Que cambie el pueblo, que ellos no

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

02 sep 2016 . Actualizado a las 07:54 h.

Si Dios no lo remedia -y me temo que Dios no anda en estos menesteres-, el señor Rajoy recibirá hoy su segundo no y el titular de mañana será que España queda abocada a repetir elecciones. Las esperanzas de evitarlas se limitan, como venimos anotando, a alguna posibilidad de tráfico de apoyos según queden las elecciones gallegas y vascas y a alguna rebelión en el seno del PSOE, en la que supongo que trabajan los conspiradores del poder político y económico. Sobre todo, del económico, que es el más inquieto ante el riesgo de que el diablo cargue las urnas.

Dicen las crónicas que los partidos ya están instalados en esa idea y se disponen a trabajar en la campaña electoral, que a este paso será como la moda: habrá una campaña de otoño-invierno, y otra primavera-verano, con unos modelos que serán paseados por los platós de televisión, convertidos en pasarelas. La diferencia de la moda y la política es que la primera lleva a las pasarelas y a los escaparates colecciones nuevas, y la política va a aparecer con los mismos modelos, con las mismas colecciones en forma de programa y con la misma vestimenta ideológica. Si les preguntas por qué no se renuevan, responden que una ideología y un programa no se pueden cambiar todos los días, como si fuese la ropa de ir a trabajar.

No les falta razón: una ideología e incluso un programa tiene vocación de larga duración y, en la mayoría de los casos, vocación de eternidad. Pero repetir elecciones con las mismas siglas, los mismos líderes y los mismos programas es plantear este reto a la sociedad: que cambie el pueblo, que el pueblo se arrepienta de su voto anterior y que el pueblo ponga fin al bloqueo. ¿Y por qué tengo que cambiar yo mi voto, si usted no me cambia la propuesta ni al candidato que me mira y me pide desde el cartel electoral? Dígame: ¿por qué? ¿Por qué tengo que retirar mi confianza a un partido y dársela a otro, si no hizo siquiera el esfuerzo de una mínima renovación?

Miren, señores dirigentes de partidos: si un programa de televisión no consigue audiencia, lo retiran de la parrilla. Si un producto no se vende, le retiran del lineal. Y si un artista no convoca suficiente público, se le deja de contratar. En la política debería ocurrir lo mismo.

No es lógico que unos señores y unos equipos incapaces de hacer un Gobierno sean ahora los mismos que nos pedirán el voto. No es lógico que unos programas tan pobres que no consiguieron ilusionar a una mayoría pidan otra vez nuestro refrendo. Y, como nada de eso es lógico, reclamo solemnemente: que dimitan todos los aspirantes y que renueven todos los programas.

Para que sean los mismos con el riesgo de hacer lo mismo, ya tuvieron otras oportunidades. Exactamente dos.