El domingo es un día duro

OPINIÓN

20 sep 2016 . Actualizado a las 09:34 h.

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Los domingos siempre son días duros, y más si son de resaca y madrugón. Me acosté de día y tenía la sensación de despertar a la misma hora. El sol entraba por la ventana. El móvil sonaba con una alarma que marcaban las 11:15 y una frase -«Buenos días, ya es de día porque te has despertado tú»- que dije una vez para una chica, pero de la que ella nunca se percató. Los detalles de la vida, que se nos escapan entre las sábanas. Antes de levantarme de la cama alargué mi lenta agonia buscando algo de agua por la habitación, lo más parecido que encontré era un bote de colonia que no me pareció buena idea beber.

Me fui a la ducha y me vestí con una camisa y zapatos. Traté de vestirme como le gustaría a una madre que se vistiese el futuro marido de sus hijas, ya saben como esa vieja máxima que mueve la vida de muchos: «Gustar a las madres para acabar con sus hijas». La excusa de ir bien vestido y perfumado para tratar de disimular la resaca -si quieren aprender sobre el alcohol y la resaca les recomiendo leer Sobre beber de Kingsley Amis- tampoco haría su efecto esta vez, pero eso lo sabría más tarde.

Salí a la calle con mis gafas de sol, por eso de no ir desnudo y puse rumbo al Sanfran. En la calle Marqués de Santa Cruz unos amigos se jugaban el tipo en el campeonato de alpino en línea, pero no tanto como yo allí de pie viéndoles. Antes de que terminara, y tras sopesarlo un rato, puse rumbo a casa a descansar, no sin antes pasar por La Paloma y tomar su vermú y la correspondiente gamba. Una retirada a pronto es una victoria, pero un domingo es un domingo, ya hay cosas que no se perdonan.

Pasé toda la tarde tirado en el sofá viendo el fútbol, nervioso porque no tenía planes para por la tarde y esos son los días más peligrosos.

Acabó el Oviedo y empezó a sonar el móvil, había que ahogar las penas de alguna manera. Llegamos a los chiringuitos y nos encontramos con Manolín El Gitano dándolo todo en El Piñón Folixa. De esa agenda paralela que hay en San Mateo Manolín puede ser uno de sus grandes protagonistas, sus bailes en los chiringuitos ya forman parte de la tradición mateina. Se fue rumbo al Riego bailando La bicicleta y moviendo la mano como si se tratase de un pez cuando se escuchaba «un vallenato desesperado». Porque él se sabe la letra como todos los españoles, pero lo que no sabe, al igual que otros muchos, es que cuando dice «vallenato» no se refiere al animal, sino al género musical colombiano.

Luego unas birras, un bocata y los conciertos. Vi a Chus Pedro y a Pipo prendes emocionar; a Muchachito animar; y a Morat abarrotar la Plaza de la Catedral. Se terminó el espectáculo y me fui para casa acompañado por una chica. Que no puede haber mejor para terminar el día.