Lo que tenemos por delante

OPINIÓN

11 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Si en los próximos quince días no cambian las tendencias electorales que señalan todas las encuestas, el esperado sorpasso de Unidos Podemos al PSOE se hará realidad y transformará radicalmente el panorama político español. La coalición roja-verde-morada tiene serias posibilidades de liderar el próximo gobierno de este país y esa ya es la mejor noticia de la última década y quién sabe si de todo el periodo democrático desde la Transición.

Pero incluso si finalmente se consuma el sorpasso el próximo 26 de Junio, el ansiado objetivo de construir un gobierno del cambio en España aún estará lejos. Las negociaciones entre Unidos Podemos y el PSOE serán difíciles sea cual sea el resultado, pero más aún si los de Pablo Iglesias y Alberto Garzón se sitúan un paso por delante de los de Pedro Sánchez. El PSOE, acostumbrado a hegemonizar el espacio de centro-izquierda desde hace cuatro décadas, nunca ha ejercido el papel de comparsa y está por saber cómo se desenvolverá en esas lides.

Por lo pronto, todo parece indicar que Pedro Sánchez es historia. Susana Díaz ansía aparecer tras las elecciones como la única lideresa capaz de recuperar el lustre perdido de los socialistas. Y es bien sabido que la actitud de la andaluza hacia todo lo que huela a Podemos no situaría en la mejor posición de salida al PSOE ante una eventual negociación con Unidos Podemos para formar gobierno. Pero frente a los susanistas y otra clase de neofelipistas son muchos los dirigentes locales y regionales del PSOE que tratarán de poner en valor sus respectivos pactos de gobierno como exitosos laboratorios de cara a un futuro ejecutivo liderado por Pablo Iglesias con la participación, activa o pasiva, de los socialistas. Especialmente significativa ha sido en los últimos meses la posición de Ximo Puig, que ha puesto a la Generalitat Valenciana como ejemplo de las posibilidades de un gobierno del cambio.

Por más que algunos líderes socialistas detesten la idea de abrirle las puertas de la Moncloa a Pablo Iglesias, lo cierto es que lo contrario sería un auténtico suicidio político. Facilitar por acción u omisión un nuevo gobierno de Mariano Rajoy sería el primer paso del PSOE, y quién sabe si el último, hacia la pasokización. De manera que aunque es lícito dudar si aún hay vida inteligente en el PSOE, sería toda una sorpresa que en un partido con casi 140 años de historia no existiese al menos un mínimo sentido de la autoconservación y de la supervivencia política.

En este escenario hay motivos para el optimismo. Pero el verdadero reto no será formar gobierno sino gobernar. Los deseos de cambio de una parte importante de la sociedad española son tan poderosos que cualquier fracaso a la hora de ejercer esa responsabilidad podría suponer una decepción inmensa que conduciría irremediablemente no sólo al descredito del partido gobernante sino a la agudización de la ya de por si enorme desafección ciudadana hacia el mismísimo sistema democrático.

Lo peor que nos podría pasar a quienes defendemos valores de izquierdas sería morir de éxito alimentando discursos antipolíticos y nihilistas. Quizás la mejor forma de prevenir este peligro sea no fiarlo todo a la gestión política. A partir del 27 de Junio y pase lo que pase, toca salir a la calle y reactivar los movimientos sociales que el surgimiento de Podemos puso en stand by. Si finalmente hay gobierno del cambio, estos movimientos sociales tendrán la tarea de fiscalizar al ejecutivo y velar por que se cumplan las promesas. Por el contrario si el PP vuelve a gobernar con el apoyo de Ciudadanos o del PSOE, con más motivo aún tendremos que salir a la calle a defender los derechos sociales perdidos y los que con toda seguridad seguiríamos perdiendo. Ojalá que el verano nos depare mejores noticias.