Las raíces asturianas del balonmano español

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Purina, una joven asturiana criada en Alemania, inculcó el balonmano a las habitantes de Pola de Laviana cuando regresó de tierras germanas pero se exilió en Inglaterra antes de poder ver el triunfo de sus compañeras

25 ene 2019 . Actualizado a las 09:00 h.

Pola de Laviana guarda uno de los secretos mejor guardados del deporte español. Cuando la mayor parte de la población de Asturias disfruta con los partidos del deporte rey, ya sea del Real Sporting de Gijón o del Real Oviedo, la parroquia más poblada del concejo asturiano de Laviana prefiere deleitarse con encuentros de balonmano. Una pasión que lleva a los más jóvenes a apostar al Campeonato Mundial de Balonmano Masculino 2019 mientras apoyan a los Hispanos. Una generación de jugadores que ha marcado una época dorada en el balonmano español, después de proclamarse dos veces campeones del mundo y una vez campeona de Europa en los últimos años. Una serie de títulos que tienen sus raíces en Pola de Laviana.

Purificación Zapico Maroto es el nombre de la verdadera protagonista de esta apasionante historia. Purina, como se la conocía cariñosamente, nació el 15 de noviembre de 1917 en Valladolid, ciudad donde estaba destinado su padre Mariano Zapico, militar y diplomático. Natural de Pola de Laviana, Mariano se casó con una vallisoletana María Antonio Maroto. La hija del matrimonio se educó en Alemania, en un colegio interno donde comenzó a practicar balonmano, conocido en los países europeos como handball. En su regreso a España, concretamente en 1935, estudió en el Instituto Velázquez de Madrid, lugar donde se celebraron torneos de balonmano de la mano de Deutsche Turnverein, organización deportiva de la población alemana en nuestro país.

En la primavera de 1938, Purina se instaló durante nueve meses en Pola de Laviana donde en esa época vivía su abuela paterna, debido a la muerte de su padre. La joven de veinte años llevó un pequeño balón de balonmano y motivó a las niñas de la localidad asturiana a jugar a ese deporte. Purina, que conocía muy bien el balonmano de su estancia en tierras germanas, orientó a su amigas en esta disciplina aplicando el reglamento que se había traído de Alemania, ya que hasta ese momento jugaban con un balón de fútbol y siguiendo la típica estructura futbolística de once contra once. Una iniciación con la que se convirtieron en auténticas pioneras a nivel nacional.

Una pionera sin gloria

Purina puso la primera piedra del balonmano, ya que la traducción que había realizado del reglamento alemán sirvió a las autoridades de la época para difundir el deporte por el resto de Asturias. Unos primeros inicios en los que entrenaban y jugaban los partidos en el complejo deportivo de Fontoria, aunque en un principio sólo había dos equipos locales, las blancas y las azules. Sin embargo, poco a poco fueron surgiendo otros equipos que competían por toda la geografía asturiana, siempre siguiendo las reglas de la Federación Internacional.

En el año 1939 se organiza el primer campeonato provincial femenino, torneo en el equipo de Pola de Laviana se proclamó campeón. Dos años más tarde las autoridades deportivas aprobaron la práctica del balonmano en todo el territorio nacional, marcando el inicio de las competiciones oficiales. Un primer campeonato nacional que se celebró en Madrid en el año 1942 y en el que las jóvenes asturianas representaron a la comunidad autónoma, aunque sin la presencia de Purificación Zapico Maroto, ya que se marchó al exilio, concretamente a Londres, antes de que acabara la Guerra Civil Española. De esta forma, la pionera en esta disciplina en nuestro país no pudo contemplar la gloria de sus compañeras, que consiguieron el tercer puesto en el campeonato nacional.