La depresión posparto comienza el 26J

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

02 jun 2016 . Actualizado a las 09:03 h.

Supongamos que, esta vez sí, España alumbre el 26J un bebé aparentemente sano y robusto. Monocolor o mestizo, diestro o zurdo, más o menos apto para cumplir las expectativas depositadas en él. Nos alegraremos, claro, porque el país necesita un Gobierno en plenitud de facultades. Pero no lancemos las campanas al vuelo, porque no es cierto que los niños vienen de París ni que nacen con un pan debajo del brazo. Esta leyenda, que proviene de aquel tiempo en que los brazos del infante contribuían muy pronto al sustento de la familia, resulta disparatada hoy en día, cuando ni siquiera los progenitores tienen trabajo. Lo que sí traen los hijos bajo el brazo, y así lo constatan diversos informes científicos, es una cruel depresión: la depresión posparto de la madre.

En el 2011, España dio a luz un rollizo Gobierno del PP. Y este, recién salido del útero, se dedicó a subir los impuestos: primero el IRPF, meses después el IVA y entremedias todos los demás. Aún se movía a gatas y ya se afanaba en destripar ese caro juguete que llamamos Estado del bienestar. Todas las promesas preparto se esnafraron ante la orden, dictada en Bruselas, de rascar el bolsillo del contribuyente y amputar el gasto para achicar el déficit público.

Casi un lustro después asistimos, en la antesala de la maternidad, a la misma liturgia e idénticos sermones. Las matronas que auxilian a la parturienta se engañan o nos engañan. Todas, si bien con distinto grado de dureza facial, nos prometen un alumbramiento feliz. Rajoy promete rebajar en dos puntos todos los tramos del impuesto sobre la renta. Sánchez lo acusa de mentir, pero al mismo tiempo promete implantar una renta mínima vital en 720.000 hogares. Rivera se compromete a no subir los impuestos e Iglesias aventura una copiosa lluvia de inversiones públicas para regar la economía. Iguales -o menores- impuestos, iguales -o mayores- gastos. Qué bonito panorama si no fuera vana ilusión.

Pero, ¡ay!, el obstetra dice otra cosa. Augura que el bebé nacerá raquítico y que, en consecuencia, volverá a las andadas como en el 2011. Deberá reducir su déficit de vitaminas más de un 25 % -casi 14.000 millones de recorte-, para pasar del 5,1 % del PIB registrado en el 2015 al 3,7 % de este año. La última ecografía indica, además, que la salud del feto empeora rápidamente. Solo el Estado, sin contar los agujeros de la Seguridad Social y las comunidades autónomas, incrementó su déficit un 15,6 % en el primer cuatrimestre del año. Gastó menos que en igual período del 2015, pero los ingresos ?aquejados por la minirreforma fiscal? descendieron en mayor cuantía.

Así pues, sea cual sea la genética y composición del nuevo Gobierno, los ciudadanos españoles estamos condenados a experimentar una nueva depresión posparto. No podemos prevenirla, aunque quizá podamos decidir, voto en mano, si la recaída será soportable o traumática, de corta duración o prolongada. Y acertaremos si, llegado el día, elegimos el menor de los males.