Horizonte laboral: precariedad

OPINIÓN

22 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Leo estupefacta en la prensa que la economía se mueve, que vamos por el buen camino, y no salgo de mi asombro. Dicen los que entienden de esto que estamos saliendo de la crisis, que las cifras empiezan a ser esperanzadoras y no me cabe más que pensar que vivo en una realidad paralela. Una realidad que se mueve al ritmo que marca la batuta de la precariedad laboral. Me cuentan casos de jornadas interminables de 10-14 horas con salarios en muchos casos de miseria, de contratos de una semana, de un mes (teniendo mucha suerte ). De trabajos mal llamados «en prácticas», por lo cuales no se recibe remuneración alguna. De ofertas que se repiten una y otra vez hasta que nos llega la explicación: «no paga, no asegura», «son muchas horas para muy poco sueldo». Es un goteo continuo de testimonios de la Asturias de la calle, la del barrio, la de padres y madres de familia desesperados por agarrarse a un clavo ardiendo. Es la Asturias de una juventud sin horizonte laboral, sin esperanza, sin mañana. Dicen los que entienden de esto que con 30 años y sin una experiencia mínima no sirves, que con 40 se te consideran viejo, que con más de 50 eres un desecho laboral. Dicen que no hay suficiente formación en la generación más preparada de la historia, que tiene que salir fuera en busca de horizontes profesionales.

Salgo a la calle y contemplo calles enteras con locales cerrados que no hace mucho gozaban de actividad comercial, edificios a medio construir que duermen el sueño del olvido. Leo que una nueva empresa (otra más y he perdido la cuenta) echa el cierre y un montón de personas se quedan en la calle, al amparo de unos pocos meses de prestación. Leo también que el BBVA propone que los parados dejen de cobrar si rechazan una oferta laboral, ¿conocerán las condiciones de muchas de estas ofertas? ¿sabrán que se exige mucho pero no se retribuye en consecuencia, que trabajas un mínimo de 10 horas porque es «lo normal» y que te aseguran 4 horas? ¿que las subvenciones a menores de 30 o personas con discapacidad (de las que también se aprovechan) están a la orden del día? ¿ saben que estimulas a la gente para que denuncie para que pase por Inspección de Trabajo a contar su caso y te dicen que no sirve, que ya lo han hecho, que no ha pasado nada? ¿saben de la desesperación, del desencanto de quién se ve forzado a vivir (sobrevivir más bien ) gracias al Salario Social Básico que ahora mismo ampara a más de 40.000 personas en Asturias? ¿sabrán de aquellos que después de tener su casa, su pareja, su vivienda se ven obligados a retornar a la casa paterna para poder seguir adelante llevando consigo la impotencia y la falta de autoestima más absoluta? ¿saben de «güelitos» que con sus exíguas pensiones son el sostén económico de hijos/as y nietos/as? ¿sabrán que celebramos por todo lo alto que alguien le ha salido, ¡por fin!, una entrevista de trabajo que te hace recuperar la esperanza por uno días? ¿saben de bajones en el grupo, de esperanzas rotas, de «no puedo más», de personas desconocidas animando a quién lo necesita, porque ese sufrimiento es el suyo propio, de ánimos que salen desde dentro porque te ves reflejada como en un espejo, de días donde la amargura traspasa la pantalla y te cala hondo y piensas en dejarlo todo, en abandonar la búsqueda de ese trabajo soñado...

Qué fácil debe resultar vivir en esa realidad que nos muestran, en ese escaparate de mejoría, de «brotes verdes» como la primavera. Qué cuesta arriba se nos hace al resto, cuantas espaldas cargadas con la mochila de la insatisfacción, del sufrimiento diario, del «necesito trabajar». Cuánto dolor, cuánta soledad detrás de las listas del paro, cuánta autoestima machacada, cuánto clamor de esta Asturias masacrada por la precariedad que malvive latente en un callejón sin salida.