Si la derecha no quiere, que lo haga la izquierda

Manuel Lago
Manuel Lago EN CONSTRUCCIÓN

OPINIÓN

15 jul 2016 . Actualizado a las 08:09 h.

La complejidad del juego político de estos días se explica porque, además de las negociaciones para formar Gobierno, lo que se está definiendo es la arquitectura política de España en la próxima década. La posición que adopte cada partido en el próximo mes va a marcar su futuro, en especial el del PSOE. Solo teniendo en cuenta esta perspectiva se hace evidente la estrategia del resto de fuerzas.

El PP se permite la arrogancia de exigirle la abstención y, además, lo chantajea en público amenazándole con culpabilizarlo si se vuelven a repetir las elecciones. Por su parte, Ciudadanos prefiere seguir en la indefinición y con su negativa a apoyar al PP también descarga en el Partido Socialista toda la responsabilidad.

El resto lo pone la enorme presión mediática sobre Pedro Sánchez, empujándolo a una decisión suicida: permitir un Gobierno del PP con el apoyo de solo 137 diputados. Porque una cosa es abstenerse en la investidura de un candidato con 170 diputados y otra muy diferente hacerlo ante quien se presenta con un apoyo sensiblemente inferior al que tuvo Sánchez hace unos meses con el respaldo de Ciudadanos.

Es este juego perverso el que explica por qué el PP y Ciudadanos no cierran un acuerdo de Gobierno, porque prefieren colocar al PSOE ante un dilema en el que solo pierde, tanto si apoya al PP como si lo responsabilizan de la ingobernabilidad del país. En este escenario, la posición que defiende el Partido Socialista es extremadamente frágil y poco creíble. Defender el no durante semanas para acabar transigiendo ante la amenaza de volver a las urnas o bloquear la investidura durante unas semanas solo para castigar a Rajoy son decisiones poco comprensibles para la ciudadanía, que le haría pagar un elevado precio por ellas.

Y sin embargo, la respuesta del PSOE para romper esta trampa es muy fácil: si Rajoy no se presenta a la investidura o si Rivera no lo apoya con su voto, significa que la derecha ha fracasado en su intento de formar Gobierno. Y eso abre de forma inmediata la posibilidad de intentar conformar una mayoría de gobierno de los partidos de izquierda ante este fracaso. Entre el PSOE y Unidos Podemos suman 156 diputados, que son menos que los 169 del PP y Ciudadanos, pero son más que los 137 con los que Rajoy quiere formar Gobierno.

No se me escapan los problemas de una decisión de este tipo, en especial por la división interna del Partido Socialista y el peso de sus jarrones chinos. Pero es la única solución que tiene para salir de la trampa en la que lo han metido. Con esta estrategia solo puede ganar, tanto si tiene éxito como si fracasa. En el primer caso, porque presidiría un Gobierno para el cambio que tanto necesita este país. Pero si no lo consigue también, porque obligaría a los dos partidos de la derecha a actuar: si no quieren un Gobierno de izquierda, Rajoy y Rivera tendrían que dar un paso adelante saliendo del tancredismo en el que se han instalado.