Nada y todo que controlar, señorías

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

15 sep 2016 . Actualizado a las 08:58 h.

El sistema constitucional español es parlamentario. Su monarquía es parlamentaria. La democracia es parlamentaria. Casi todos los presidentes de Gobierno que tuvimos propusieron hacer del Parlamento el centro de la política. Ninguno lo consiguió, porque el mismo sistema se encarga de que el eje de las decisiones esté en los partidos y en el Gobierno, y partidos y Gobierno están dominados por sus élites dirigentes. Casi siempre, por una sola persona, que es la que dirige el partido y el Gobierno. El Parlamento se queda en dos Cámaras que se limitan a votar según las indicaciones del jefe del grupo y a aplaudir cuando lo exige el guion.

En estos días de tantas zozobras, el Parlamento español se encuentra con una contradicción: el Congreso está presidido por una persona de consenso, autoridad y capacidad para darle rango a la institución, pero, al mismo tiempo, sufre el ataque del oportunismo que deteriora su imagen pública y la confianza ciudadana. ¿Culpable? La reiterada discusión de si puede o no puede controlar a un Gobierno en funciones, que el Constitucional no ha tenido tiempo para dirimir, ni lo tendrá hasta finales de octubre. Y así ocurre lo que ocurrió con Luis de Guindos: se le pidieron explicaciones sobre la designación fallida José Manuel Soria, las dio en comisión, pero la oposición las considera un fraude, porque entienden que las debería dar en el pleno. Y ayer Ana Pastor convocó ese pleno, pero ya se sabe con qué resultado: Guindos no acudirá, dará plantón y la señora Pastor tendrá que anunciar: «Se suspende por incomparecencia del Gobierno».

Personalmente, creo que las explicaciones de Guindos son tan válidas o despreciables en comisión como en pleno. La verdad (o la mentira, o el disimulo) no cambia por el lugar donde se dice. Pero aquí estamos ante una cuestión de orgullo y dignidad. Si el Gobierno da plantón, hace una exhibición de orgullo, pero ofende la dignidad de sus señorías, que parecen de piel muy fina. Y algo más chusco: el Gobierno establece una sutilísima diferencia entre información y control para escaparse por esta gatera: la información se puede facilitar, el control no se puede ejercer.

¡Cuántas fuerzas, cuánto ingenio derrochados para escabullirse! No soy quién para pedir ni sugerir nada, pero unos y otros nos podrían hacer un favor fácil y sencillo: no hagan sesiones de control, porque, efectivamente, un Gobierno que no hace nada, nada tiene que controlar. Pero, si algún día al Gobierno se le ocurre algo, como nombrar y desnombrar a Soria, ¿cómo se va a negar a dar explicaciones? Y si la oposición reclama que sea en pleno, en pleno debe hacerse, que para algo son 180 frente a 170. ¿No era esa la cuenta, señor Rajoy?