La otra cara de la comunicación: el ciberbullying

José Manuel Orrego
José Manuel Orrego REDACCIÓN

OPINIÓN

26 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El pasado 17 de mayo fue el día mundial de Internet y de las telecomunicaciones. No está mal que de vez en cuando nos recuerden que aún quedan muchas personas en el mundo sin acceso a la red ni a otros medios de comunicación. Somos privilegiados que gozamos con una naturalidad sorprendente de una tecnología fabulosa, como si siempre hubiera estado aquí. Las ventajas de la red son tales que eclipsan todas las sombras. Pero como cierto grado de tradicionalismo y crítica son buenos, voy a tomarme la libertad de reprochar una contrariedad consecuencia de nuestro querido Internet que desafortunadamente puede afectarnos a todos, y en mayor medida a los menores, me refiero al ciberbullying.

A estas alturas todo el mundo sabe a qué nos referimos con este término, alude al acoso a través de los medios informáticos y sobre todo de los dispositivos móviles. Esta aproximación, aunque cierta, no es totalmente correcta, para ser rigurosos habría que puntualizar que este tipo de conductas tiene que cumplir otros requisitos como son: intencionalidad, repetición, indefensión de la víctima, etc., etc. Hecha esta frívola aclaración hay que matizar que nuevamente nos hemos dejado pisar por el rodillo terminológico anglosajón. Nos han encajado un término que es protagonista de infinidad de titulares. ? Quizás esta invasión cultural sea el pago por no estar a la vanguardia tecnológica?, pero no olvidemos que en asuntos cibernéticos llevamos un desfase de varios años y lo que hoy nos sucede en casa ya ha ocurrido años atrás en otros lugares más?«dominantes». Sin lugar a dudas Estados Unidos constituye el paradigma del desarrollo científico y técnico y precisamente por ello, su cronología constituye con frecuencia el vaticinio de lo que ocurrirá en otros países que como el nuestro van a la zaga.

En el año 2000 los primeros estudios sobre ciberbullying llevados a cabo en el país de la hamburguesa revelaban que el 6% de los adolescentes americanos habían sufrido en algún momento de su vida este tipo de agresiones. Hoy algunas fuentes aseguran que el número se ha incrementado hasta alcanzar a la mitad de esa población? ¿Será el peaje que debemos pagar por circular por la autopista de la información?, ¿será uno de esos contratiempos fugaces de la coyuntura cultural?

Respecto a la primera pregunta no tengo respuesta, quizás ésta sea la consecuencia de los beneficios tecnológicos. Pero la que más me inquieta es la segunda cuestión. Como ya he comentado seguimos la senda de otros países y precisamente en ellos se está produciendo un incremento exponencial de casos, en estos últimos cinco años la incidencia del acoso a través de las TIC ha aumentado un 50% lo que tendría que preocuparnos porque, créanme que esas cifras llegarán a nuestro país muy, muy pronto.

Aunque el ciberbullying es protagonista de charlas, ponencias y estudios resulta muy difícil conocer con detalle la realidad. El problema se encuentra tanto en la complejidad metodológica que conlleva este tipo de investigaciones, como en la reticencia de las víctimas a contar sus secretos. Según un estudio del año 2009 el 32% de los menores agredidos había optado por el mutismo absoluto.

Las últimas referencias objetivas que manejamos aseguran que un 25% de los adolescentes de la ESO han sido acosados en distinto grado a través de su teléfono móvil. Aparato que, por otro lado, se ha fundido a la mochila escolar y constituye el ?complemento? estrella del adolescente ?Se puede olvidar la merienda, pero el móvil nunca? Los operadores telefónicos saben que los adolescentes españoles de entre 12 y 14 años, han tenido una media de tres móviles y un 63% de ellos jamás lo apaga? todo un filón inexplorado para los depredadores.

Ante esta perspectiva deberíamos prepararnos, no olvidemos que los efectos del ciberbullying pueden ser demoledores, los expertos alertan de consecuencias como: depresión, ansiedad, falta de concentración, fracaso escolar e incluso el suicidio, y es que atajar el problema es sumamente complejo. Los profesionales de la docencia no dudan en definirlo como ?la peor y más cobarde? forma de acoso, piense que el agresor suele ocultarse en el anonimato, además estos ataques trascienden las fronteras del espacio y del tiempo, ya no se limitan al ámbito y horarios escolares, sino que el acoso se alarga indefinidamente, sin tregua, sin contacto, de una forma tan impersonal que parece un juego? eso sí un juego muy doloroso, al menos para una parte. Por si fuera poco, la agresión se propaga prácticamente de forma instantánea y masiva, constituyendo un mazado para la despreocupada víctima que no tiene tiempo para ir asimilando lo que se le viene encima.

Pero, ¿cómo se puede combatir el ciberbullying?

Como ya se ha insinuado, enmendar el problema una vez producido es muy difícil, aun en el caso de localizar al escurridizo agresor, con toda la dificultad que ello entraña, resulta casi imposible borrar todo el alud digital originado por el delincuente, sería como intentar detener a la vez todas las piedras que ruedan colina abajo. Como la mayoría de los males que afecta a la humanidad la mejor solución se encuentra en la prevención.

Desde un punto de vista doméstico, la primera condición que deben tener presente los padres para luchar contra este mal, es entender el mundo digital: Facebook, Twitter, Youtube,? ¿podríamos establecer normas de uso sin tener un conocimiento razonable de las mismas? Otros requisitos son establecer horarios sensatos de utilización, evitar el aislamiento (utilizar preferentemente lugares de paso para situar los puntos de conexión) y sobre todo promover el diálogo; unas buenas recomendaciones no son garantía, pero sí pueden constituir una defensa ante estos ataques. El menor ha de comprender ciertas reglas que pasan por el respeto a los demás, la prudencia en el uso de las imágenes, pensar antes de enviar, discernir las provocaciones sin contestar, no desvelar contraseñas ni intimidades y muy importante? informar a los adultos lo antes posible.

Recuerde que la seguridad de nuestro hogar no se logra con muros ni cerraduras, para los bytes nuestras paredes son de cristal y las puertas de papel.