Un juez prohíbe a un paparazi acercarse a menos de 400 metros de Clara Chía

Martín Bastos

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Gerard Piqué y Clara Chía, hace unos días en el concierto de Coldplay en Barcelona
Gerard Piqué y Clara Chía, hace unos días en el concierto de Coldplay en Barcelona

La novia de Gerard Piqué denunció al fotógrafo por generar un «sufrimiento injustificable»

09 jun 2023 . Actualizado a las 16:44 h.

Un juez ha prohibido a un paparazi acercarse en los próximos tres meses a menos de 400 metros de Clara Chía, la pareja del exfutbolista del FC Barcelona Gerard Piqué, al concluir que, pese a las dudas de que su labor sea periodismo, por deontología no puede generar un «sufrimiento injustificable». Así lo ha acordado el titular del Juzgado de Instrucción número 6 de Barcelona en un auto de medidas cautelares, que se puede recurrir, a raíz de la denuncia de la pareja de Piqué, que sostiene que el comportamiento «agresivo, agobiante, intrusivo y provocativo» del paparazi Jordi M.G. le ha generado una «intensa angustia», según informe Efe.

El juez impone al paparazi la prohibición de acercarse a Clara Chía a menos de 400 metros de su domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro en el que se encuentre, a excepción de los actos sociales —sin contar los de su familia o amigos más cercanos— en los que el límite se sitúa en 20 metros, ni comunicarse con ella durante tres meses, un período «posiblemente suficiente» para que la joven «se recupere» y «quizás, para que pierda definitivamente el interés mediático».

De esta forma, el juez rebaja la petición de Clara Chía, que había solicitado una orden de alejamiento de mil metros, hasta los 400 metros, al considerar que el denunciado «vive de hacer fotos a famosos que estos no consienten» y que no se le puede perjudicar «más allá de lo mínimo imprescindible, nada, si pudiera ser», y que dispone de material fotográfico que le permite realizar sus funciones «a una distancia incluso de 800 metros».

Piqué y Clara Chía denunciaron al paparazi ante los Mossos d'Esquadra el 10 de mayo pasado, asegurando que el fotógrafo había accedido seis días antes, el 4 de mayo, a un aparcamiento privado para perseguirles y grabarles, y que no se trataba de una situación puntual sino que hacía meses que sufrían esta persecución, lo que les obligó a alterar sus rutinas y costumbres.

La pareja solicitaba inicialmente que se acordara como medida cautelar una orden para impedir al paparazi que se acercara a menos de 3.000 metros de ambos, aunque el pasado miércoles, en una comparecencia en el juzgado, el exfutbolista retiró su petición y su pareja la rebajó hasta los mil metros, mientras que la Fiscalía informó desfavorablemente.

La deontología periodística

En su resolución sobre las medidas cautelares —la instrucción aún sigue en marcha—, el juez sostiene que el fotógrafo, que también compareció el miércoles, se identificó repetidamente como paparazi, mientras que Piqué y Chía pusieron en duda su condición de periodista, extremo que la defensa no contradijo. Esta cuestión, advierte el juez, resulta «relevante» ya que en este caso podrían estar en juego derechos fundamentales, como la libertad de información, de expresión y de prensa.

En este sentido, remarca que el Colegio de Periodistas de Cataluña aprobó en el 2013 un Código Deontológico que establece que «el acoso intimidador y persistente es una práctica reprobable» y que, en relación con el derecho a la privacidad, las personas deben ser tratadas con «respeto y dignidad» y se deben evitar las «intromisiones innecesarias».

Para el juez, «aun cuando pueda ser discutible que la actividad del paparazzi pueda considerarse como periodismo, lo cierto es que ni aquella ni esta, pueden generar un sufrimiento injustificable en terceros», como recoge el Código Deontológico.

«Una situación límite»

El juez recuerda que el término paparazi proviene del italiano «mosquito», unos insectos cuya actividad «suele resultar molesta e incluso, a veces, dolorosa, dolor ciertamente pequeño moderado, tolerable», ya que un simple picor se resuelve «en poco tiempo». Sin embargo, reconoce que la situación de Clara Chía, por los indicios aportados a la causa, con un informe médico en el que relata que está en una «situación límite», es otra, ya que ha desarrollado un relato sobre su «sufrimiento» con palabras y gestos «sugestivos de una intensa angustia».

El juez resalta que la joven ha manifestado que su «sufrimiento» no proviene de la «lógica incomodidad» que puede producir la «exposición pública cuando esta no es deseada», ni tampoco por cuestiones concretas como no poder utilizar el transporte público o no poder salir a comer al mediodía con sus compañeros de trabajo o las dificultades de encontrarse con su familia o hacer deporte.

«Es el conjunto de todas esas privaciones, la desaparición de lo que era su vida ordinaria, la que le produce ese intenso desasosiego que, según ella, le ha llevado incluso a considerar salidas extremas», advierte el auto.

En este sentido, remarca que tanto Piqué como Clara Chía atribuyen «ese padecimiento en su intensidad» al comportamiento «agresivo, agobiante, intrusivo y provocativo» del paparazi, que reconoció en la vista que sabía que la pareja del exfutbolista estaba sufriendo mucho con su recién adquirida popularidad, aunque descartó que se debiera a sus actos sino a su juventud y falta de experiencia en estos entornos o situaciones.

Ante esta situación, el juez recuerda que el Código Penal castiga a quien acose a una persona llevando a cabo «de forma insistente y reiterada, y sin estar legítimamente autorizado», actuaciones que alteren el normal desarrollo de su vida cotidiana, como, por ejemplo, vigilarla, perseguirla o buscar su cercanía física.

Según el juez, en el actual momento de la investigación existen indicios de reiteración, discutible legitimación y alteración de la vida ordinaria, y avisa además de que también podría tratarse un delito de lesiones, en este caso de carácter psíquico.

De hecho, el juez se pregunta por qué Piqué y Chía denunciaron a este paparazi y no a otros que realizan las mismas funciones, y recuerda que ambos han subrayado que Jordi M.G. «destaca por su agresividad», que ha comportado incluso algún golpe sin intencionalidad, «en su constante invasión del espacio personal, incluso para deambular», y en lo peligroso de sus actos, como por ejemplo conducir en paralelo.

También apunta el auto que Piqué y Chía han advertido sobre el «comportamiento provocador» del fotógrafo, «intentando generar una respuesta que pudiera llegar a ser violenta por parte de los denunciantes hacia él con fines publicitarios, lucrativos o ambos».

Asimismo, Chía también ha denunciado que el paparazi publicó su nombre de usuario de las redes sociales, que hasta entonces era desconocido, ante lo que muchos seguidores de Shakira —la expareja de Piqué—se pusieron en contacto con ella insultándola, ante lo que se ha tenido que borrar de las redes sociales.