menú?

—De momento en esta edición no ha habido nada especial, pero ojalá haya más ediciones y venga alguien de la tierra que nos haga algo bien chulo.

—Forma con Brays Efe una pareja complementaria: la veteranía y experiencia de Paula Vázquez frente a la figura emergente que él representa.

—Para mí ha sido un descubrimiento y un alegrón cuando me dijeron que era él. Lo primero que pensé fue: ¿pero ese chico no es gallego? Y sí lo es. Aunque se crio en Canarias, se nota que sus orígenes están en Galicia. Y eso también fue un flechazo. Trabajar con él ha sido muy enriquecedor, encontrarte con alguien que, aunque no ha hecho entretenimiento de este tipo, tiene una cultura del entretenimiento muy grande. Yo creo que es superdotado. Hablar con él es fascinante por los criterios que tiene y su calidad como persona. Y la seguridad que emana cuando improvisa. Es muy espontáneo, pero muy inteligente, y entonces resulta muy brillante. Estoy muy contenta de estar con él.

—¿Cómo ha vivido este reencuentro con la tele, con la que ahora mantiene una relación esporádica?

—Tengo una relación menos dependiente de la tele, a veces por razones ajenas a mí y otras por voluntad propia. Han pasado treinta años desde que empecé en televisión y ya necesito mis tiempos; ya me lo merezco y me lo he ganado. Y ahora me apetece hacer cosas que me gusten y que las pueda defender. Ahora con el tema de las plataformas se está diversificando mucho el tipo de entretenimiento y se está profesionalizando. Antes con las teles generalistas tenías que llegar a todo el público, pero ahora no pasa nada si haces algo muy gourmet, como han sido otros formatos que he hecho en plataformas como Netflix y Movistar y ahora en Amazon. Por un lado, hay un cambio muy grande, porque la tele caduca. Cuando terminabas un programa de tres horas que te había costado un mes preparar y decías «adiós, buenas noches», ahí se acababa todo. Pero ahora lo que hacemos se queda en una plataforma colgado. Ya no le dices a la gente «te perdiste el programa, fue el jueves por la tarde». Ahora le dices póntelo cuando quieras, porque está ahí y va a durar. Y otra cosa que me ha gustado mucho es que el programa tiene créditos: dirección, producción, el equipo... Es algo que tiene el cine pero la tele nunca lo ha tenido y me parece muy bonito que por fin haya un sitio donde puedas decir quién está allí trabajando. Parece que hemos subido un poquito de nivel y me ha emocionado.

—¿Echa de menos la adrenalina del directo?

—Hay momentos en la vida en los que te apetecen unas cosas y otros, en los que prefieres otras. Hay veces en que te proponen un programa de irte tres meses de viaje en una caravana malcomiendo y maldurmiendo, porque la mayoría de esos viajes son así, y en ese momento te viene mal. Y otras veces estás deseando que te llamen y te da igual, como si tienes que irte en una bicicleta. En este momento, después de la pandemia, en que todos hemos estado con mucha abstinencia de cariño, de afecto, de cuidados y de disfrutar, este formato ha sido un bálsamo para mí y me ha llenado mucho.

—Ahora que se acaba el año, ¿le gustaría volver a dar las campanadas?

—Ya las di cinco años y ¿sabes qué pasa con estas cosas? Que al final no estás con la familia. Y pasan años y cuando te das cuenta aquel sobrino que tenía 15 ahora tiene 20. Este año no me apetecería; otro, a lo mejor sí.