Escándalo: el PP presenta ideas del PP

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

15 jul 2016 . Actualizado a las 08:09 h.

Mariano Rajoy envió a los partidos un documento con sus propuestas para la investidura y ocurrió lo que tenía que ocurrir: los destinatarios se asombraron grandemente de que ese medio centenar de folios se pareciese mucho al programa del Partido Popular. Es más: hubo incluso quien descubrió con asombro que dichos papeles parecían un resumen de ese programa. Y más todavía: bastantes medios informativos otorgaron categoría de noticia a ese descubrimiento, con ese tonillo despectivo reservado a los informes escritos bajados de Internet. En este país hay gentes tan originales que sueñan con que el PP haga una declaración programática a base de ideas del Partido Socialista, de Ciudadanos y mucho mejor todavía si son de Izquierda Unida o de Esquerra Republicana.

Naturalmente, como el documento del PP recoge ideas del PP y eso es una herejía, la noticia de ayer era que «el PSOE rechaza negociar el documento del PP para la investidura de Rajoy». José Enrique Serrano, ministro en la sombra de Pedro Sánchez, lo dijo así: «Nuestra intención no es negociar sobre ese documento». Este cronista escribió aquí que el documento tenía un pecado original: se repartió a los interlocutores después de celebradas las reuniones, como diciendo a los negociadores «mirad lo que os habéis perdido». Ninguno de ellos se sentó a hablar con Rajoy sabiendo de antemano cuál era la oferta del presidente, y eso produjo la impresión de que se les pedía una adhesión incondicional.

Ese ha sido el fallo, de la misma forma que fallaron los demás, singularmente el PSOE y Ciudadanos, de los que no tenemos constancia de que hayan presentado a las reuniones un pliego de exigencias, una relación de aspiraciones o una concreción de contrapartidas para decidir su posición en la investidura. A lo mejor no era estrictamente necesario (nada es imprescindible), pero hablar sobre acciones concretas transmitiría a la sociedad una sensación de rigor, de que se trabaja en cuestiones de la gobernación y de que se habla de asuntos que afectan a la vida de los ciudadanos.

Ahora bien: una cosa es anotar los errores y otra el desprecio olímpico del «yo no negocio sobre ideas del PP». Que me perdone el señor Serrano y quienes piensan como él, pero hay un fondo autoritario en estas actitudes. Si alguien pone sobre la mesa un conjunto de propuestas para negociar, naturalmente que se negocian, aunque sea para objetarlas en su totalidad o echarlas abajo. El rechazo frontal y automático, simplemente porque es un papel de derechas o el resumen de un programa conservador, ¿a qué conduce? A que sea imposible el acuerdo, porque antes fue imposible la negociación. Da un poco de reparo tener que escribir algo tan elemental.