Carta breve y furiosa a Gabino de Lorenzo

OPINIÓN

29 may 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Muy (no) querido Gabino:

Inmediatamente, antes de nada, discúlpame si te trastorna el tuteo, elegido en lugar del solemne usted por el aura de campechano del que das muestras teatrales en el interminable tiempo que llevas de estrella en los cielos de Oviedo y de Asturias; disculpa, además, ineludible porque no nos conocemos, culpa mía, pues rehuí hacerlo cuando tuve oportunidad.

Has de saber, también en principio, que esta carta contendrá muchas interrogaciones, más que afirmaciones o exposiciones, porque eres, para mí, un enigma, no como persona, que ni debo ni deseo, sino como  gestor de lo público, para mayor gloria y satisfacción de tus votantes burgueses que, al fin y al cabo, cuidan de sus afortunadas existencias, por asquerosas que sean, y para menor gloria e insatisfacción de algunos miles de electores pequeñoburgueses y gentes de vida desafortunada que, ingenua o estúpidamente, te votaron y te votaron y te votaron y te volvieron a votar. El caso es que, y empiezo a soltar mi furia, nos has dejado hipotecados, con una deuda asfixiante incluso para la vida adulta de mi hija por llegar, cuando menos.

La panorámica que nos devuelve hoy Oviedo es la propia de un campo de cultivo arrasado por los cascos de cien mil caballos, y digo caballos y no cerdos, por citar otro mamífero, por el hilarante contento que te inyectan los primeros y que tú, a su vez, has inyectado a la ciudad con un hípico pijo, fascinante para megapijos de sociedades franquicia de la fisiología del Club de Tenis y el Centro Asturiano, pero que hemos sostenido a precios de unicornios los que no hemos podido ser pijos.

Tus legendarios planes de choque han uniformado la ciudad, como es razonable en un hombre de orden, y que ahora estarás disfrutando como nunca en tu papel de delegado del Gobierno en Asturias, con la Policía Nacional y la Guardia (Militar) Civil bajo tu mando, que es, en número y atribuciones, más chulo que capitanear a la Policía Local y a tu Criado (De Luis). Fueron esos planes más bien una limpieza de cutis, como si un pelotón de cursis esteticistas de L?Oreal se propusiera dejar fascinado al mundo al mirarnos; pero a quienes el maquillaje no nos nubla lo suficiente para entrever lo que cubre la piel, asistimos turulatos y suspendidos a la orgía de implantes que programaste, unos implantes protésicos de un gigantismo supervacáneo que desangraron el cuerpo de la ciudad. ¿No sientes turbación por el patinazo de la plaza Longoria Carvajal? Ya sabes, tu obstinación en la ciclópea fuente y la hostia que te metiste. ¿Cuántos chorros de dinero se fueron por las alcantarillas? Y ¿cuántos por el Calatrava, una nave nodriza alienígena que tenía que haber tomado tierra en un espacio abierto, digamos, y es un decir por decir, en tu finca de Benia y te empeñaste en que el comandante Santiago C. la hiciera descender sobre un palmo? ¿Cuánto nos desplumaron esos individuos, medio sanguijuelas y medio sádicos, que tienen los cojones y los ovarios de escudarse en el nombre del ilustre e ilustrado Jovellanos? Ah, Gabino, que no quiero que se me olvide, ¿cuál fue la causa verdadera para que socavaras una montaña para hospedar al nuevo Carlos Tartiere, una oda a la barrumbada y a lo fachoso? ¿Cuántas plaquetas y glóbulos blancos nos extrajiste en esa operación traumática?

Como me he propuesto, Gabino,  que la carta sea breve, renuncio a interrogarte por otras megalomanías y terminaré con el asombroso, rocambolesco, heteróclito y pútrido asunto de Villa Magdalena. Pero antes, una advertencia, ya que acabo de escribir megalomanías. Si no has consultado con un psiquiatra tu palmaria y luminosa megalomanía, puedes caer en una psicopatía severa, de esas por las que uno acaba encerrado, con la vista perdida y gritando o lloriqueando por las esquinas, moqueando y medio desnudo, vaya, hecho una piltrafa. Quedas advertido.   

Tiempo atrás me decía a mí mismo, cuando pensaba en ti, algo de este estilo: «A este hombre ¿qué le impulsa, amén de la vanidad, a adueñarse del ayuntamiento, barriendo toda brizna de democracia, privatizando servicios, dejando esquelética la plantilla?» Comprendo que un burgués convencido ahonde en el foso social, de veras, Gabino,  lo comprendo, no hay nada de disparatado en ello, es congruente; sin embargo ¿por qué actuaste tan arbitraria y despóticamente en tiempos y espacios en los que celebramos la buenaventura de la democracia, aun ella hecha unos zorros? Tengo algunas hipótesis que nacen de mis fantasías y que, por consiguiente, no cuentan, pero hete aquí que leo que el tridente de Satanás, o sea, el tripartito municipal, con su incorruptible alcalde (incorruptible no por ser socialista, sino por ser Wenceslao) como punta de lanza, va a investigarte por lo de Villa Magdalena; y no solo por tu gestión, la que torpedeó la línea de flotación de esta ciudad azulona, convencional, retardataria y oscurantista, también para descartar prácticas corruptas, lo que, en mi cabeza, sin remedio, abre el desfile de los caciques de tu partido en Orense, Castellón, Valencia, Alicante, León, Madrid, y aborto esta pringosa pasarela fashion aporreándome la cabecilla, que de cabezón carezco. No, me niego a pensar que seas como ellos, que tú eres un paisano de los pies a la cabeza y un cristiano-romano provechoso, aunque, y esto te lo digo para que despejes las dudas de los malpensados, sería pintiparado por tu parte que, como Rajoy, hicieras público tu patrimonio.

Ahora bien, Gabino, de demostrarse que fuiste un chapucero (que no un pillín roba gallinas o un cuatrero roba caballos, que eso lo descarto) en la gestión de Villa Magdalena y, al margen de lo que se contemple en las leyes, tienes el deber ético y religioso de pagar con tus bienes, que, según todos los indicios, tenerlos, los bienes, los tienes, porque, de lo contrario, habrás sido no un alcalde-peste, habrás sido el alcalde-peste.

Sin más, y sin mandarte un cordial saludo, que tengas salud,

(firma)

 EGM