La «conspiración» de los jueces

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

17 sep 2016 . Actualizado a las 09:12 h.

Don Juan Carlos Rodríguez Ibarra, histórico socialista que presidió Extremadura, difundió una exótica teoría: habrá repetición de elecciones porque se resucita el escándalo de los ERE de Andalucía. La tesis de Ibarra, que seguramente tiene seguidores, se basa en dos argumentos: uno, que siempre ocurre en Andalucía cuando se anuncian urnas; otro, que el fiscal tenía de plazo para sus conclusiones hasta el 15 de octubre y las adelanta un mes. Digo yo que, si las hipotéticas elecciones son en diciembre, más daño haría el fiscal pidiendo las penas en una fecha más próxima; pero, como teoría conspiratoria, es francamente insuperable: ¿cómo quitar de encima del PP la losa de la corrupción que le aprisiona? Recuperando un escándalo mayor del adversario. ¿Cómo provocarle a Pedro Sánchez otro «peor resultado de la historia»? Presentándolo como el jefe de un partido tanto o más corrupto, y a mayor nivel, que el PP. Lo que digo: insuperable.

Por desgracia, el PP podría decir ahora lo mismo: ¿por qué estalla otra vez la corrupción de Valencia, con sus cinco cajas b y su reparto de dinero en bolsas de plástico, como si hubieran aprendido de Marbella? Un Ibarra de derechas respondería: para tapar el escándalo andaluz y, naturalmente, porque vienen elecciones: el día 25 en Galicia y el País Vasco, y después probablemente las generales. Si la Fiscalía, de dependencia jerárquica del poder civil, no quiere que gane el PSOE, otras partes del estamento judicial (o policial) no quieren que gane Rajoy.

Dejémonos de coñas, que esto es muy serio. Si los juzgados se ponen en marcha y de forma tan estruendosa, es porque ha llegado su tiempo. Han terminado las interminables instrucciones judiciales de los años del saqueo y entramos en la fase del procesamiento de los implicados, con la atribución de penas que les corresponde según los códigos. Es decir, que está llegando la hora de la verdad; la hora de los juicios.

¿En mal momento? Sin duda. Como ayer apuntábamos, el clima político bélico que acompaña a las revelaciones de corrupción es mal compañero para procesos de negociación, y nada menos que para formar Gobierno. El ambiente de inestabilidad en que vivimos se emponzoña más por los escándalos y su utilización partidista. La imagen exterior de España empeora por la mezcla de bloqueo y latrocinios. Y la opinión pública se enfurece aun más con su clase política, porque añade a la memoria de los robos la incapacidad de acuerdo de sus representantes: una mezcla explosiva para fomentar el desencanto popular. Ante ello, me atrevo a formular un ruego a los políticos: no lo pongan más difícil. Esta es la hora de hacer verdad lo que tanto han prometido: el que la hace, la paga. Amén.