Te invitamos a viajar por la región a través de los hórreos y las paneras, en un recorrido que surca el tiempo, la orografía y la cultura

Bioclimático, sostenible, ecológico y del siglo XV. No estás soñando ni has leído mal. Hace ya cinco siglos, los pueblos hacían lo posible por sobrevivir respetando el entorno. Esas cuatro características que se citan en la primera frase de este reportaje no corresponden a modernas construcciones levantadas después del 200 ni a punteros medios de transporte. Estamos hablando de los hórreos y las paneras, dos de los elementos constructivos más típicos de la Asturias rural, que salpican el paisaje que uno descubre cuando se pierde por el interior del Principado. Es habitual encontrarlos junto a una vivienda o concentrados en alguna localidad.

Los hórreos tuvieron y tienen, en todas las geografías donde el clima ha propiciado su aparición, la misión de granero, de almacén, sobre todo para preservar la cosecha de la humedad y de los roedores y otras alimañas que pudieran dañarla de manera irreparable. Han sido, por tanto, un invento anónimo pero clave para la supervivencia humana, recordándonos de dónde venimos.

Vamos a viajar en el tiempo y en el espacio para contarte algo de su historia y para descubrirte dónde los puedes localizar. 

Un poco de historia

Quizá hayamos despertado ya tu curiosidad, algo que le sucedió a la reina Victoria Eugenia de Battenberg, en la inauguración de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929, en la que participaba Asturias. La monarca, de origen inglés, descubrió en el pabellón del Principado fotografías de hórreos, una construcción que no había visto jamás. Así que propuso instalar uno en el recinto para la clausura, que se iba a celebrar seis meses después. Una familia de conserveros de Candás, los Alfageme, cedieron el suyo y se trasladó a Sevilla. La reina volvió a visitar el pabellón asturiano y pudo ver en primera persona cómo era ese singular granero elevado. Casi un siglo después, este hórreo ha sido restaurado, pertenece al Ayuntamiento de Carreño y luce en el parque de la Fuente de los Ángeles, de Candás.

El historiador Julio Zapico, vicepresidente de la Asociación de Amigos del Hórreo Asturiano, explica que, en sus orígenes, no eran edificios populares, sino que pertenecían a la nobleza y se fueron popularizando con el paso del tiempo. Un hórreo del siglo XV era algo verdaderamente relevante. Es más, Zapico explica que el origen de los hórreos y la fundación del Principado de Asturias corren de forma paralela. Entre los miles de hórreos que se reparten por los pueblos y aldeas asturianas, aún se mantienen auténticas joyas. Lo que antaño fue -y a día de hoy sigue siendo- un estupendo método de almacenamiento, hoy es una increíble muestra de las costumbres y el etnografía de la región. 

Los estilos

No existe un único modelo constructivo. Eso lo descubrirás pronto, en cuanto hayas visto dos o tres hórreos o paneras. Así que se ha elaborado un catálogo con tres estilos diferentes.

El estilo Villaviciosa supone la manifestación del arte asturiano en madera más antiguo. Emplea principalmente dos técnicas: talla y pintura. Su ornamentación es muy abundante y se aplica a las vigas que discurren sobre las paredes. También suele extenderse a las propias paredes pero debido a las intensas precipitaciones del norte la ornamentación que se conserva es escasa. Las pinturas que más destacan son los geométricos, agrupados en series. También pueden verse figuras humanas o animales. También se caracteriza por tener un arco sobre la puerta de entrada similar a las portadas románicas.

El estilo Carreño es más característico de la zona central de la costa asturiana. Están ampliamente decorados con colores llamativos sobre bonitas tallas. Los motivos más empleados son los florales y geométricos, que suelen colocarse en el frente, en las paredes y en las puertas. 

El estilo Allande data de los siglos XVII y XIX y se asocia principalmente a las paneras. Están decorados con grandes círculos trazados a compás y escuadra, colocados en las tablas de la pared. En las paneras aparecen por pares y con la fecha de construcción y la firma de los carpinteros.

Además, están los beyuscos, un término que alude al desfiladero de Los Beyos, que discurre entre Asturias y León, desde Amieva y Ponga a Oseja de Sajambre. En esta zona se localizan estos hórreos, uno de los modelos más primitivos, alzados sobre terrenos muy escarpados, que tiene un tejado a dos aguas y carecen del tradicional corredor de las construcciones del resto de territorio asturiano. Se conservan muy pocos ejemplares. Se considera que son un fiel testimonio de la tipología dominante en los graneros asturianos antes de la imposición del hórreo tipo asturiano de engüelgos, con esa cubierta a cuatro aguas.

Aventúrate a descubrirlos

Salimos a la carretera para ver exactamente cómo son. Podemos empezar por alguno de esos que lleva cinco siglos a la intemperie. En Buda, una aldea del valle de Caldueño (Llanes), luce un hórreo del siglo XV. No solo su antigüedad, también las tallas y las pinturas lo convierten en una pieza muy original. Un ejemplo: una cabeza de culebra es el pestillo de la puerta. Si te desplazas a la localidad de Migoya, en Villaviciosa, entonces podrás disfrutar el hórreo de Manuel Muslera, una construcción de finales del XV o principios del XVI. Está considerado como uno de los hórreos «patrón» de Asturias, es decir, el modelo más fiel. Sus cuatro alzados están tallados, al igual que el cuadro superior de las vigas y las tablas verticales que forman la cámara del hórreo. Tiene unos elementos decorativos astrales, relacionados con el ciclo anual del sol.

Una vez en Villaviciosa, es imposible escapar a la tentación de recorrer la localidad de Sietes y de visitar La Casa'l Horru. A tan solo once kilómetros de la capital del concejo se encuentra esta localidad que conserva uno de los conjuntos de hórreos y paneras más importantes de Asturias, construidos entre los siglos XVI y XX. La Casa L´Horru es un centro que se localiza en el Casino y que fue construido en 1928, gracias a los donativos de los vecinos que había emigrado a La Habana.

Otra buena opción es visitar el Centro de Interpretación del Hórreo. El centro se levanta un edificio modernista que nada tiene que ver con el clásico granero. Cuenta con paneles interactivos que permiten conocer mejor este elemento arquitectónico, sus orígenes, su evolución, o curiosidades. Está situado en la localidad de Bueño, a pocos kilómetros de Oviedo. En sus calles, además, podrás disfrutar en carne propia del encantado de pasear por un pueblo salpicado de estas obras de arte de la etnografía asturiana. Se levantan un total de 46 de hórreos y paneras que suman 222 pegoyos, que es el nombre con el que se conoce a las patas sobre las que se elevan. Once fueron construidos durante el siglo XVIII. El más antiguo, situado en el corazón del pueblo, se levantó en el siglo XVI y destaca por sus gruesas vigas de madera. Se ha habilitado una ruta interpretativa que guía a los visitantes a través de un recorrido plagado de paneles con textos y dibujos donde conocer el valioso legado del patrimonio etnográfico que atesora. 

Espinaréu, en Piloña, camino del oriente, es uno de los pueblos con más hórreos de la región. Suma 20 hórreos y seis paneras y constituye uno de los más excepcionales conjuntos patrimoniales tradicionales de Asturias. En esta acogedora aldea, bañada por el río del mismo nombre, los hórreos cobran vida propia. Desde el siglo XV hasta el XIX, todos y cada uno distintos, con sus variadas decoraciones y tallas. Cerca de Espinaréu se encuentra el área recreativa de La Pesanca, desde donde arranca la Ruta Foces del Río Infierno. Es una excelente opción para completar la visita.  

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