El lazarillo Albert

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

20 jul 2016 . Actualizado a las 07:39 h.

No hubo sorpresa y Mariano Rajoy logró colocar a una de sus piezas más consideradas y amiga personal al frente del Congreso. Ana Pastor representaba la mejor opción de los populares, ya que llega con la etiqueta de trabajadora, eficiente y alejada de los escándalos de corrupción. La apuesta marianista se impuso gracias al apoyo de Albert Rivera, que es aquel señor que nos dijo hasta la saciedad que la presidencia del Parlamento no podía recaer en el partido del Gobierno.

Pero es que ya nos vamos acostumbrando a las afirmaciones de Rivera y los suyos. Como aquella otra de que nunca consentirían un Gobierno presidido por Mariano Rajoy y que más tarde derivó en nunca vetamos a Rajoy.

La Voz daba cuenta ayer de que en solo seis meses Ciudadanos perdió el 25 % de sus votantes en Galicia. Y, al margen del voto útil y todas esas consideraciones, en su bamboleo permanente está parte de su fracaso electoral. Se puede votar a Ana Pastor; se puede apoyar a Rajoy; se puede hacer lo que se quiera con absoluta libertad porque así es la democracia que nos hemos dado. Pero lo de autoengañarse con argumentos infantiles para después confundir al electorado resulta tan peregrino como roñoso.

El de lazarillo es un papel dignísimo. Todos nos encariñamos con ellos a través de las brillantes y recordadas páginas de nuestra novela picaresca. El lazarillo es la persona que acompaña y ayuda a quien lo necesita en los momentos difíciles a cambio de comida y nada más. Y lo hace con orgullo, grandeza y honor. No como Albert Rivera, que ejerce de lazarillo avergonzado, autoengañándose y enredando.