Tonto y Linde

Luis Ordóñez
Luis Ordóñez NO PARA CUALQUIERA

OPINIÓN

05 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Me hecho fan de los eufemismos que usa el Banco de España para reclamar en sus informes el regreso al capitalismo salvaje de los inicios de la revolución industrial, para presentar lo decimonónico como algo puntero. Primero con Ordóñez y ahora con Linde el Banco de España ha convertido en un arte el ejercicio de la procrastinación, elevándola a un nivel que los escaqueadores comunes que uno se cruza a lo largo de su vida laboral jamás podrían ni soñar; pobres aficionados. Sólo el Banco de España es capaz de desentenderse totalmente de sus funciones, convertirse en un carísimo órgano chapucero y además permitirse el lujo de reñir sistemáticamente a los demás por lo mal que se meten en faena.

No hay mucho sitio en los informes del Banco de España para ese curioso fenómeno que hemos padecido de cajas quebradas con deudas astronómicas, preferentes vendidas a analfabetos falsificando firmas y cláusulas suelo que tienen que anular tribunales europeos por abuso evidente; no sé, serán cosas menores. Todo el espacio lo ocupan las consideraciones de estos señores por las rigideces atroces que, nos aseguran, tiene nuestro mercado laboral. Su última valoración es prodigio de la ponzoña. Dice así: «Para corregir el fuerte incentivo que la actual regulación otorga a la contratación temporal, se hace necesario potenciar el atractivo de la contratación indefinida, evitando que su excesiva protección siga incentivando la temporalidad». Lo que el banco llama «fuerte incentivo que la actual regulación otorga a la contratación temporal» no es más que la pura impunidad de saltarse la ley. No se puede recurrir a contratos temporales para actividades que no sean tales y pese a todo se aplican con una manifiesta intención de defraudar al erario público. No sé qué diríamos de cualquier otra institución que culpara a las leyes para justificar el delito. Además, en una voltereta lógica sólo posible de llevar a cabo por un bufón mental nos explican que lo que hay que hacer con los contratos indefinidos es convertirlos en temporales (el banco no los distingue por su objetivo sino por su nivel de protección que en uno es «excesivo») aunque sigamos llamándolos indefinidos.

En vano esperaremos que en el Banco de España se ocupen del trabajo por el que les pagamos y muy bien por cierto. El caso de las cláusulas suelo es sangrante; urdidas por las entidades financieras en los primeros momentos de la crisis, preparándose para amortiguar un poco su debacle a costa de exprimir hasta el último céntimo de clientes convertidos en incautos a los que se estafó descaradamente. Pero tuvo que ser un tribunal exterior (¡Viva la UE!) el que le pusiera freno porque ni el Supremo español ni desde luego el Banco de España quisieron toserle a quien manda realmente aquí. No sé cómo gente tan incapaz goza de tan excesiva protección para mantenerse en un puesto de trabajo en el que no cumplen. No sé que clase de incentivos tendrán para hacer estas cosas.