Labrador, expulsado fulminantemente de «La casa de los gemelos» por «actitud homófoba y tránsfoba»: «Tolerancia cero a esta gentuza»

P. V. REDACCIÓN / LA VOZ

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Labrador mira hacia Cherilyn Divine, vestida de unicornio, momentos antes de la agresión
Labrador mira hacia Cherilyn Divine, vestida de unicornio, momentos antes de la agresión YOUTUBE: @ZonaGemelos

«Había un odio real a una persona por su identidad», explicó Carlos Ramos sobre el comportamiento agresivo del exconcursante de Gandía Shore con la «drag queen» Cherilyn Divine que culminó en una agresión

15 dic 2025 . Actualizado a las 20:02 h.

Incluso La casa de los gemelos tiene sus límites. El polémico reality show organizado por el canal de YouTube Zona Gemelos lo ha dejado muy claro con la expulsión fulminante de Labrador, exparticipante de Gandía Shore o Supervivientes, por su «actitud completamente homófoba y tránsfoba» desde la llegada a la casa de la drag queen malagueña Cherilyn Divine que desembocó en una agresión física.

Carlos y Daniel Ramos, los hermanos gemelos que producen el concurso, explicaron a los cientos de miles de espectadores que siguen diariamente la convivencia que habían detectado que José Labrador tenía «un odio de verdad, real» hacia Cherilyn únicamente por su identidad sexual que venía retroalimentándose desde la entrada de la drag queen en la casa. «Nos caracterizamos por no tener censura, por no tener guiones, y todas las peleas que hay son cómicas, porque no hay ningún odio detrás, e incluso sobreactúan un poco porque saben que esto es un espectáculo», indicaron sobre otras escenas tensas surgidas de problemas de convivencia. «En el caso de Labrador vieron justo lo contrario. Se notaba que estaba incómodo, intranquilo, y no es que estuviera actuando, es que de verdad había un odio real a una persona por su identidad», valoraron.

La gota que colmó el vaso fue la agresión injustificada de Labrador a Cherilyn tras una tensa conversación en la que Labrador mostró en todo momento un sonrisa desafiante. Todo se precipitó cuando el exparticipante de Gandía Shore le lanzó comida a la cara a su interlocutora, se levantó, le arrancó la peluca y le dio una pequeña bofetada en la cabeza. Los compañeros y varios miembros del equipo irrumpieron para inmovilizarlo, mientras él soltaba una patada en dirección a la drag queen que, por suerte, solo acertó al aire.

El vídeo de ese momento le llegó muy pronto a los gemelos, que tras analizar esas «imágenes cuanto menos lamentables» —según las definió Carlos Ramos— y la evolución de Labrador en los últimos días, tomaron la decisión de expulsarlo fulminantemente. «Tolerancia cero a esta gentuza, pensaos las cosas dos veces», advirtieron los hermanos, dejando claro que no permitirían ninguna actitud de este estilo. «La persona que lo haga se va fuera», explicaron, «aquí todos somos iguales como personas; nadie es ni más ni menos». Los productores de La casa de los gemelos consideran que este tipo de comportamientos y de comentarios de gente que sigue en el siglo XV no son admisibles. «Desde que hemos anunciado la participación de Cherilyn hemos tenido comentarios del tipo: "¿Qué os pasa? ¿Que os gustan las mujeres con palanca?"», han denunciado, aprovechando la ocasión para descalificar de forma tajante a la gente que escribe ese tipo de cosas. «¿En qué puto mundo vivimos?», han reflexionado.

Durante el anuncio, varios de los habitantes de la casa también denunciaron que José Labrador había tenido también otros comportamientos racistas y xenófobos a lo largo de las últimas semanas, y explicaron que buena parte de la incomodidad partía de varios comentarios o gestos —como el saludo nazi o el canto de Cara al sol— como provocación a algunos de los concursantes.

«Trash stream», pero con límites

Los responsables de Zona Gemelos han establecido una línea roja tajante que los ha enfrentado frontalmente a buena parte de su público potencial y a los seguidores de la tendencia en redes conocida como trash stream, contenido generalmente de baja calidad que somete a los protagonistas a actos degradantes, vejatorios y humillantes, a veces recompensados y alentados por parte de los usuarios con donaciones económicas. 

No es un fenómeno nuevo en ningún caso, aunque en los últimos años, a medida que a los streamers les cuesta cada vez más retener la atención de los potenciales espectadores, ha cobrado tristemente cada vez mayor relevancia. Muchos estudios calculan que la capacidad de atención es cada vez más efímera, y que la media de la visualización de un vídeo en redes sociales es de solo 16 segundos. «Ante este contexto, algunos usuarios recurren al sufrimiento como recurso para atraer visitas. Para lograr atención, hay que arriesgar más que el resto o ser más disruptivos», asegura Sílvia Martínez, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC.

Este ha sido el caso, por ejemplo, de los españoles Silvia Charro y Simón Pérez, un dúo que se hizo conocido en el 2017 por un vídeo viral sobre hipotecas fijas que les valió perder sus puestos de trabajo. Como alternativa, y aprovechando su popularidad en redes, decidieron iniciar una carrera en el mundo de las retransmisiones en directo en los que comenzaron a aceptar cada vez más someterse a degradaciones a cambio de dinero. «Se genera una espiral en la que hay que cruzar cada vez más límites, ofrecer algo más en el siguiente vídeo o conexión, aumentando los actos destructivos o denigrantes», puntualiza la experta.

Tras muchas idas y venidas, la muerte en Francia del streamer Jean Pormanove, tras 12 días de retransmisión en directo donde estuvo sometido por sus compañeros de transmisión a humillaciones y abusos, provocó que la plataforma Kick endureciese sus normas y cancelase el canal de la pareja española. «Aunque los suspendan, esto no impide que creadores y seguidores busquen otras plataformas donde relacionarse», lamenta Martínez, para reflexionar sobre la necesidad de establecer unas normas que ya llegan tarde.

Para los espectadores, el atractivo está en las emociones intensas, aderezadas por la interacción en tiempo real, que «activa el mismo circuito de recompensa cerebral que otras adicciones», explica Juan Luis García, neuropsicólogo y profesor de los Estudios de Salud de la UOC. El anonimato en internet añade, además, una sensación de impunidad. «El entorno virtual contribuye a una mayor falta de empatía, sensación de irrealidad y distanciamiento emocional que se ven impulsados por comentarios, memes o reacciones del público que minimizan la gravedad de los actos», apunta Martínez.

En el caso de los protagonistas, las recompensas y las ganancias económicas llevan a una espiral nociva que los lleva actuar primero y pensar después. «Prima el "¿qué me da ahora la audiencia?" frente al "¿qué me está pasando como persona?"», reflexiona García. «Cada vez que la audiencia paga o reacciona, el cerebro recibe un chute de dopamina y aprende que exponerse y degradarse funciona para obtener recompensa positiva rápida», indica.

Los efectos negativos no son solo para los afectados por el trash stream. También para la propia audiencia. Especialmente el público joven, de entre 18 y 34 años, que, según un estudio de audiencias, supone el 52 % de los espectadores totales. «El cerebro reduce progresivamente la respuesta emocional frente a estímulos violentos; la amígdala, la ínsula y el córtex prefrontal, involucrados en el procesamiento del dolor y la empatía reducen la activación. Así, el cerebro percibe ese nivel de violencia como normal, como un contenido sin implicación emocional», indica García sobre un impacto que se agrava entre adolescentes y jóvenes. «Son los más vulnerables», advierte el neuropsicólogo sobre las huellas que pueden dejar este tipo de contenidos extremos, «porque en esas edades el cerebro funciona con el acelerador muy activo —los circuitos de recompensa—, mientras que los frenos —propios del córtex prefrontal— aún están en desarrollo, un proceso que se prolonga hasta aproximadamente los 25 años».

La casa de los gemelos surgió como un heredero de los contenidos de trash stream en España, con perfiles caracterizados por las personalidades límite y una apuesta por no censurar los comportamientos extremos de los participantes. Por eso, el veto que han impuesto los productores ante actitudes homófobas y tránsfobas ha sido aplaudido en redes como un gran paso en la buena dirección y un alegato valiente ante el público objetivo que sigue diariamente el programa y los posibles jóvenes que pueden ver a los dos gemelos como referentes.