Extingamos al lobo

OPINIÓN

04 jun 2016 . Actualizado a las 18:27 h.

Cada año se repite la misma noticia como una letanía: los ganaderos asturianos protestan por los ataques de lobos a sus reses y por la falta de voluntad de la administración a la hora de compensar las pérdidas económicas que sufren por este hecho. El problema viene de lejos y parece que ningún gobierno ha logrado satisfacer a los ganaderos en esta cuestión.

Quienes no vivimos en el medio rural solemos pasar por alto ese tipo de informaciones. Pero esta última semana la noticia fue diferente. En el concejo de Tineo apareció una cabeza cortada de un lobo colgada de una señal de tráfico. Y los medios de comunicación nacionales publicaron el escabroso documento gráfico que lo constataba. Como era de esperar, la mecha de la indignación prendió rápido ante semejante barbaridad y las redes sociales se llenaron de mensajes condenando este acto de terrorismo ganadero.

Quienes mataron a aquel animal, lo descuartizaron y colgaron su cabeza de la señal de tráfico en una versión rural de las más conocidas tácticas mafiosas debieron pensar que les estaban haciendo un favor a los ganaderos que se ven afectados por ataques de lobos. Casi con toda seguridad los autores de la carnicería son también ganaderos que sufren este problema. Pero la realidad es que, con un acto tan brutal como estúpido e inútil, tan solo han conseguido levantar un muro de incomprensión y desconfianza entre los ganaderos y una parte amplia de la sociedad, que es lo suficientemente sensata como para considerar despreciable el maltrato animal y su exhibición a modo de amenaza.

Cuando una minoría quiere protestar por un hecho que les atañe y que consideran injusto, lo habitual es que busquen la complicidad y la solidaridad de sectores amplios de la población. Pero en este caso, y teniendo en cuenta que no es la primera vez que en Asturies vemos imágenes como la de Tineo, parece que los ganaderos tienen poco interés en ganarse las simpatías de la sociedad en la que viven.

Estoy seguro de que las ayudas que reciben los ganaderos por la muerte de sus reses son insuficientes. Y tampoco parece que la administración esté haciendo todo lo posible por ayudar a los ganaderos a proteger su ganado y a prevenir los ataques del lobo. Pero la solución, se pongan como se pongan los ganaderos, no es eliminar al lobo de la ecuación por la vía de las batidas.

En Asturies tenemos la gran suerte de ser una de las pocas zonas donde aún sobrevive el lobo en Europa Occidental. Aunque no hay cifras oficiales, los expertos hablan de entre 250 y 300 ejemplares, lo que da buena cuenta de las difíciles expectativas de futuro que tiene este animal en nuestra comunidad autónoma. A pesar de ello cada año se siguen haciendo batidas autorizadas por la administración bajo la presión de unos ganaderos que las consideran insuficientes. Yo, por el contrario, creo que un solo lobo muerto ya es demasiado.

Los ganaderos asturianos tienen derecho a ganarse la vida y a protestar por las escasas ayudas que reciben cada vez que un lobo mata a uno de sus animales. Pero cuando esos ganaderos construyeron sus cuadras en suelo asturiano, el lobo ya estaba ahí desde muchos siglos antes. Y es que los seres humanos nos hemos acostumbrado a pensar que tenemos derecho a absolutamente todo. Queremos vivir en la más remota montaña pero, eso sí, que nos pongan una carretera o un tren que llegue a la puerta de nuestra casa, aunque para ello tengan que vaciar una parte de la cordillera. ¿Por qué no iban a plantar lechugas los agricultores murcianos, aunque la escasez de lluvia lo desaconsejase? Para eso estaba el trasvase del Ebro, ¿no? Y ahora pretendemos tener cabezas de ganado pastando libremente y sin protección alguna en una tierra donde siempre ha habido lobos. ¿La solución? Matar al lobo y problema resuelto.

Pues va a ser que no. Yo quiero una Asturies donde haya ganaderos con sus vacas, cabras y ovejas. Pero también quiero un Asturies con lobos; con uno de los animales salvajes más hermosos que existen. Estoy seguro de que, con diálogo, la convivencia es posible sin necesidad de eliminar a uno de los elementos de la ecuación. Los únicos lobos que sobran en Asturies son aquellos que llevan pieles de cordero y que dicen defender sus derechos mientras decapitan a un animal indefenso y exhiben su cabeza en la carretera. Ese tipo de lobos tiene que extinguirse ya.