La cultura del deseo

OPINIÓN

28 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Y me pregunto, ¿a qué vienen ahora las violaciones en una fiesta popular, histórica, literaria, conocida en el mundo y hasta ahora admirada por muchos como son los Sanfermines de Pamplona?

La culpa de todo, a alguien hay que echársela, la tiene la cultura del deseo. Pero eso, ¿qué es? Pues es la fascinación por investirse de una identidad propia, de un ser que no quiere aparentar durante una semana, dado que en su vida diaria se encuentra rodeado de fetiches que lo acercan a la invisibilidad y a la falta de deseos.

Al llegar la fiesta se piensa en el desmadre y uno se viste de rojo y blanco para mezclar a la sangre con la pureza, que debe ser un tinte que se busque en momentos de grandes deseos incumplidos. De verdad, ¿han conocido a alguien que se haya arrepentido de haber sido corneado por un toro en los Sanfermines? No, puesto que se han aceptado las consecuencias de correr delante de los toros debido al estilo de vida que se ha elegido durante una semana en Pamplona y que es el estilo del deseo cumplido.

La fiesta conoce ese deseo y lo utiliza en un gran marketing internacional. En verdad que en general y durante lo que llevamos de siglo, se ha gestado una cultura del deseo que se está difundiendo y popularizando según cada lugar e interés. Se desea marchar de Europa para quedar solos con nosotros mismos y nuestras cosas que se han alterado con tantos extranjeros. Se desea ganar dinero con la Primitiva para poder decir sin problemas eso del pufffff televisivo que no va a ser nada barato. Se desea llegar a lo máximo, a la ruptura del cuerpo humano entre el sueño, las carreras y la bebida en las fiestas, aunque ahora hay algo más, las violaciones en grupo en donde se cumple el deseo más oculto y agresivo que emplean los mejores torturadores que en el mundo han sido. Claro con esto vendrán algunos problemas, dado que, tratos tan extremos y violentos como estos, harán tambalearse a una fiesta que ha sustituido al toro por los deseos de vejación máxima de un ser humano.

La violación es satisfacer el deseo psicópata en lo concreto haciéndose visible, claro siempre en grupo, y sabiendo que lo que puede producir este tipo de actos es la muerte psicológica de una joven,  y en muchos casos, aún su muerte física. Con ello se muestran los deseos de unos seres humanos pertenecientes a un mundo violento que anhela hacerse notar y que justificará tales acciones diciendo que están de fiesta.

Pero además de condenar a semejantes seres a unos cuantos lustros de trabajos forzados, lo que uno se pregunta es ¿cómo escapar a ese tipo de deseo cada vez más violento dentro de la fiesta? ¿cómo aplacar el sentido mesiánico de búsqueda de cumplir con los deseos que deben saciarse sin respetar a nadie, ni al toro, ni a los seres humanos.

Creo que este tipo de cultura del consumo de los deseos ha sido pensada para los objetos, no para conseguir a personas, algo que deberá hacerse por otros medios más intelectuales y vitales llenos, eso sí, de respeto. De no hacerse así, las fiestas se convertirán en algo oscuro, de lo que hay que marcharse, y no ir por peligrosas y violentas. Y, creo que los Sanfermines han comenzado a andar este oscuro camino que no se llenará de árboles, sino de miedo.