La carta de Rajoy con De Guindos al quite

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

26 may 2016 . Actualizado a las 09:16 h.

Mariano Rajoy escribe a Bruselas, la carta se filtra y al presidente le cae la careta. A los españoles les asegura que se acabaron los recortes y les promete bajar los impuestos. A Jean-Claude Juncker le dice lo contrario: en la segunda mitad del año, si Dios le da salud y Gobierno, volverá a utilizar las tijeras de podar para enderezar el rumbo del déficit. Como la misiva sale a la luz -en este país ya ni se respeta el secreto postal-, De Guindos coge lanza y adarga para intentar desfacer el entuerto. Delicada faena la del ministro, obligado a explicar a quién pretende engañar su jefe de filas: ¿a los ciudadanos españoles, para que le voten, o a los mandamases de Bruselas, para que nos condonen la multa por déficit excesivo y aflojen sus exigencias de ajuste fiscal?

Y el ministro, que habilidad no le falta para defender esto o lo contrario, se sale por peteneras. Si la economía española crece lo suficiente, viene a decir, no habrá que aplicar más recortes e incluso podríamos esperar una rebaja tributaria. No seré yo quien rebata el sólido argumento. Iré más lejos: si la economía crece lo suficiente, el paro será erradicado en un santiamén, florecerán de nuevo los campos y las ubres de las vacas, la felicidad anegará empresas y hogares, y todos -unos antes que otros, ciertamente, pero todos- ganaremos el cielo.

Pero los objetivos del ministro son menos ambiciosos. Él considera suficiente alcanzar este año una tasa de crecimiento económico que permita a las Administraciones Públicas mantener el mismo gasto «absoluto» que en el 2015 e incrementar los ingresos en la medida necesaria para reducir el déficit público del 5,1 % al 3,7 % del PIB. ¿Puede conseguirse tal encaje? Contestaré sin ambages: sin grandes recortes, hoy por hoy resulta metafísicamente imposible.

El gasto público ascendió a 468.421 millones de euros en el 2015. Para mantenerlo este año no bastaría con congelar las pensiones, la retribución de los funcionarios o la dotación para los sistemas educativo y sanitario. Solo para pagar a los nuevos jubilados, por ejemplo, habría que achicar otras partidas. Hemos consumido cinco meses del año y los grandes desembolsos -pensiones, personal y pagas extras, sanidad- están creciendo. Y a final de año, salvo que actúe la rebarbadora de Rajoy, el gasto público será notablemente superior al del 2015.

Pero aunque el gasto no aumentara un céntimo, los ingresos -413.456 millones en el 2015- deberán medrar muy por encima de la tasa de crecimiento económico previsto si se pretende cumplir el objetivo de déficit. Este año hay que reducir el desfase de las cuentas públicas en casi 14.000 millones de euros: pasar de 54.965 a 41.204 millones.

Respondo, pues, a la cuestión planteada al inicio del artículo. Rajoy engaña a los ciudadanos y se sincera con Juncker. De Guindos cincela una enorme rueda de molino para consumo de electores despistados (¿por qué, de no ser así, omitió su tesis del recorte cero en la carta de su jefe?). Y nosotros tenemos un grave problema.