Un Gobierno, máxima aspiración nacional

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

28 jun 2016 . Actualizado a las 08:54 h.

¡Qué horror! ¡Otra vez las mismas palabras de hace seis meses, los mismos puntos de partida, las mismas crónicas, idénticas incertidumbres! El domingo, al terminar el escrutinio, se percibía en los partidos que Rajoy llama «moderados» una pequeña, pero esperanzadora voluntad de no repetir el bloqueo, evitar las terceras elecciones y dejar gobernar al partido ganador. Esa esperanza se prolongó hasta las 9 de la mañana del lunes, porque el presidente extremeño Fernández Vara acababa de hacer suyo ese deseo: que gobierne quien ganó. Pero se extinguió al finalizar la mañana, porque el PSOE oficial, el que todavía manda en Ferraz, comunicó que no van a apoyar al PP ni se van a abstener. Así daban la primera respuesta a un Rajoy que aún sueña con la gran coalición y se la propondrá a Pedro Sánchez cuando regrese del Consejo Europeo.

Naturalmente, el PSOE es un partido soberano y libre para hacer lo que considere conveniente para sus intereses. También es coherente si decide no colaborar con un partido que hizo unas reformas contrarias a sus principios y promete seguirlas haciendo: más vale negarse de entrada que montar una coalición condenada a vivir en una crisis permanente por sus discrepancias de ideas y programa. Y este cronista, puesto a repetirse, tiene que recordar el estudio interno que dice que un 73 por ciento de la militancia socialista no acepta que su partido colabore con el Partido Popular.

Si tiene que ser así, que lo sea. Pero, por favor, que eso no signifique ni una repetición de elecciones, que sería el ridículo universal, ni el espectáculo de volver a ver a Pedro Sánchez intentando formar una mayoría de progreso que, si esta vez saliese, sería una alteración clarísima de la voluntad popular. Ni el PSOE está legitimado para desbancar a un partido que le sacó dos millones y medio de votos de ventaja y 52 escaños, ni lo está Unidos Podemos, que perdió más de un millón de votos, ni sería razonable construir una mayoría gobernante a base de sumar siglas no solo de perdedores, sino de resentidos.

Hay que ir pensando en el plan b, en el acuerdo con Ciudadanos, PNV y Coalición Canaria. Tampoco es seguro que salga, porque el nacionalismo vasco tiene que valorar si un entendimiento con el PP le conviene ante las elecciones de otoño. Si saliese, sería un cuatripartito, sopa de letras. Y sería un Gobierno más débil, pero al menos sería un Gobierno. Toma desafío, España: ¡hacer un Gobierno! Tarea de titanes, a juzgar por los resultados vividos y la previsión de dificultades que asoman. Trabajo de gigantes, de los que al parecer carecemos. Y asombro general: tiene narices que en estos momentos vuelva a ser lo máximo a lo que podemos aspirar en este país.