El drama de la izquierda: ni contigo ni sin ti

Fernando Salgado
Fernando Salgado LA QUILLA

OPINIÓN

30 jun 2016 . Actualizado a las 07:41 h.

Antes y después de las elecciones. Antes, Pedro Sánchez tenía un problema: el sorpasso se consideraba inevitable y Pablo Iglesias se aprestaba a llevar la batuta de la izquierda y, tal vez, a presidir el Gobierno. Después de las elecciones, ambos tienen sendos problemas. Unidos Podemos se desploma, muchos indignados que lo votaran hace seis meses se quedan en casa y la coalición pierde más de un millón de votos. El PSOE no consigue aprovecharse del batacazo de su rival, cede a su vez más de 120.000 votos y sigue horadando el suelo, elección tras elección, hasta el hundimiento definitivo. He ahí el drama de la izquierda: el globo que despegó el 15M comienza a desinflarse, pero la socialdemocracia tradicional no recupera los votos que un día fueron suyos.

Dicen los más avispados analistas que la campaña electoral provocó un vuelco que favoreció al PP y aplastó a sus adversarios. La hipótesis parece convincente, porque el PP hizo una campaña excelente, Podemos hizo una campaña nefasta y el PSOE hizo una campaña imposible.

Los conservadores airearon el voto del miedo, resaltaron la amenaza de la marea populista y lograron reconcentrar el voto de derechas: muchos presuntos votantes de Ciudadanos y no pocos del PSOE se taparon la nariz y optaron por la seguridad de lo malo conocido. El brexit o la Syriza griega pesaron más en las urnas que la corrupción o las conspiraciones de Fernández Díaz.

Podemos cometió un error garrafal: se enfundó la piel de cordero, aparcó su reivindicación del referendo catalán, beatificó a Rodríguez Zapatero, proclamó su adhesión a la socialdemocracia en declive, se deshizo en arrumacos a Pedro Sánchez y promovió la rehabilitación del partido de «la cal viva» para convertirlo en su leal compañero de viaje hacia la Moncloa. Esa estrategia -más bien, tacticismo-, encaminada a engullir los últimos bocados del PSOE, estaba abocada al fracaso. No arrancó más espigas socialistas, pero sembró la cizaña de la desorientación y la perplejidad en el campo propio. Cientos de miles de españoles que votaron el 20D al partido morado no acudieron a las urnas el 26J y Unidos Podemos se desplomó. Si la coalición se hubiera mantenido en su discurso más radical, polarizando la campaña, no tengo ninguna duda de que el sorpasso se hubiera producido.

El PSOE hizo una campaña imposible. Solo le cabía elegir el suicidio con cicuta, inclinándose hacia el PP, o con la soga del ahorcado, arrojándose en brazos de Podemos. Su obligada indefinición sobre hipotéticos acuerdos de Gobierno apenas le facilitó minutos de oxígeno. La copla que algunos atribuyen a Antonio Machado describe la atroz disyuntiva del Partido Socialista: «Ni contigo ni sin ti / tienen mis males remedio; / contigo, porque me matas / y sin ti, porque me muero». Y ahí sigue el partido de Pablo Iglesias (Posse), atrapado en un dilema difícilmente resoluble: ¿cómo puedo liderar la oposición si antes, necesariamente, debo facilitar la investidura de Rajoy?