La reina Letizia cumple cincuenta años

beatriz pallas REDACCIÓN / LA VOZ

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Dos libros repasan la figura de la monarca, cómo fue su llegada a la Zarzuela y sus casi dos décadas al lado del rey Felipe VI

15 sep 2022 . Actualizado a las 14:09 h.

«Cincuenta años es una bonita cifra para seguir intentando hacer las cosas bien en el lugar que a cada una nos corresponda». La reina Letizia habló así hace doce meses con motivo del medio siglo que celebraba entonces la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, donde ella estudió. En este 2022 es ella quien, mañana jueves 15 de septiembre, llega a la simbólica cifra de los cincuenta años aplicándose a sí misma aquella reflexión. Dos libros publicados estos días repasan la figura de la esposa del rey Felipe VI y su evolución en casi dos décadas de periodista a princesa y de princesa a reina. Letizia Real, de la periodista Mábel Galaz (La esfera de los Libros), y Letizia, una mujer real, de Carmen Duerto (Harper Collins), coinciden en utilizar para ella el mismo adjetivo, real, en el que la sangre roja y la sangre azul acaban por confluir.

«Que Letizia esté en ese puesto es un soplo de aire fresco, aunque entiendo que haya gente que no conecte con ella. Es uno de sus problemas, que a los monárquicos de toda la vida no les gusta y a los que no lo son tampoco. Ella lo tiene un poco más difícil. Creo que como princesa no estuvo a la altura, pero el papel que está desempeñando como reina es más correcto y mejor», concluye Mábel Galaz a partir de la documentación y las opiniones recopiladas. Asegura que para la renovación de la monarquía en el siglo XXI es muy positivo el papel de una mujer «que hasta los 32 años fue periodista, una persona de a pie, que vivía una vida como el común de los mortales, pagaba una hipoteca, tenía un utilitario y problemas para llegar a fin de mes».

Mábel Galaz deja constancia de que el encaje de la experiodista en su nuevo mundo no fue fácil al principio. «Se lo pusieron muy difícil en Zarzuela y ella también lo puso muy difícil. El período de adaptación fue muy duro por ambas partes. Cuando empezaron a surgir los problemas ella adoptó un papel un tanto rebelde al ver que no podía expresarse. Había comportamientos de su suegro y su cuñado de los que ella se distanció y siempre que podía decía ‘‘nosotros no tenemos nada que ver con eso’’. Siempre ha apostado por tener un cordón sanitario a su alrededor y alrededor del rey Felipe».

El papel en la cumbre de la OTAN

En este tiempo ha dejado claro que no se identifica con los salones de los palacios reales europeos, «en cambio se la vio especialmente desenvuelta en la cumbre de la OTAN en Madrid, donde fue muy valorado su papel».

Desde su entrada en Zarzuela, en noviembre del 2003, ha tenido que aprender a ser comedida en sus opiniones, asegura. «Me consta, y así lo he corroborado con mucha gente, que cuando las cámaras se van ella se relaja y habla de una forma más abierta, pero siempre es consciente de hasta dónde puede llegar —afirma la autora—. Recuerdo que cuando empezó a ejercer como prometida del príncipe hubo un acto en la Comunidad de Madrid en un momento en que se debatía la nueva ley de educación y ella se pronunció abiertamente al respecto. Algunos asistentes se sorprendieron. Rápidamente fue reprendida en privado por los asesores de Zarzuela».

Ante el misterio que rodea a la figura de la reina, su personalidad es escrutada a partir de su lenguaje no verbal, de su ropa y de un puñado de frases que han trascendido en estos años. La más repetida, el famoso «déjame terminar» que le dijo al príncipe en la pedida de mano en el palacio de El Pardo. «Aquella fue la vez en que se comportó de modo más natural y que más habló, porque desde ese momento apenas la hemos oído —explica la periodista—. Ella se había preparado un pequeño discurso en el que quería dar las gracias y decir aquello de ‘‘seguir el ejemplo impagable de la reina Sofía’’ y el príncipe la interrumpió».

Tras aquel «ejemplo impagable» que esperaba secundar, Letizia Ortiz se fue soltando pronto de la mano. «Qué curioso que ha pasado de ‘‘seguir el ejemplo impagable de la reina Sofía’’ a ‘‘no me quiero parecer en nada a mi suegra’’. Porque el tiempo ha demostrado que son dos reinas y dos personas muy diferentes con una manera muy distinta de entender su papel —señala Galaz—. En cuanto Letizia se instaló en Zarzuela, el tiempo las ha ido distanciando porque son dos mujeres ideológicamente muy distintas y procedentes de mundos muy diferentes».

La reina Letizia, en una tormenta de arena durante su último viaje a Mauritania
La reina Letizia, en una tormenta de arena durante su último viaje a Mauritania Chema Moya | EFE

Con el rey Juan Carlos la relación fue siempre distante, afirma. «En un momento determinado dejaron de intentar contarnos que había una relación cordial, porque era evidente que no. Y después de los escándalos del rey Juan Carlos la relación era totalmente inexistente. Me consta que incluso en las operaciones del rey emérito la familia iba a verlo al hospital, pero no entraba a la habitación. La reina Sofía no entraba, Letizia no entraba. Hablaban con los médicos, se hacían la foto en la puerta y se marchaban», sostiene.

Afán perfeccionista

Entre sus asignaturas pendientes, afirma, está la de pulir la imagen que proyecta en los demás. «Ella es muy perfeccionista, muy obsesionada con la excelencia, con que todo salga bien. Ya lo era como periodista. Era famosa por lo exigente que era con los editores cuando presentaba el informativo. Ese afán de perfección la lleva a ser una mujer muy rígida que puede parecer altiva y fría, curiosamente lo contrario que su suegra, que no era tan perfeccionista, no se preparaba tanto las cosas, pero sonreía mucho y se ganaba a la gente. Ella es consciente y está trabajando para mejorar, aunque sabe que no puede caer bien a todo el mundo», revela la autora de Letizia Real.

Feminista y preocupada por el impacto de las nuevas tecnologías y las redes sociales en los jóvenes, la reina tiene por delante dos retos de futuro: «Uno, ayudar a Felipe a adaptar la monarquía al siglo XXI. Ellos tienen que reinventar ese papel y adecuarlo a estos tiempos, con una monarquía sencilla, como es la nuestra, no muy cara, nada que ver con la monarquía en el Reino Unido. Y ahora su gran objetivo es preparar a Leonor para que un día pueda ser reina de España».

JUAN CARLOS HIDALGO | EFE

Un libro con los aspectos menos  conocidos de la reina

La periodista Carmen Duerto empezó a recopilar información sobre Letizia Ortiz el mismo día de noviembre del 2003 en que se hizo público el triple anuncio que sorprendió a todos: «Que el príncipe tiene novia, está comprometido y se va a casar». Asegura estar muy interesada en la figura «curiosa y cautivadora» de «la primera reina plebeya de España y la primera que tiene una personalidad atípica» para esta institución. Con «informaciones y vivencias obtenidas de primera mano», ha escrito el libro Letizia, una mujer real, donde revela algunos de sus aspectos menos conocidos.

Asegura que si a Letizia se la ha juzgado con rigor no ha sido solo por el hecho de haber llegado al trono sin proceder de la nobleza. «Es por su personalidad, su formación, por ella misma. Que su primer matrimonio fuera civil, que su madre sea sindicalista, te hace pensar que esa influencia familiar ha sido muy liberal y tal vez distante de la monarquía como institución. Creo que eso pesa más», afirma Duerto. Fue a ella a quien Letizia le dijo una de esas frases no oficiales de la reina que se han hecho célebres, aquella en la que, a una pregunta sobre las vacaciones en Palma de Mallorca, ella respondió con otro interrogante: «¿Tú crees que esto son vacaciones?». «Eso me lo dijo a mí, pero públicamente para millones de personas dijo aquello de ‘‘déjame terminar’’. Y en la catedral de Palma tuvo un incidente con la reina Sofía. Esas son cosas que marcan el carácter y su forma de ser. Como a ella no la conocemos, porque no tenemos entrevistas, eso hace que esas pequeñas pinceladas se estudien profundamente y de ahí se saquen las conclusiones en lugar de escucharla a ella».

El libro de Carmen Duerto dedica un capítulo a la comunicación no verbal de la reina. «La utiliza mucho por medio de los gestos y del atuendo. Su estética llama mucho la atención, pero ella también sabe cómo provocar que llame la atención. Sabe que si se pone una minifalda causará estupor y corrientes a favor y en contra. Si el día que va a un acto solidario de la Cruz Roja decide llevar un vestido mostrando sus abdominales sabe que el acto quedará eclipsado por eso. Me sentaría con ella y le preguntaría por qué», afirma.

Subraya la escritora que el principal cometido de la reina dentro de la institución es formar una familia y cuidar de sus hijas. «Las dos niñas han estado siempre pendientes de la madre, de lo que ella les decía. Ahora que son mayores ya interactúan más con el padre, pero de pequeñas miraban a su madre buscando su aprobación. A mí me ha ocurrido que les he preguntado algo a las niñas y ellas ponían una sonrisa, pero hasta que su madre lo autorizaba no contestaban», revela. Alguna vez se ha subrayado el hincapié de Letizia en que sus hijas lleven una vida lo más normal posible. Dice Carmen Duerto: «Eso ella lo tiene muy fácil. Felipe no pudo disfrutar de eso porque toda su familia son príncipes o reyes, pero, en el caso de Letizia, sus hijas solo tienen que frecuentar a su familia materna, porque en ella tienen la normalidad».