El parque temático comunista chino

Sara R. Estella LIANGJIAHE / E. LA VOZ

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La gruta en la que vivió Xi, el hombre más poderoso de China en décadas, se convierte en zona de peregrinación

29 oct 2017 . Actualizado a las 10:29 h.

En la China profunda hay una aldea que recibe a los turistas en cochecitos más propios de un campo de golf, les cobra 20 yuanes la entrada, unos dos euros y medio, y, a cambio, les cuenta la vida y milagros del presidente Xi Jinping. Situada a apenas 70 kilómetros de Yan'an, uno los santuarios rojos dedicados a Mao, Liangjiahe ha pasado de vivir de la agricultura a convertirse en un parque temático dedicado únicamente a encumbrar al líder chino más poderoso en décadas.

«Aquí es donde Xi Jinping mandó construir un pozo para abastecer de agua a la aldea», explica una de las guías que en 40 minutos, con prisa porque tiene más grupos que atender, nos marca el recorrido. Después de atravesar un puente, dejar a una familia limpiando mazorcas de maíz y a un burro moliéndolo solo cuando las cámaras les apuntan, llegamos al museo. Está dedicado a los 7 años que Xi Jinping pasó trabajando en la aldea como un campesino más.

Xi fue uno de los 30 millones de jóvenes urbanitas a los que Mao mandó a probar los sinsabores de la China rural durante la oscura Revolución Cultural (1966-1976). Según su biografía oficial, esa etapa marcó la carrera política de este descendiente de una de las familias de la llamada aristocracia roja. Su padre, Xi Zhongxun, fue uno de los héroes de la revolución comunista pero luego fue purgado y encarcelado.

En varias fotografías en blanco y negro se puede ver a Xi como un adolescente espigado junto a otros compañeros que como él fueron enviados a reeducarse en Liangjiahe. En los paneles del museo destaca uno sobre el crecimiento económico de la aldea desde 2012, fecha en la que Xi Jinping fue denominado nuevo presidente de China. Cinco años de ascenso económico motivados por el auge del turismo rojo.

Este lustro coincide con los cinco años de gobierno de Xi, en los que se ha cultivado un culto a la personalidad de un líder chino como no se veía desde los tiempos de Mao. En carteles y murales por todo el pueblo se repiten consignas comunistas que invitan a la población a abrazar los valores del socialismo con características chinas con Xi como núcleo.

Por eso la historia de esta aldea se nos presenta solo como la propaganda oficial quiere que se cuente. «No puedo hablar», nos dice una mujer de unos 80 años a la que intentamos preguntar por aquellos años en los Xi fue un aldeano más. «Lo llevé junto a otros chavales en mi tractor durante 20 kilómetros cuando ya pudieron volver a Pekín», nos dice Liang sin dejar de recoger su pequeña tienda de frutos secos y recuerdos para no levantar sospechas entre los oficiales que nos siguen en todo el recorrido.

Un culto a la personalidad que continuará después de que el 19º. Congreso del Partido Comunista haya encumbrado esta semana a Xi al mismo nivel de poder de Mao. Sin nombrar a un sucesor y con su nombre y doctrina dentro de los estatutos del partido, China comienza una «nueva era» con un líder que recuerda demasiado al pasado.