Las dos Coreas escenifican su deshielo

Sara R. Estella GANGNEUNG / E. LA VOZ

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El protocolo sentó a los dirigentes norcoreanos muy cerca del estadounidense Pence y el japonés Abe en el palco del estadio
El protocolo sentó a los dirigentes norcoreanos muy cerca del estadounidense Pence y el japonés Abe en el palco del estadio PATRICK SEMANSKY | AFP

El distanciamiento de EE.UU. resta brillo a la apertura de los Juegos de la paz

10 feb 2018 . Actualizado a las 09:24 h.

No hay competición más difícil que la de paz entre las dos Coreas y anoche en el estadio Olímpico de Pyeongchang, sus atletas desfilaron juntos bajo la bandera neutral de la unificación invitando a la esperanza. La carga simbólica de la ceremonia de apertura dejó claro que en estos Juegos la política eclipsa al deporte con movimientos históricos como el desfile conjunto o la presencia por primera vez en Corea del Sur de un miembro de la dinastía de dictadores norcoreanos.

Ondeando la bandera blanca con la silueta azul de la península coreana, la jugadora norcoreana de hockey hielo Hwang Chung-gum y el piloto surcoreano de bobsleigh Won Yun-jong despertaron la ovación de los 35.000 espectadores presentes. Iban a la cabeza del más de un centenar de deportistas coreanos que desfilaron juntos por primera vez desde el 2006, escenificando el acercamiento entre dos territorios que técnicamente siguen en guerra.

Al verlos pasar, el presidente surcoreano, Moon Jae-in, estrechó la mano de Kim Yo-jong, la hermana del líder supremo, Kim Jong-un. La pequeña de los Kim compartía palco también con el vicepresidente de EE.UU., Mike Pence. No intercambiaron ni un mirada. La tensión era evidente desde horas antes, cuando en la foto de familia de los líderes invitados no se presentaron ni Pence ni el primer ministro japonés, Shizo Abe, o cuando el estadounidense evitó compartir mesa con los norcoreanos en la cena oficial de la noche anterior.

Japón y EE.UU. son escépticos sobre las intenciones de Kim Jong-un en este deshielo. Pence dejó claro al presidente surcoreano que la Casa Blanca seguirá ejerciendo la máxima presión sobre Piongyang para que renuncie a su programa nuclear. Una tensión que se vivió también en la calle con protestas que acabaron en choques violentos con la policía por parte de los que desconfían del acercamiento de Kim.

La misma familia

Aún así la mayoría ayer en Pyeongchang se mostraban esperanzados. «Me emociona que desfilen juntos, somos todos miembros de una misma familia», aseguró a La Voz, Young Hee, una voluntaria de 53 años.

«Los atletas de las dos Coreas trabajarán juntos por la victoria y eso será recordado en el corazón de la gente de todo el mundo como un signo de paz», aseguró el presidente Moon Jae-in en la recepción de autoridades previa a la ceremonia. No hubo mención, aparentemente, al desfile militar que un día antes celebró el régimen comunista exhibiendo sus misiles más potentes. Precisamente, horas después de esa exhibición de músculo la prensa norcoreana confirmó la purga por corrupción del jefe de sus Fuerzas Armadas, Hwang Pyon So.

Diferencias políticas al margen, la inauguración de los Juegos de Invierno fue un espectáculo colorido donde cerca de 3.000 deportistas de 92 países desfilaron a ritmo del K-pop coreano como Gangnam Style o Hand in Hand, este último himno de los Juegos de Seúl de 1988. Pero si hubo un tema que puso los pelos de punta a los asistentes fue Arirang, una canción tradicional que se interpreta como el himno no oficial que une a las dos Coreas, aunque cada una la canta con su matices regionales.