02 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Quiero empezar mi artículo dándole las gracias a los 85 diputados socialistas en el Congreso de los Diputados por su voto en contra de Mariano Rajoy. Está muy claro, y lo pudimos comprobar ayer en toda la prensa, que la presión sobre el PSOE para que se abstenga es tremenda. Parece haber una campaña clara a favor de permitir que el PP tome las riendas de este país, pero los socialistas nos presentamos a las elecciones de diciembre y de junio dejando claro que no tenemos nada en común con la derecha, y por tanto, el voto ha sido coherente con lo prometido en la campaña electoral. 

Es Mariano Rajoy el único responsable de su fracaso. Hay una mayoría conservadora suficiente para que pueda sacar adelante la investidura. No es en el PSOE en quien se tiene que fijar ni culpar. Su trabajo es ponerse a negociar hasta conseguir los 176 diputados que necesita. Si tira la toalla es problema suyo. 

Yo ya escribí en anteriores artículos que no tengo problema alguno en ir a las terceras elecciones, coincida con la Navidad u otro día. La responsabilidad de lo que ocurre no es exclusiva de los políticos como se quiere vender. Es la ciudadanía la que libremente elige en las urnas qué quiere. Por tanto, en una democracia representativa como la que tenemos, nos convierte a todos los ciudadanos de este país en parte del problema. Yo defiendo, como no puede ser de otra manera, que haya un ejecutivo lo antes posible, pero ello no pasa por aceptar un gobierno del PP y, concretamente, de Rajoy. Por tanto, y ante la dificultad de formar una mayoría absoluta de las izquierdas y de las derechas, la solución menos mala es que vayamos a nuevas elecciones. 

Algunos empiezan a levantar la sospecha de que tras las elecciones vascas y gallegas se abrirá un nuevo escenario. Me niego a que se produzca tal hecho. El no a Rajoy lo es hoy y lo será siempre.