Contra el divismo político

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

21 jun 2016 . Actualizado a las 08:54 h.

Dicen los expertos en el negocio del fútbol que el éxito y la capacidad de encantamiento de la selección nacional se debe a la ausencia de divos. Añado yo que los divos que hay, como Iniesta, son gente sencilla que no sale al campo a lucirse ni anda por los medios informativos con aires de grandeza. Al no haber esas divinidades, no existen celos por el protagonismo y se fortalece el sentido de equipo. Si, además, saben jugar y juegan bien, ganan partidos, gustan a la afición y son capaces de lograr un 60 por ciento de audiencia en uno de sus partidos y en una sola cadena de televisión.

La comparación con los grandes jugadores de los equipos políticos que luchan por la copa electoral es tentadora. En España tenemos una política marcada por el personalismo. Es tanto así, que los carteles electorales se basan en mostrar líderes debidamente aguapados por Photoshop.

Informativamente, a veces da la impresión de que el Partido Popular es Rajoy, el PSOE Pedro Sánchez, Podemos Pablo Iglesias y clarísimamente Ciudadanos Albert Rivera. Vamos a votar este domingo sin saber una palabra de cómo afronta cada uno la financiación autonómica, los refugiados, las Administraciones públicas o la natalidad, pero los mítines y presencias en medios son una pasarela de lucimiento. Si esos líderes no están adornados de modestia, es natural que se vean endiosados en esa ceremonia de exaltación personal.

Añadamos el dato de los debates. En los televisados, lo que más se cuida no es la idea que se va a defender. La prioridad es el vestuario -hay que ver lo que intriga quién lleva corbata y quién no-, la posición ante la cámara, la estética que transmite el orador e incluso la temperatura del plató que evita los sudores. En el juicio posterior, no se valora la ideología de éxito, sino quién ha sido el ganador personal. Esto tiene que ser así por la naturaleza del espectáculo, pero contribuye a la exaltación de la persona. Me gustaría que al final de cada encuentro hubiese intercambio de camisetas a ver quién responde, como Cristiano Ronaldo, «¿y tú quién eres?».

Y así pasa que la condición que se pondrá al PP para pactar será la cabeza de Rajoy; que la crisis del socialismo es la crisis de Sánchez; que los focos se centran en Iglesias y en sus cambios de ideología, no en los de Podemos; y que el problema de Ciudadanos es que su gran valor es Rivera y pocos saben quién es su número dos.

¿Y si probásemos a hacer campañas sin divos? ¡Oh, eso es imposible!, dirán ustedes. Claro que es imposible. Sin embargo, lo que necesita un país son equipos que tengan su Iniesta y su Piqué dirigidos por un entrenador que disfruta con el juego y evita los celos no contando los minutos que le dedica la televisión.