La máquina de hacer dinero y el deporte de verdad

Paulo Alonso Lois
Paulo Alonso Lois GALICIA-RÍO VÍA LISBOA

OPINIÓN

04 ago 2016 . Actualizado a las 08:34 h.

La nave de Ikea asoma como una de las primeras estampas que se encuentra el viajero al aterrizar en Pekín, igual que un primer viaje del aeropuerto Tom Jobim a Barra de Tijuca constata que las favelas y las casuchas de ladrillo desnudo proliferan por toda la ciudad. Es el problema de las impresiones superficiales, del prohibido recurso a lo que asoma al bajar del avión, o a lo que dice el taxista. Pero los testimonios a ras de ciudad confirman la sensación de que la política de empoderización de los habitantes de los poblados comunitarios de las laderas de Río se quedó muy a medio camino. Como aquella nave del gigante sueco en China daba una pista sobre los últimos movimientos en el tablero de la economía china.

Sólo en el camino del aeropuerto a Barra de Tijuca, con mil y un matices que no caben en estas líneas, se pasa de la pobreza más superficial al barrio residencial donde vive el Río acomodado. Uno replica ese modelo de casuchas de ladrillo, mientras que otro presenta condominios y bloques casi idénticos, con equipos de aire acondicionado en el exterior y cristaleras, balcones y terrazas que dejan entrar a chorros la luz del Atlántico.

Los Juegos apenas dejan sólo unas rendijas a que el país ofrezca su impronta. Unos guiños en las ceremonias de apertura y clausura y poco más. El sonido metálico del aire acondicionado sería a los habituales de las citas olímpicas lo que la madalena a Proust. La estampa que recuerda que toca encender de nuevo el pebetero. Porque las sedes se pueblan de inmensas casetas de quita y pon cada cuatro años.

Al final, con el primer mundo pendiente de cada detalle que chirría en Río -por desgracia, con material abundante-, aflora la sensación de que la fraternidad de los Juegos, el «We are the world, we are the children» y todo el envoltorio de paz y solidaridad entre los pueblos, solo son hoy más que una coartada para engrasar bien la máquina de hacer dólares. Pero todo eso ya lo sabíamos. Y además mañana comienza la esencia del tinglado. El deporte de verdad. Y pasarán al primer foco las personas, las historias de superación y sacrificio que nos conmueven cada cuatro años. Será ñoño, sí, pero nos emociona.