De la fábrica de San Claudio al bazar chino

OPINIÓN

01 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

No es una metáfora, o sí, pero ya es una realidad. Han pasado siete años desde el cierre de la fábrica de loza de San Claudio y ya hay un bazar asiático en el pueblo, en su escaparate una sopera made in china me recorre el espinazo con una descarga de rabia y tristeza.

Ahora hablemos de empleo, de economía, de comercio local, de identidad, de planes de crecimiento para la región, de protección del patrimonio, de presente y de futuro.

La fábrica de S. Claudio despidió 135 trabajadores hasta su cierre en el 2009, el bazar chino apenas emplea a un par de personas. La fábrica de loza suponía un bien de interés cultural, un conjunto histórico y un patrimonio industrial autóctono que daba identidad a la localidad a la que estaba ligada, con más de 100 años de historia. Las autoridades políticas no le quisieron otorgar el galardón de BIC (Bien de Interés Cultural) aunque de facto lo fuera.

No la dejaron morir, la mataron, no quisieron luchar por ella. Deslocalización del negocio, rentabilidad, oferta y demanda, le llamaban globalización. El bajo comercial que ocupa el bazar chino vino a ocupar ese lugar señalado por el neoliberalismo como «leyes del mercado».

Todos los días veo el bazar y la ruina infame en que se encuentra la fábrica abandonada y no puedo menos de ver, en uno y en la otra, el símbolo de la deriva de nuestra Asturias, asolada por políticas sin un plan de futuro, sin una apuesta rupturista que no suponga elevar el bazar chino a la enésima potencia.

¿Cuándo nuestros gobiernos plantarán cara a las directrices que mandan los mercados? ¿Hasta cuándo tenemos que esperar para que se incentive el comercio local frente a las grandes superficies?¿Dónde buscarán nuestros jóvenes empleo? ¿Quizá en China? ¿No estamos ante un momento de crisis de modelo de producción y consumo?¿No es hora de comenzar una transición hacia sistemas de economía circular, de Economía del Bien Común (EBC), introduciendo criterios sociales y ambientales en la gestión pública que puedan ser modelos para la gestión privada? ¿Es tan difícil promover el consumo consciente y responsable y trazar un plan para Asturias que nos saque del bucle del carbón, las obras faraónicas, las amenazas auríferas y ese pensamiento único que ya nos machaca los oídos pero que no nos hace más prósperos sino que nos deja peor de lo que estabamos?

¿Vamos a planificar territorios para las personas? ¿Vamos a defender nuestra identidad y nuestros bienes culturales antes de que se nos derrumben como el horno con forma de botella de la que fuera insigne fábrica de loza, para promover por inacción una identidad made in China?

¿Es falta de ideas, de proyecto, de renovación o pura decadencia? Asistimos indolentes a la plaga de plumeros de la pampa, como otra metáfora política, en espera de que los gobiernos hagan su trabajo con los pies en las calles, evalúen el resultado de políticas continuistas y trabajen en alternativas para una ciudadanía que ya no puede esperar más. Porque como decimos en Asturias, alternativas haberlas haylas.