Claro que soy socialdemócrata

OPINIÓN

09 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Otro día, con más tiempo, habrá que pararse un poco a reflexionar sobre el curioso destino de la palabra «socialdemócrata», y la inflexión desdeñosa con que se usa ahora en nuestro país. Socialdemócrata como sinónimo de buenismo y de cursilería política, de todos y todas, etc.

Ya era una palabra bastante práctica: sirve igual para la definición que para el insulto, y con la misma palabra se insulta desde un extremo político que desde el otro. Si uno es partidario de la libertad personal y de la justicia social, de la democracia plena y por lo tanto de la fortaleza de lo público para crear espacios comunes y corregir desigualdades, y también del respeto a la iniciativa privada en la economía, uno se llama socialdemócrata. Pero los partidarios de los sistemas autoritarios y colectivistas usarán la misma palabra para insultarlo, porque lo consideran un reaccionario, y al mismo tiempo los defensores (presuntos) del liberalismo económico sin restricciones lo llamarán igual para insultarlo o desdeñarlo. Digo presuntos porque estos ultraliberales acaban siempre saqueando bienes públicos privatizados y no tienen ningún problema en forrarse con los grandes contratos militares que sólo pueden pagar los estados.

Claro que soy socialdemócrata. También lo son, en la práctica, quienes al mismo tiempo que hacen bromas sobre la socialdemocracia no dejan de disfrutar las ventajas de un buen hospital público. Quiero para mi país los logros reales que la socialdemocracia empezó a ganar para las clases trabajadoras en Alemania y en el norte de Europa desde principios del siglo XX, la mezcla de dinamismo económico, solidez del estado, libertades plenas  y protección social que hace más grata la vida para más gente. Una parte de eso lo hemos tenido y ahora estamos en peligro de perderlo.

Y desde luego es fácil burlarse de la socialdemocracia, es simpleza y beatería. Porque aplicar tanta agudeza en la burla y el engaño para  acabar luego en la corte con propuestas que se presentan  como un sucedáneo pobretón del pensamiento del centro-izquierda,  es bastante patético, al igual que después de tanto ruido y tanta furia, de tanta pretendida innovación y tanto rechazo, es bastante patético, pretender serlo.