Isabel Pazos, abuela de acogida: «Crío a mi nieto porque mi hija no puede hacerse cargo»

Alejandra Ceballos López / S.F

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Sandra Alonso

«Me siento muy orgullosa de mi hijo, incluso de mi hija. Uno me ayuda y la otra me ha dado lo que me hace vivir», asegura esta super mamá que, 27 años después, vuelve a cuidar de un niño en casa

13 sep 2022 . Actualizado a las 18:12 h.

El superpoder de muchas mujeres es el cuidado e Isabel Pazos lo sabe. Ha cuidado de su marido, de sus hijos, y ahora, 27 años después, vuelve a ser madre de su nieto. Como su hija no puede hacerse cargo de Q, es ella quien se encarga de él a través del programa de la Cruz Roja.

Cuando el niño nació, sus padres firmaron el consentimiento de que fuera Isabel quien quedara a su cargo, con la condición de que no pasaría a ser parte de los centros de protección de menores ni se lo entregaría a nadie más. Es lo que en el acogimiento se denomina familia extensa: un familiar se hace cargo de los niños cuando los progenitores no pueden hacerlo.

En este caso, Isabel ha cuidado de Q, su nieto, desde que nació y, en sus propias palabras, se ha convertido en su razón de vivir. «Tengo a mi nieto porque mi hija no puede hacerse cargo de él», explica sentada en el parque. Con ellos está A, su nieto menor, que dio en acogida a otra familia porque no podía hacerse cargo de los dos hermanos.

Isabel vive con Daniel, su hijo de 27 años y desde el 2018 cuidan a Q en casa. En el 2019, cuando atravesaban difíciles circunstancias a causa del cáncer del marido de Isabel, nació A, el hermano menor de Q. «En ese momento dije que no lo podía cuidar, porque para mí era imposible, y la Cruz Roja se hizo cargo. La entidad le buscó una familia de acogida a A en agosto y mi marido murió el 24 de septiembre».

En octubre, cuando A apenas tenía un mes, me entrevisté con Eva Rodríguez —la madre de acogida de A— y a través de la Cruz Roja ya pautamos los encuentros para que los hermanos se mantuvieran en contacto. Al principio fue complicado porque yo no quería socializar con nadie, mucho menos con una desconocida, pero poco a poco empezamos a vernos más, celebramos los cumpleaños de los niños juntas y todo ha ido rodado. Incluso los dos entrarán al mismo colegio este curso», relata Isabel sobre su experiencia de madre mediada por instituciones.

Daniel, su hijo de 27 años, también se ha inscrito en el programa de acogida y se hará responsable de Q en el caso de que Isabel llegara a faltar. Son una familia de composición poco común, pero donde no falta el amor y la diversión. Incluso, han extendido esos lazos hasta Eva. Se ven con ella hasta dos veces por semana, para que los niños se encuentren, y en verano o en Semana Santa ella se lleva a los hermanos juntos la aldea.

Por lo demás, Isabel va a reuniones de padres, lleva al niño a campamentos de verano, hace cursos para saber cómo responder cuando Q empiece a hacer preguntas sobre su madre, y se apoya en Daniel en el proceso de criar a su nieto. «Me siento muy orgullosa de mi hijo, e incluso de mi hija. Los quiero a los dos, uno porque me ayuda y la otra porque me ha dado lo que me hace vivir, porque si no después de morir mi marido estaría... Bueno, quizás estaría con el. A veces una está muy cansada», reflexiona.