Que Chaves y Griñán sean los últimos

OPINIÓN

17 sep 2016 . Actualizado a las 09:11 h.

Sánchez y el PSOE no pueden defender eficazmente la honradez de Chaves y Griñán, ni exigir la presunción de su inocencia, ni proteger su memoria de servicios a la democracia, ni evitar que su juicio haya empezado por la condena en vez de hacerlo por la investigación. Y no lo pueden hacer porque están tiznados por la instrumentalización que hicieron de la corrupción del PP. Y porque no supieron distinguir el tratamiento que corresponde a los chorizos como Bárcenas del que merecen los políticos como Soria.

Yo, en cambio, no tengo ese problema. Porque puedo decir de estas imputaciones en los aledaños del PSOE lo mismo que dije cuando hablaba del PP, de otros imputados del PSOE, e incluso -que Dios me perdone- de Jordi Pujol. Y eso es lo que voy a decir: que Chaves y Griñán me parecen dos políticos de cuerpo entero; que confío en la honradez personal y en la limpieza política de ambos; que fue un error no proteger su presunción de inocencia, ni aforar al Tribunal Supremo sus biografías, para contentar al populismo; que el PSOE no debe pagar ningún tributo de credibilidad por la hipotética condena de ambos; y que lamento mucho que la política se siga determinando a través de un modelo de regeneración judicial mal entendido, peor gestionado y gravemente desorientado.

Por eso me gustaría que este momento -cuando la zozobra del PP se extiende al PSOE, y genera la amarga sensación de que «nos hemos pasado tres pueblos»-, sirviese para iniciar una catarsis colectiva contra el cainismo político, para evitar que la lucha contra la corrupción quede corrompida por su descarada instrumentación, y para advertir que la Justicia, en vez de limpiar España de la podredumbre acumulada, se ha convertido en el mayor aspersor de purín del universo. Porque esta vaticinada liquidación de Griñán y Chaves es la evidencia de que corruptio optimi pessima.

No se trata de predicar la vista gorda, ni la impunidad de los poderosos, ni el uso discrecional de inmunidades e indultos. Solo se trata de evitar que la Justicia trabaje en la pendiente en vez de hacerlo en la llanura, y de que el esclarecimiento de los hechos no tenga que dejar detrás la ácida convicción de que los objetivos de la Justicia solo se puede alcanzar pasando a trollo por los sembrados, hundiendo a los investigados antes de juzgarlos, y destrozando los diamantes para determinar si eran verdaderos o falsos. Por eso hay que evitar que los casos Griñán y Chaves sirvan para retorcerle la muñeca a Sánchez y crear un atajo hacia la gobernabilidad. Porque, aunque es cierto que Sánchez quiso hundir a Rajoy instrumentando la corrupción, y que merece que lo expulsen de su cargo por inútil, sería una desgracia que la ruptura del bloqueo se encontrase también en el estercolero. Porque todo lo que nace de ahí, de esa vileza, viene esencialmente corrompido.