Los siete apóstoles del Pozo Sotón

OPINIÓN

15 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pedro, Fran, Lucas, José Angel, Nuria, Rogelio y Luis Pedro son los siete apóstoles del Pozo Sotón. Pioneros en Europa en las visitas guiadas a un pozo minero aún vivo, están haciendo historia y abriendo tajo para el futuro de la minería.

En realidad los mineros siempre han sido buenos guías. Perfectos conocedores de su medio, disciplinados, solidarios y con una cortesía y hospitalidad fuera de lo común, nadie se ha sentido solo o desamparado en una visita a la mina. Por lo menos en Asturias. Todo lo contrario: el recuerdo de esa vivencia te marca para siempre en positivo.

Ahora los siete del Sotón ponen día a día en práctica los valores de convivencia, el conocimiento y la pasión por la mina que llevan tatuados en su paisaje genómico más íntimo e intransferible.

Luchando contra prejuicios, reticencias y miedos varios, esta especie de apóstoles que sustituyen las tablas evangélicas por la lámpara de mina, son capaces de ver en las tinieblas y de obrar el «milagro» de que el público, su público quedé flipado con la mina.

La mina, a menudo tan negra, y que atesora tantos números fatídicos, llega con los siete del Sotón a un clima y un clímax de esperanza. De esperanza en que los valores humanos y sociales de siglos de minería no están perdidos y estos chic@s son un claro ejemplo. De constatación de que el caudal de conocimiento técnico y científico que supone la actividad minera no está perdido, sino que se mantiene vivo gracias a labores como las de estos guías-mineros. De esperanza en que el lapidario cierre de las minas asturianas en 2018 no suponga el final de la minería sino que esta actividad cultural y diversificadora sea la primera piedra - como la que puso San Pedro - de otra etapa en la que los mineros ya no se dejarán los pulmones ni la vida sino que se dedicarán a investigar y producir nuevos mecanismos extractivos, menos lesivos para la piel de la Tierra y más efectivos para una justa y óptima distribución y administración de los recursos del planeta. Los mineros del futuro serán auténticas «máquinas» de conocimiento aplicado y aplicable a los distintos órdenes del saber energético, medioambiental y climático, para que la Tierra sea un verdadero hogar.

Los siete del Sotón son el eslabón que jamás debería de perderse: el que vincula de forma racional la minería clásica, con todos sus componentes, y la minería que viene, y que viene a toda prisa.

El camino que tendrán que recorrer no será fácil pero ellos no tienen ningún miedo. Son un torrente de ilusión, de corazón y de ideas. Un torrente de confianza en sí mismos y de coraje, y un modelo de motivación y de trabajo en equipo.

Mucho más avanzados que la Santa Madre Iglesia, los siete del Sotón tienen en su equipo apostólico a una fémina, Nuria, que simboliza el papel clave que las mujeres han tenido en la historia de la minería en todas sus vertientes.

Curiosamente uno de ellos se llama Pedro y es huérfano de un minero que perdió su vida en el emblemático Pozo María Luisa, y otro se llama Lucas, como el fiel evangelista que viajó con San Pablo.

Pedro Sánchez, Francisco Cabal, Lucas Fernández, José Angel Huergo, Luis Pedro Jurado, Nuria Rouñada y Rogelio Mejido son mis siete apóstoles del histórico Pozo Sotón. Solo espero que no tengan que ser mártires, como lo fueron sus antepasados y los míos.