La boda de Ana Peleteiro en Pontevedra: una noria, la novia oculta en un BMW y una campeona del mundo de fútbol empapada

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA / LA VOZ

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Numerosos atletas, entre ellos Adrián Ben, acudieron al enlace de la medallista olímpica con el francés Benjamín Compaoré, que entró en el Pazo Miradores gritando «¡viva España!»

25 sep 2023 . Actualizado a las 16:40 h.

«¡Hay una noria, hay una noria!». Esa era la frase que repetía todo el mundo al llegar hasta el Pazo Miradores, un edificio y finca de la parroquia de Salcedo (Pontevedra) que casi se está estrenando como lugar de bodas y que esta tarde de sábado daba cabida al enlace de la medallista olímpica de Ribeira, Ana Peleteiro, y el atleta Benjamín Compaoré.

La gran cita era a las 17.30 horas, pero lo cierto es que la novia, como manda la tradición, se retrasó lo suyo y no se bajó del coche, un BMW con los cristales tintados, hasta pasadas las 18.30 horas. Su vestido, blanco y abullonado, de la diseñadora gallega Lorena Formoso, era el secreto mejor guardado del día. Y quienes organizaban el enlace se ocuparon de que, mientras los invitados y el novio entraron a pie en la finca saludando y dejándose ver, ella lo hiciese en coche hasta casi, casi la zona donde se iba a celebrar la ceremonia, resguardándose de flashes y dejando bien decepcionados a los vecinos de Salcedo que se apostaron durante dos horas en los muros del pazo esperando para ver a la atleta. Al grupo de lugareñas congregadas les dio igual y, desde la distancia, nada más verla bajar del coche, le gritaron: «¡Viva la novia!» y «¡Guapa!». Ana Peleteiro miró entonces para el respetable que aguardaba tras las rejas de la finca y permitió así ver por unos segundos su atuendo, con pelo totalmente suelto y sin ningún adorno visible sobre él. 

Mucho antes de que llegase la novia, sobre las 16.30 horas, comenzó el movimiento junto al Pazo Miradores. Llegaron, primeramente, algunas amigas de la novia. Contaban que estudiaron con ella en el colegio de Artes (Ribeira). Luego comenzaron a acceder al pazo numerosos atletas, tanto españoles como franceses. Antes de entrar al pazo, todo el mundo quería retratarse con la imagen de la noria de fondo. Allí estaban, entre muchos otros deportistas, el gallego Adrián Ben. Una de las anécdotas de los prolegómenos de la boda la protagonizó la campeona mundial de fútbol Salma Paralluelo, todo amabilidad. Señalaba entre risas que se había hecho un recogido de pelo a toda prisa, unas enormes trenzas, y que le estaban escurriendo agua hacia el vestido. Así que estuvo buscando sol para intentar secar la mancha que se le iba formando en la espalda. Contaba ella, que llevaba un traje largo verde, que estaba muy contenta con el mundial ganado. «Gracias, gracias», respondía a quienes le daban la enhorabuena. Decía también que tenía mucho trato con la novia porque, además de futbolista, también fue atleta y de ahí la relación con Ana Peleteiro

Si el mundo del deporte estaba ampliamente representado, no menos lo hacía el de los influencers y personajes televisivos. Estaba la pontevedresa Natalia Maquieira, conocida en las redes sociales por su espacio Pasoapasoblog, en el que ha compartido imágenes y vídeos del enlace, que llevaba un ajustado vestido de color fucsia. También acudieron Hugo Pérez, de La isla de las tentaciones y su pareja, la también exconcursante del programa Lara Tronti. Ambos están esperando un bebé y ella, en avanzado estado de gestación, le regañó cariñosamente a la entrada por no estar pendiente de que no se cayese con los tacones entre las piedras del pazo. También estaban los influencers Xurxo Carreño y Cristina Cerqueiras

 A las seis, con media hora respecto al guion previsto, apareció el novio, Benjamín Compaoré. La flor que llevaba en la solapa le delató ante los vecinos de Salcedo, que no le conocían, pero que enseguida se dieron cuenta de que se trataba del contrayente y le lanzaron numerosos piropos. Él respondió entre risas: «Viva España». Iba acompañado de una niña (tiene tres hijas de una pareja anterior y un bebé con Ana Peleteiro) y estuvo un largo tiempo posando para los fotógrafos de la boda antes de continuar hacia la zona donde esperaban los invitados. Unos y otros le saludaban con efusividad mientras él sonreía a la cámara. La novia llegó sobre las 18.30. Fue el único coche que no se paró antes de entrar al pazo. Ana Peleteiro tardó unos buenos cinco minutos en bajarse. Cuando lo hizo, el «¡viva la novia!» se impuso. Luego sonó música de Andrea Bocelli y dio comienzo la gran boda. 

Fue una ceremonia bilingüe, en la que la se habló castellano y francés. Y quienes estaban allí presentes la calificaron de «totalmente emotiva». La novia, micrófono y papel en mano, le dijo a su pareja que van sobrados de amor y le dio las gracias por hacerla «tan feliz y completa». Luego, remató dedicándole un «je t'aime». De la emoción enseguida se pasó a la fiesta a lo grande y los novios saltaron y bailaron nada más empezar. Los pinchos fueron de órdago y exhalaron Galicia por los cuatro costados: pulpo, navajas, empanadas, jamón al corte, tablas de quesos y helado de tomate, entre otros manjares. Tocaron los irreverentes Broken Peach con sus atuendos pin up y el reloj daba ya las diez de la noche cuando los invitados, metidos ya en arena festiva, pasaron a la gran carpa para cenar.