San Juan es el verano

OPINIÓN

29 jun 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La semana pasada ha sido la noche de San Juan. El del 24 de junio tiene un tinte de magia y sugestión que lo envuelve todo. Recuerdo mi niñez por las calles de San Román escondiendo tiestos, volcando cubos de basura y montando el caos. Cada 24 el pueblo amanecía patas arriba. Y nos esperaban días duros de acusaciones y riñas. A día de hoy, todo esto se ha perdido.

Hace no mucho, yo estudiaba fuera de casa. Allí conocí a una chica que más tarde fue mi novia. Y que era la mejor chica del mundo, como lo son todas las novias. Recuerdo estar en exámenes y dejarlo todo por estar con ella, sólo importaba ella. Pasamos juntos una noche de San Juan, la primera de nuestras vidas, que no la última. Juntos, cogidos de la mano bebiendo por las calles de su ciudad, embriagados de amor antes que de cerveza. No llegamos a la hoguera en la playa, nos quedamos deambulando por callejuelas. Poco importaba una hoguera cuando lo que teníamos en llamas era el corazón. Me estaba jugando mi futuro, mi vida; pero mi vida era ella.

 En Oviedo, vuelve a alzarse la hoguera en la Plaza de La Catedral,  y doy gracias por ello al tripartito. Me acerco a la hoguera y contemplo a una pareja que entrelazan sus manos y se besan. Él es barbilampiño y apenas tendrá dieciséis años, ella aún tiene rasgos de niña y una melena negra que le cubre la espalda. Beben una lata de steimburg a escondidas, dando pequeños sorbos cada uno. La esconden más por la vergüenza de ser vistos por algún conocido que por la multa que pueden recibir. Les veo con ojos de anciano, a su lado me parece tener cien años. Me vienen a la cabeza recuerdos de ese  primer amor que nos hace perder la cabeza, como todos los amores. Un cóctel de hormonas juntándose en la oscuridad de los portales, en los bancos de los parques. En cualquier lugar, porque cuando eres joven todos los sitios te parecen el idóneo para demostrar tu amor.

Vamos creciendo, y esos besos que Borges describía así: «respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua» nos parecen una ordinariez, una falta de respeto. Pero estamos equivocados dejándonos domar por la sociedad.

La noche calurosa hace que la gente salga pese a la lluvia. Con la imagen de esa pareja guardada en la retina, recorro cada bar en busca de esa chica y ese amor que nunca llegarán. Porque eso sólo se vive en la adolescencia, me siento mayor y oxidado. Que bonito sería no dejarse domar, y buscar el refugio de un portal aunque seamos mayores.

Mientras tanto, todo sigue: un verano que nace, Oviedo que muere.La noche de San Juan da inicio al verano, pero, en realidad, prolonga su magia y sugestión durante toda la estación. En cierta manera, la noche de San Juan es el verano. Sol, playa, fiestas de prau. El verano, qué quieren que les cuente. Aprovechen y disfruten, porque dicen que el verano es una actitud y es mentira: el verano es el verano, y nada más.